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Buenos Aires: rumbo al clima subtropical Imprimir E-Mail
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Publicado por Administrador   
jueves, 25 de febrero de 2010
Inundaciones en Buenos Aires Sensación térmica de casi 40 grados, humedad del ciento por ciento y lluvias torrenciales; el trópico llegó a Buenos Aires. Dos meteorólogos consultados por Página/12 coincidieron en su diagnóstico: en las próximas cinco semanas las precipitaciones superarán la media normal. “El efecto invernadero produce calor constante sobre el planeta y exacerba todo tipo de fenómeno climático: lluvias, aluviones, tornados e, incluso, las sequías serán mucho más intensas en los próximos años si no tomamos conciencia de los límites del crecimiento en la Tierra”, advirtió Osvaldo Canziani, físico, doctor en Meteorología de la Universidad de Londres e integrante del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2007.

A raíz de la intensa lluvia, el pasado viernes a las 17 habían caído sobre la ciudad de Buenos Aires 31,9 milímetros de agua. Una hora después, la cifra se duplicó, hasta alcanzar 74,8, a las 21. La humedad, para entonces, superaba el 97 por ciento y la temperatura sólo había descendido unos grados, porque una masa de aire caliente continuaba en el aire. “Como en Brasil o Ecuador, la ciudad y la provincia de Buenos Aires se encuentran dentro de una masa de aire tropical, donde las temperaturas no descienden de los 25 grados y la humedad supera el 90 por ciento”, confirmó a Página/12 Luis Rosso, meteorólogo y gerente del Area Servicio a la Comunidad del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).

Rosso atribuye el cambio climático de Buenos Aires a dos causas distintas, pero que juntas posibilitan un nivel de precipitaciones mayor a lo normal. “En febrero y marzo estamos en una fase de la corriente de El Niño, que produce en nuestra región intensas lluvias”, dijo Rosso. Además del fenómeno generado en el Océano Pacífico, según el especialista, “hay un calentamiento de las aguas del Atlántico y, en consecuencia, el viento que ingresa por el norte viene cargado con mayor humedad”.

Si para Rosso el clima tropical en Buenos Aires se produce “no sólo por el calentamiento global, sino que también existen otros factores intervinientes”, para Canziani “el efecto invernadero es absolutamente responsable de las tormentas y cualquier fenómeno climático extremo”. No es que las lluvias torrenciales no hayan ocurrido antes, “pero ahora son más frecuentes y mucho más intensas”, dijo el físico.

Los fenómenos de El Niño y La Niña “tienen más de doce siglos de evaluación –dijo Canziani y explicó–: los indígenas pronosticaban el clima en base a los fenómenos oceánicos”. Según el físico, el crecimiento poblacional, el ilimitado consumo humano y la falta de uso de energías alternativas son los causantes de que las catástrofes naturales se intensifiquen. “Si sigue aumentando de tamaño la industria y continúa el uso de energías no renovables, la Tierra no va a dejar de calentarse y es una tendencia que no se puede revertir porque ningún país cede”.

Un ejemplo: “Los países emergentes que hasta ahora no producían dióxido de carbono, al reactivar su economía duplican la emanación de gases. También, países como Argentina o Brasil, para aumentar las fronteras agrícolas y así producir más alimentos, deforestan”. Para Canziani, sin embargo, los países desarrollados son los que verdaderamente producen un aumento significativo del balance neto de emisiones tóxicas. “Si todos consumiéramos como el norteamericano medio o el europeo occidental, necesitaríamos para vivir cinco o seis planetas más, hay que ser conscientes de los límites de la Tierra”, concluyó el físico.

Mariana Seghezzo
Fuente: Página|12

Los especialistas explican por qué llueve tanto

Esa combinación extraordinaria se suma al cambio climático global y explica el porqué de tanta lluvia en toda la costa sudamericana.

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La seguidilla asusta. En poco más de medio mes se sobrepasaron, y por mucho, los promedios históricos de lluvias para febrero en varias zonas del país, lo que lleva a eventos extremos e inusuales como el trágico desprendimiento de tierra y barro de Comodoro Rivadavia o la increíble y selectiva inundación de ciertos barrios de la Ciudad de Buenos Aires dos veces en una misma semana –casualmente los más propensos a anegarse por cuestiones de infraestructura–, hecho que la dejó a un paso de romper el récord de lluvias para este mes. Y todavía faltan nueve días para que finalice.

Según el Servicio Meteorológico Nacional, hay excesos de lluvias también en Entre Ríos, todo el noreste y el sur de Buenos Aires, buena parte de Santa Fe, Córdoba, La Rioja y el este de Salta.

Por qué

Aunque a la hora de buscar responsables el villano preferido es el cambio climático global, el fenómeno es tan general que meteorólogos y especialistas en clima prefieren explicaciones de orden un poco más práctico. En concreto, se apunta entonces al fenómeno de El Niño –que cambia la circulación atmósferica global a partir de un calentamiento puntual del Océano Pacífico a la altura de los trópicos– y a una elevación de temperaturas en el Océano Atlántico.

