El Gobierno ruso y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) llevarán a cabo conjuntamente una campaña internacional para duplicar la decreciente población mundial de tigres, estimada en unos 3.200 ejemplares. "El tigre es una de las fieras salvajes más populares del mundo. Su extinción sería irreparable. A principios del siglo XX había unos 100.000 tigres en el mundo y su número no ha dejado de decrecer desde entonces", señaló Ígor Chestin, director del WWF ruso.
La campaña se propone duplicar el número de estos felinos en Rusia, India, China y otros diez países asiáticos más entre 2010 y 2022, los dos próximos Años del Tigre, según el calendario chino.
El WWF ha logrado el respaldo del Gobierno de Moscú, cuyo primer ministro, Vladímir Putin, se ha comprometido a acoger en septiembre del próximo año en Vladivostok, capital del lejano oriente ruso, una cumbre internacional para la protección de esa especie en peligro de extinción.
"Putin nos ha dado su visto bueno. Sin voluntad política es imposible proteger a las especies salvajes. La situación del tigre es inquietante. No podemos esperar más", indicó.
El objetivo es que en la cumbre participen los jefes de Gobierno de los trece países donde existen tigres, entre los que se encuentran también Mongolia, Malasia, Nepal, Bangladesh y las dos Coreas.
"El Gobierno y el WWF colaborarán en la elaboración del programa de la cumbre, en la que se deben adoptar medidas que sean vinculantes para todos los países implicados", apuntó.
El WWF tiene previsto organizar en los próximos meses diferentes actividades de concienciación como campañas publicitarias, conciertos, exposiciones y eventos deportivos.
"El que lo desee podrá apadrinar un tigre previo pago de 25.000 rublos (830 dólares, unos 600 euros)", dijo Olga Piédova, portavoz del WWF.
Además, recurrirán a estrellas del espectáculo que hayan nacido en el Año del Tigre para que cedan su imagen y ayuden a recaudar dinero para la causa.
En total, la campaña tiene previsto recaudar mil millones de dólares, dinero que se destinará a la apertura de un centro de investigación, la alimentación y la mejora del hábitat de la especie.
En territorio ruso viven entre 450 y 500 tigres, todos en la cuenca del río Amur, frontera natural entre Rusia y China, pero su número ha comenzado a decaer en los últimos años debido a la creciente actividad de los cazadores furtivos y del comercio ilegal de sus preciadas pieles, cabezas y garras.
"El Gobierno central ha cedido la persecución de los cazadores furtivos a las regiones, que han reducido el número de guardabosques y vigilantes", apuntó Chestin.
Los activistas estiman entre 30 y 50 el número de tigres siberianos, los más grandes del mundo, que son abatidos anualmente en este país.
En cuanto a los turistas, las zonas donde vive el tigre ruso son de difícil acceso, por lo que éstos no representan una amenaza, lo que no es el caso del bengalí o del que hay en el sur de China, donde la densidad de población es muy alta.
"Los tigres viven en la taiga. Su hábitat preferido son los bosques de cedros coreanos, que es donde viven los jabalíes, una de sus piezas favoritas. Además, también cazan renos", explicó Chestin.
El activista subrayó que el tigre de Amur, conocido mundialmente como siberiano, no puede vivir en la inhóspita tundra, debido a la falta de árboles y animales salvajes.
"No es por el frío. El tigre es un felino que está acostumbrado a la nieve. Es por la falta de alimento. El tigre es un animal carnívoro, no puede subsistir con frutos salvajes y otras hierbas. Por eso, sólo puede vivir en el sur y nunca en el norte de Siberia", apuntó.
Chestin es partidario de ceder algunos ejemplares de tigre ruso a China, con el fin de que el gigante asiático puede repoblar las regiones nororientales del país, antaño hogar de centenares de felinos.
"Se trata de una zona adonde los tigres del Amur cruzan la frontera y se desplazan periódicamente, pero donde no viven de manera permanente", comentó.
WWF mantiene que el tigre siberiano no es un animal peligroso para el ser humano, ya que sólo ataca cuando está herido o se trata de un ejemplar de edad avanzada que, al no poder cazar, opta por atacar animales domésticos.
Chestin considera que el tigre "es un depredador que ocupa la cúspide en la pirámide de la vida salvaje, por lo que su número es un claro indicador de la situación de la fauna en nuestro planeta".
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