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Publicado por Administrador   
domingo, 18 de abril de 2010
Un huerto en casa Esta es una historia real que demuestra que es posible cultivar un huerto "ecológico" en tu casa, casi sin importar donde vivas. Tan sólo necesitas sol, agua y, lo más importante, algo de interés, entusiasmo y amor a la naturaleza. Un tomate criado por ti de forma artesana y natural (sin pesticidas, ni herbicidas, ni abonos químicos) tiene el indescriptible y fantástico sabor de la satisfacción personal.

Vivo en un apartamento en medio de una ciudad, lejos del campo. Siempre he vivido en una ciudad, y mis padres tampoco han tenido nunca tierras que cultivar. Nunca he tenido experiencia en la agricultura, ni había estudiado nada sobre horticultura. Leí en diversos libros la posibilidad de cultivar un pequeño huerto urbano: en macetas, neumáticos viejos... (véase como ejemplo el libro de Nebel y Wrigth o los trabajos de la organización ECHO, la cual se encarga de promover esta agricultura por todo el mundo). A partir de ahí me propuse conseguir un pequeño "huerto urbano y ecológico". Después de unos dos años  los resultados han sido modestos pero prometedores. Podría decirse que ha sido un éxito. A continuación expongo mi experiencia y algunas conclusiones, para animar al lector a ser "agricultor". Si yo lo conseguí, cualquiera puede hacerlo.

1. Leer, Elegir y Conseguir Material

 Dada mi ignorancia en agricultura y horticultura lo primero que hice fue leerme un par de libros genéricos no muy técnicos, para principiantes (fáciles de encontrar en cualquier biblioteca o librería). Además, en la librería encontré el libro "Frutales en Macetas" de Peter Klock. Por último, leí el artículo de los miembros de ECHO Price y Meitzner. Ese estupendo artículo demuestra la facilidad de un huerto urbano y de él destacamos lo siguiente:

Objetivo: Conseguir un huerto urbano barato y fácil de cuidar, obteniendo una producción meramente satisfactoria (sin pretender la optimización comercial). Este objetivo les hace rechazar el cultivo hidropónico.

Profundidad y Recipientes: Un huerto urbano no requiere mucha profundidad. Ellos han demostrado que en 7-15 centímetros de profundidad se puede plantar casi de todo (zanahorias, tomates, judías, maíz, guisantes, calabazas, rábanos, berenjenas, pepinos, albahaca, menta...). Las raíces no requieren mucho volumen si tienen suficiente agua, aire y nutrientes. Respecto a los recipientes, no hacen falta ninguno. Se puede hacer un montón con forma de meseta sobre el suelo de cemento o sobre una tabla y plantar ahí. Por supuesto, se puede hacer un recipiente con paredes. Ellos han tenido éxito hasta plantando plantas pequeñas (lechugas, cebollas...) en un canalón de los que recogen el agua de lluvia de los tejados.

Nutrientes y Aire: Lo mejor es plantar en compost (no usan tierra), aunque también sirven otras mezclas (hierba cortada, hojas de árboles, malas hierbas, serrín...) que se convertirán en compost con el tiempo. Incluso, aconsejan usar un fondo con materiales difícil de corromper y que creen huecos (latas de bebida cortadas, cáscaras de coco, grava, esquirlas de madera...), con objeto de que las raíces encuentren el aire que también necesitan. Estos huertos tienen la ventaja añadida de que su poco peso permite que se instalen en cualquier lugar (tejados, terrazas...).

 Agua: La principal diferencia de estos cultivos con respecto a los tradicionales es que hay que regarlos muy a menudo (incluso diariamente o más aún). Si el agua es muy abundante y se tira, se pierden nutrientes (lixiviación). Para no tener que regar mucho, proponen usar un fondo estanco, donde se acumule el agua asegurando un nivel de agua más o menos constante y con al menos 4-6 cm. de suelo por encima de ese nivel. Conseguir un nivel fijo es simple con un bidón de agua con un agujero en su tapadera, colocado invertido sobre el fondo de la balsa, que debe estar delimitada. Esta construcción es muy simple: Se colocan unos palos en forma de cuadrado, se pone un plástico encima que formará la balsa, se pone el montón donde se plantará en un lado y el bidón invertido en otro. Con una cuña levantando el bidón puede controlarse el nivel del agua.

Los libros aconsejan escoger una ubicación que reciba, al menos, 8-10 horas de luz solar directa. La ventana más soleada de mi casa (orientación Oeste) recibe sol unas 7 horas en verano (menos en invierno). Lo ideal es una terraza sin edificios que bloqueen el sol (en lo alto de un edificio por ejemplo), pero yo no dispongo de ese lujo.

