En total este hielo perdido está provocando un aumento del nivel oceánico de 1,5 milímetros anuales. Se trata de datos de la evolución de los glaciares a escala global, desde 2003 hasta 2010, obtenidos con los satélites Grace. “La Tierra está perdiendo una cantidad increíble de hielo cada año que va a parar al mar y este nuevo estudio nos ayudará a responder a importantes interrogantes acerca de la subida del nivel y de como las regiones más frías del planeta están respondiendo al cambio global”, afirma John Wahr, uno de los autores del estudio. La cantidad de total de hielo fundido en el planeta entre 2003 y 2010 cubriría todo el territorio de Estados Unidos con casi medio metro de agua, añade el investigador.
El gráfico muestra el cambio medio anual de la masa (medido en centímetros de agua), desde 2003 a 2010 para todos los glaciares y cubiertas heladas el planeta, excluida la Antártida y Groenlandia. / THOMAS JACOB, JOHN WAHR. W.TAD PFEFFER Y SEAN SWENSON
Pero la cantidad de hielo perdido es aproximadamente un 30% inferior a las estimaciones que se venían haciendo. Y en las elevadas cordilleras asiáticas los nuevos datos desvelan una pérdida mucho menor (hasta 10 veces) de lo que se había calculado a partir de registros parciales.
La subida del nivel se debe a dos factores fundamentalmente: la llamada expansión térmica del agua al aumentar la temperatura con el cambio climático (como un cuerpo que se dilata con el calor) y el aumento de la cantidad del agua procedente de los glaciares y cubiertas heladas. El milímetro y medio de subida anual ahora calculado corresponde sólo al segundo factor, al hielo fundido de los glaciares.
Existen en la Tierra unos 160.000 glaciares y cubiertas heladas y, hasta ahora, se tiene datos directos de su balance de hielo (la suma anual de fusión y formación) de menos de 120. De solo 37 de ellos hay registros de más de 30 años. Las estimaciones globales se venían haciendo extrapolando los datos de esas mediciones directas al resto, con un alto grado de incertidumbre porque influyen mucho factores en la dinámica de cada glaciar, desde su tamaño hasta la topografía local, la altitud o el microclima, explica el experto Jonathan Bamber (Universidad de Bristol, Reino Unido), en la revista Nature, donde se presenta el nuevo estudio global de hielos. Añade que los glaciales son un icono, un símbolo, del cambio climático y que se ha venido asumiendo su retroceso notable en el planeta en las últimas décadas, siempre basándose en esos datos parciales. De ahí la importancia de la investigación de Wahr (Universidad de Colorado en Boulder) y sus colegas, liderados por Thomas Jacob, que ofrece datos globales.
La misión Grace, una colaboración de EE UU y Alemania, esta formada por dos satélites que miden las minúsculas variaciones del campo gravitatorio terrestre debidas a los cambios de masa (capas heladas, océanos, acuíferos y agua acumulada en el suelo) que se producen en las regiones que van sobrevolando. Con estos satélites se habían medido ya los glaciares periféricos de Groenlandia y la Antártida, pero no se había hecho un estudio global.
Las grandes cordilleras asiáticas (Himalaya, Pamir, Tibet, Karakorum y Tianshan, merecen mención aparte en este estudio, porque los resultados del equipo de Jacob muestran que la pérdida de hielo allí es muy inferior de lo que se había calculado. Esto puede ser debido, según explican, a que las estimaciones se hacían con datos tomados en las partes bajas y accesibles de los glaciares de esas cordilleras y extrapolando los registros a todas las alturas. Así el cálculo previo de casi 50.000 millones de hielo perdido al año se reduce, con los nuevos datos de Grace, a unos 4.000 millones de toneladas. “A diferencia de los glaciares bajos, muchos de los de gran altura estarían todavía demasiado fríos para perder masa incluso a pesar del calentamiento de la atmósfera”, apunta Wahr en un comunicado de la Universidad de Colorado en Boulder. La respuesta de los hielos de las cordilleras asiáticas al calentamiento global es de la máxima importancia a escala regional porque, como recuerda Bamber, aproximadamente 1.400 millones de personas dependen de lo ríos que fluyen desde el Himalaya y el Tibet.
Los resultados del nuevo estudio tendrán implicaciones importantes en las proyecciones climáticas futuras, pero los científicos todavía no pueden anticipar cuáles serán las tasas de pérdida de hielo de los glaciares en los años venideros, es decir cómo de rápido se van a ir reduciendo.
En la Tierra y en la LunaLa estrategia de la misión Grace para medir las variaciones en el campo gravitatorio terrestre que ha permitido a Jacob y sus colegas estimar la pérdida de hielo de los glaciares de la Tierra es la misma que utiliza ahora otra pareja de satélites para hacer lo mismo, pero en la Luna. Es la misión Grail, cuyos satélites se pusieron en órbita lunar a principios de enero y que empezarán a tomar datos dentro de poco.
En ambos casos son dos satélites volando en tándem uno detrás de otro en órbita relativamente baja. Los Grace, lanzados en 2002, dan 16 vueltas a la Tierra cada día a unos 500 kilómetros de altura a una distancia entre ellos de 200 kilómetros. Unos dispositivos miden esa distancia con una precisión de una micra (la centésima parte del grosor de un cabello humano). La variación en el campo magnético (debida a un aumento regional de masa) ralentiza mínimamente el satélite que va delante y se acorta la distancia de separación con el segundo. A partir de aquí los científicos pueden calcular las variaciones de masa.
Pero son cálculos muy complicados porque la resolución de las observaciones es demasiado grande (unos pocos centenares de metros) para apreciar la diferencia de la señal entre un glaciar pequeño y otro. Gracias a los datos de grandes concentraciones de masas predefinidas, en combinación con información regional de humedad atmosférica, hidrología y datos de modelos, Jacob y sus colegas han podido desvelar la evolución de los glaciares de la Tierra desde 2003 y 2010.