Hasta ahora, la comunidad científica presumía que los animales salvajes morían antes de hacerse viejos. Un equipo hispano-mexicano de científicos demuestra ahora por primera vez en una población salvaje de aves (Sula nebouxii) que hay envejecimiento en la capacidad para vivir en la naturaleza y para reproducirse.
“Siempre se había pensado que la senescencia es algo de humanos y de animales domésticos porque vivimos más del tiempo que nos tocaría vivir”, explica Alberto Velando, autor principal e investigador en el departamento de Ecología y Biología Animal de la Universidad de Vigo.
Pero la idea de que los animales salvajes mueren por los depredadores o por los parásitos antes de mostrar envejecimiento en la naturaleza ha cambiado “totalmente” en los últimos años: “Hay senescencia en la reproducción y en la capacidad de vivir de los animales salvajes”, confirma Velando.
El estudio, que se ha publicado en Journal of Evolutionary Biology, ha permitido analizar en una base de datos de más de 30 años a una población de piqueros de patas azules (Sula nebouxii), unas aves de larga vida que habitan las costas del Pacífico entre México, las Islas Galápagos y Perú, para determinar su patrón de envejecimiento.
Los resultados demuestran por primera vez que la línea germinal (la línea del ADN que da continuidad a la vida entre generaciones) no está libre de daños. “El ADN del esperma de individuos viejos de estas aves tiene daños. Por tanto, sus hijos pueden tener más probabilidades de enfermedades congénitas”, asegura el biólogo.
En humanos ya se había comprobado recientemente que los hijos de hombres de más de 50 ó 60 años tienen más probabilidades de tener enfermedades genéticas. “Se pensaba que en la naturaleza esto no importaba, que era un defecto de nuestra civilización por vivir más allá de nuestro tiempo, pero resulta que en la naturaleza también ocurre”, certifica Velando.
En el caso de estas aves, el color de las patas sufre envejecimiento y refleja el daño oxidativo en el esperma. Según el experto, las hembras elijen a los machos a través del color, sienten menor atracción por los más viejos con patas de colores más tenues, y evitan así castigar a sus hijos con mutaciones.
El trabajo confirma que, de forma general, los machos de edad media tienen la línea germinal menos deteriorada y tienen patas más coloridas. Para Velando, el estudio permite entender los patrones de selección, y los procesos de evolución y crecimiento de las poblaciones.
“El trabajo abre un nuevo campo de perspectiva sobre lo que está detrás de las señales sexuales y sugiere la importancia de la selección sexual para purgar mutaciones genéticas”, concluye el científico. (Fuente: SINC)
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