 Por simplicidad y para no tener que regar muy a menudo usé maceteros de plástico más profundos de lo estrictamente necesario: Tres de 39 cm. de diámetro y 30 de profundidad, uno un poco más grande y otro más pequeño de 24 y 24 cm. El más pequeño dio frutos estupendos y escogí los grandes porque también quería plantar árboles frutales.

2. Plantar para recoger

Escoger lo que plantar no debe ser complicado y depende de los gustos personales, del clima local... Y en cualquier libro es fácil encontrar la época de siembra para cada especie. En mi caso, estos han sido los resultados:

En el macetero grande trasplanté una higuera (Ficus carica) comprada en un vivero (me costó menos que el macetero). En diversos sitios leí que las higueras se adaptan muy bien al cultivo en macetas y efectivamente ha sido así. Sin embargo, esta ha sido la única planta de mi huerto que no ha dado frutos... aún.

En otro macetero trasplanté una planta de espárragos de pocos años. Los espárragos pueden plantarse de semilla pero tardan 3 años hasta que dan la primera cosecha. Yo recogí espárragos el primer año, aunque el segundo ha sido más generoso. Lo bueno de los espárragos es que es una planta perenne y pueden durar más de 20 años. En mi caso la cosecha sólo ha dado para una exquisita tortilla y algunos espárragos más que acabaron en un puré de verduras.

 En el resto de maceteros se plantaron tomates. El resultado son unos tomates maravillosos de tamaño pequeño-medio, muy sabrosos y abundantes. El macetero pequeño da unos tomates más pequeños, pero igual de sabrosos y le quité algunas flores, para no abusar de la pobre planta.

En uno de los maceteros, el invierno pasado trasplanté un melocotonero enano (Prunus persica). En la primavera, sus flores rosas alegraron el paisaje. A pesar de haber quitado algunas flores, los frutos no fueron muy grandes pero hay que tener en cuenta que es un melocotonero enano. No obstante, merece la pena verlos crecer.

3. Abono natural, compost y malas hierbas

El abono o fertilización de la tierra es fundamental y si no se incorpora materia orgánica suficiente habrá que utilizar fertilizantes químicos comerciales. Si el huerto es pequeño será fácil conseguir abono natural: Estiércol animal es fácil de conseguir (los humanos somos animales), y convenientemente enterrado no huele. Lo mejor es probar distintas opciones: Si consigue estiércol de caballo verá que no huele. Yo también usé el de mis periquitos.

También es fácil hacer compost un abono natural ecológico resultante de la descomposición de materia orgánica, tal y como hace la naturaleza. Hacer compost es simple (búsquelo por Internet o en algún libro). Para nuestro pequeño huerto urbano podemos usar un macetero vacío y depositar poco a poco restos orgánicos (basura orgánica): la piel de una manzana o de otra fruta o verdura, una cáscara de huevo, hojas secas, una pera que se estaba pudriendo... Vale cualquier resto orgánico y si podemos partirlo en trozos mejor, pues más rápida será la descomposición. Esa descomposición puede tener efectos desagradables (olores y mosquitos), pero puede evitarse depositando los restos orgánicos poco a poco para que la descomposición se haga paulatinamente y no de golpe. Si se usan básicamente restos vegetales sólo habrá unos pequeños e inofensivos mosquitos que revolotearán siempre cerca del recipiente. Además, es importante que la descomposición se haga al aire, por lo que si se depositan muchos restos orgánicos será bueno remover de vez en cuando. Cuando el recipiente del compost esté lleno, negro y bien descompuesto tendremos un abono estupendo que no huele y que debe mezclar con la tierra cuando quiera. La descomposición del compost es más rápida en ambientes cálidos y húmedos (deposite al sol y riegue si es posible). Evite, en lo posible, echar semillas al compost ya que al abonar también estará plantando esas semillas.

Averigüe cuando y cómo es la mejor forma de abonar. En general lo mejor es un mes antes de la siembra y mezclando el compost con la tierra, lo cual también sirve como técnica de arado. Por último, si no puede conseguir abono natural ecológico de forma gratuita, puede comprarse en cualquier tienda de plantas: El guano es un abono muy bueno.

Quizás lo mejor es usar varias técnicas de fertilización. Si sobre la tierra deposita materia orgánica de vez en cuando, ésta se irá descomponiendo lentamente (aquí hay que tener en cuenta que los microorganismos descomponedores usan los mismos elementos fertilizantes que las plantas, por lo que éstos no estarán disponibles hasta la total descomposición: hasta que obtenemos compost). Se ha demostrado científicamente que también es práctico regar alguna vez con orina diluida en el agua pues contiene nitrógeno, fósforo y potasio (en Suecia se ha usado para el trigo con resultados excelentes).

Las malas hierbas también son un problema, pero la solución es quitarlas "a mano" para que no compitan con nuestras plantas por el agua y los nutrientes. Para evitarlas es muy eficaz hacer un acolchado en la tierra depositando hojas secas sobre la tierra que, con el tiempo, se convertirán en abono. La regla es "todo lo que sale de la tierra o se come o vuelve a la tierra".

