Estaba previsto como uno de los encuentros más importantes en la antesala a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre cambio climático, antes de comenzar en Copenhague. Pero la reunión de los líderes de la cuenca amazónica, que se lleva a cabo desde el jueves en la ciudad brasileña de Manaos, perdió en los últimos días a algunos de sus representantes de mayor peso.
El anfitrión del evento, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, había invitado a los líderes de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guayana Francesa.
Sin embargo, el miércoles el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, canceló su asistencia a la cumbre, sumándose así a sus pares de Bolivia, Evo Morales; Ecuador, Rafael Correa; y Perú, Alan García, quienes también anunciaron que enviarán a representantes en su lugar.
Este jueves se conoció además que Hugo Chávez cancelaba también su viaje.
Expertos afirmaron que las ausencias de Uribe y Chávez y los demás líderes regionales le quitan peso político al encuentro.
No obstante, su falta será compensada por la presencia del presidente francés, Nicolás Sarkozy, quien viajará a Manaos en representación de Guayana Francesa.
Postura común
Cuando convocó al evento, Lula anunció la intención de buscar una postura aunada para que los países que comparten la selva del Amazonas presenten un frente común en Copenhague.
Uno de los puntos principales que se discutirán en el encuentro de la ONU es la creación de un mecanismo para proteger los bosques tropicales.
La intención del mandatario brasileño es que los países de esa región se pongan de acuerdo sobre cuál es el mejor mecanismo para lograr este fin.
Brasil propone tres alternativas. Una es la creación de un fondo común, que podría ser solventado a través de aportes voluntarios u obligatorios. Ese dinero se utilizaría para conservar y monitorear el Amazonas.
Otra es la creación de un sistema por el cual se establecen límites para la cantidad de gases de efecto invernadero que puede generar cada país y se recauda dinero a través de la venta de permisos excedentes.
La tercera opción, utilizada en la actualidad por empresas privadas, es la creación de un mercado de bonos de carbono, que permitiría a los países comprar “permisos de emisión de gases” y evitar de esta forma tener que reducir su propia contaminación.
La propuesta brasileña es que esta última alternativa esté regulada y que pueda funcionar de forma limitada.
Diferencias
Según Joao Talocci, coordinador de la campaña del clima de la ONG ambientalista Greenpeace, existe una fuerte presión por parte de algunos países desarrollados, liderados por Estados Unidos, para hacer prevalecer este sistema de venta de bonos de carbono.
Hablando desde Manaos poco antes del comienzo de la cumbre amazónica, Talocci dijo a BBC Mundo que era posible que países aliados a EE.UU., como Colombia, también buscaran defender este mecanismo.
Para los ambientalistas, la creación de un mercado de bonos de carbono no logrará reducir la concentración de gases dañinos en la atmósfera.
Otra diferencia que podría surgir del encuentro este jueves tiene que ver con el alcance de las medidas acordadas. Para Brasil es importante que cualquier mecanismo que se aplique tenga carácter nacional.
Otras naciones prefieren que los mecanismos sean aplicados por las autoridades estatales.
A pesar de los desacuerdos, Talocci cree que es muy posible que los vecinos amazónicos logren encontrar una postura común, algo que consideró sumamente importante para encarar el encuentro internacional en Copenhague.
“Lo más importante de esta reunión va a ser que los países latinoamericanos también puedan llegar a un acuerdo con Francia, ya que de este modo contarían con el respaldo de la Unión Europea, que será uno de los principales donantes para la protección de las selvas”, señaló el experto.
Deforestación
Es posible que durante la cumbre Lula también busque el compromiso de sus vecinos amazónicos para luchar contra la deforestación y para reducir la emisión de gases que generan el efecto invernadero.
Hace pocos días el gobierno brasileño anunció su intención de reducir entre un 36,1% y un 38,9% la producción de gases que el país estima generar en 2020.
Para la misma fecha, Brasil también se comprometió a cortar en un 80% la deforestación en la zona amazónica.
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