La secuencia sería así: “Que el Atlántico esté más caliente implica una mayor evaporación y, por los vientos que vienen hacia la costa oriental de América del Sur, llega más cantidad de vapor al continente. En la medida en que haya más disponibilidad de vapor es probable una mayor frecuencia de lluvias que, además, tendrán mayor intensidad”, aseguró Roberto De Ruyverg, experto en Ciencias de la Atmósfera del INTA.

El fenómeno es tan amplio que lleva a situaciones similares a lo largo de toda la costa sudamericana, incluyendo como puntos álgidos al Uruguay y a la ciudad brasileña de San Pablo, que en enero de este año duplicó su media histórica de precipitaciones, provocando innumerables dificultades a sus millones de habitantes.

Por su parte, Pablo Mércuri, director del Instituto de Clima y Agua del INTA, volvió a mencionar a El Niño: “Las lluvias están más relacionadas con la variabilidad interanual. Estamos viviendo un año El Niño con más precipitación de lo normal sobre todo en el este del país, litoral y región pampeana. Por otro lado, son años de tormentas convectivas; es decir, de tormentas de gran intensidad como las de estos días, con mucho milimetraje en un corto período de tiempo”. El especialista también habló de las culpas que habría que reprocharle al calentamiento global. “Desde el punto de vista del cambio climático, uno de los enunciados con consenso científico es que se observa una mayor frecuencia de eventos extremos; es decir, granizo y tornados siempre han ocurrido, pero ahora suceden mucho más y con mayor intensidad. Los datos así lo muestran”, señaló.

Capital. Si el calor hace que los fenómenos de lluvias sean particularmente fuertes, el contexto de la isla de cemento que es Buenos Aires hace que se sufran aún más.

Liliana Núñez, jefa del departamento de Agrometeorología del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), explicó a PERFIL las cualidades de la tormenta que azotó la Ciudad el último lunes. Sobre todo, por qué cayó con tanta intensidad sobre algunos barrios y casi nada sobre otros. “Fue una sola nube, con un desarrollo vertical muy importante, de más de 10 km. No llegó a batir el récord de los 18 km pero tenía mucha agua y una extensión horizontal chica. Por eso, ciertos barrios y el Conurbano no fueron afectados”, dijo. Los dos únicos medidores del SMN en la Ciudad marcaron 91,8 milímetros de agua caída en Villa Ortúzar; alrededor de 20 en Aeroparque y se estima que en lugares como Santa Fe y Juan B. Justo superó los 120 milímetros.

Pero no fue la única particularidad de esa lluvia: a diferencia de la tormenta de ayer, que se había anunciado desde temprano, la nube del lunes no era de importancia hasta que cruzó la General Paz hacia el centro de la capital. De repente, debido al microclima caliente de la Ciudad, que los expertos llaman “núcleos de condensación”, se consolidó como una nube que prácticamente “explotó”, según graficó Núñez. “Ese tipo de tormentas son imposibles de pronosticar, por eso no dimos el alerta”, señaló, en relación con la ausencia de alarma, que fue criticada por el Gobierno porteño. “Si cada vez que se acerca una nube de ese tipo diéramos una advertencia, la mayoría quedaría en la nada y la sociedad no nos creería”, explicó.

Esos núcleos porteños de condensación de agua y la cada vez más alta densidad de edificios, sumado al cambio climático, conforman un combo que hace que situaciones como las de esta semana tiendan a convertirse en habituales.

Las consecuencias llegaron a Comodoro Rivadavia

En todo 2009, en Comodoro Rivadavia cayeron 86 milímetros de lluvias. El miércoles 17 a la noche y en sólo tres horas llovió la mitad de esa cifra, lo que provocó grandes e inesperados desprendimientos de tierra y barro del cerro Chenque que divide a la ciudad en dos y provocó anegamientos y la muerte de tres personas.

“Este mes tuvimos ráfagas de vientos de 120 km, con voladuras de techos y vuelcos de autos. Las tormentas eléctricas como las de estos días no son comunes en esta zona porque el clima es seco. Nadie recuerda algo parecido”, contó a este diario Silvana Iglesias, periodista porteña que vive en Rada Tilly, a 14 km de Comodoro.

Es que si bien el fenómeno de calentamiento de la superficie del Atlántico es más fuerte sobre las costas de Brasil y el Río de la Plata, también afecta al sur del país. La lluvia que afectó a la ciudad patagónica es similar a las que viene sufriendo el litoral, de mucha intensidad y corta duración, algo llamativo para el panorama más bien desértico de esa zona. “Acá nunca se produce este tipo de tormenta, el clima está rarísimo. Desde diciembre que tenemos viento, pero intenso y constante”, concluyó Iglesias.

Martin de Ambrosio
Fuente: perfil.com

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