4. Otros detalles

El control de plagas y enfermedades puede ser complejo y si ocurriera deberá averiguar cómo solucionarlo. Yo no he tenido ningún problema aún y ni siquiera he aplicado la técnica más básica para prevenir: La rotación de cultivos. Si se plantan alternativamente cultivos de plantas de distinta familia se reduce el riesgo de padecer este tipo de problemas.

Cualquier huerto es incompleto si no hay vida animal. Pero la naturaleza nos sorprende proporcionando esa vida animal gratuitamente y sin esfuerzo. Mi pequeño huerto se ha convertido en un oasis en medio de tanto cemento y asfalto. Allí vienen los más variados insectos para hacer una parada y repostar. Si lo único que sentimos por estos animales es odio, entonces lo mejor es renunciar a nuestro huerto y seguir encerrados entre cemento y ladrillo. La vida se abre camino... ¡dejémosla!. En mi huerto vive una pequeña y esquiva lagartija. ¡Quién sabe qué habría sido de ella sin mi huerto!.

Los maceteros de plástico son baratos pero son mejor los de barro, porque respetan más la temperatura de la tierra aunque pesan más. Una solución es cubrir los maceteros para evitar que reciban el sol de forma directa. En verano tuve que regar a diario los tomates. Hay sistemas de riego automático muy simples. Otra solución es usar un huerto con balsa como se explicó anteriormente.

5. Conclusiones

Es posible cultivar tomates o melocotones en una maceta en medio de una ciudad. No hacen falta grandes conocimientos, ni grandes inversiones. Que si quieres, puedes. Te encontrarás algunos problemas que seguro que solucionarás. Algunos vecinos se quejaron de mi huerto y tuve que cambiar la ubicación inicial. Pero si en las fachadas de mi ciudad proliferan los aparatos de aire acondicionado colgados, ¿por qué no pueden proliferar los maceteros-huerto colgados? ¿Y en tu terraza o balcón?

Quizás, uno de los problemas ecológicos más graves es que en el mundo hay mucha gente que no cultiva nada de lo que come ni sabe lo que come, lo cual nos lleva a la agricultura intensiva. Y si la agricultura intensiva tiene graves problemas medioambientales, mucho peor es la ganadería intensiva, lo cual nos puede llevar a investigar las razones para ser vegetariano o tender hacia el vegetarianismo.

Con esto ocurre como con la energía: Es necesario descentralizar su producción. Son mejores pequeñas centrales limpias (solar...) que grandes centrales sucias (nuclear, térmica...). Igualmente, muchos pequeños huertos ecológicos (sin buscar el autoabastecimiento), harán que la naturaleza esté más cerca de nosotros y que nosotros estemos más cerca de ella.

En San Petersburgo, por ejemplo y a pesar de su clima, se está usando la agricultura urbana en multitud de terrazas privadas, pero también en colegios, prisiones, reformatorios... con excelentes resultados. Esa ciudad no es un caso aislado, pues distintas organizaciones están fomentando la agricultura urbana en lugares como Toronto, Vancouver, Philadelphia, Copenhage, Londres, Georgia, Albania, Zaragoza, Haití, San Salvador, Bangladesh, Ruanda, Kenia, Zambia y otros sitios de todos los continentes.

Las posibilidades de un huerto urbano son bastante amplias. En maceteros mucho más pequeños planté también romero (delicioso en ensaladas), yerbabuena (con batido de fresa o en infusión está excelente) y otras plantas no comestibles (lavanda, crásula, echevería...). Y este año probaré con un cultivo de invierno: en marzo plantaré lechugas. ¡Suerte a todos!.

Referencias:

1) Organización ECHO (Educational Concerns for Hunger Organization): Promueve soluciones para paliar el hambre del mundo.
2) Martin L. Price, Laura S. Meitzner: "Above-Ground Gardens". ECHO technical note and Chapter 17 of ECHOS's book "Amaranth to Zai Holes", 1996.
3) Urban Agriculture Network and the United Nations Development Programme: "Urban Agriculture: Foods, Jobs and Sustainable Cities". Libro coeditado por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas.
4) RUAF (Resource centre on Urban Agriculture & Forestry: www.ruaf.org.
5) Urban Agriculture Notes by City Farmer: www.cityfarmer.org.
6) Libros para Mejorar el Mundo: www.resumelibros.tk.
7) Joaquín Araújo: "Ecos... lógicos, para entender la Ecología". Editorial Maeva, 2000.
8) B.J. Nebel, R.T. Wrigth, "Ciencias Ambientales: Ecología y Desarrollo Sostenible", 6ª edición. Prentice Hall, 1999. 


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