La cáscara de arroz, un residuo de la industrialización del cereal que hasta ahora no era aprovechado en Uruguay, será quemada con fines energéticos. De esta forma, no sólo se generará energía eléctrica para abastecer a la red del país, sino que a la vez se reducirán las emisiones de metano que se producen cuando estos desechos quedan en canteras a cielo abierto.
Tras más de dos años de trabajo, la primera planta de producción de energía a partir de cáscara de arroz está lista para comenzar a operar.
Fenirol, un consorcio integrado por tres grupos uruguayos y el grupo griego Tsakos, se instaló en el departamento de Tacuarembó, uno de los principales centros forestales, ubicado en el centro del país. Generará energía eléctrica a partir de biomasa, con cáscara de arroz y con residuos forestales.
Esta planta, junto con otras seis que se están construyendo o que están a punto de comenzar a operar, se enmarcan en una política de diversificación de la matriz energética, según explicó Ramón Méndez, Director Nacional de Energía.
Si bien Fenirol generará 10 megavatios de energía, la meta es que para 2015 se generen en el país 200 megavatios a partir de biomasa.
"Un pasivo medioambiental se transforma en un activo energético, es decir, algo que tiene un costo para su disposición final, se convierte en un generador de riqueza. A la vez, estamos mitigando los efectos del cambio climático", indicó Méndez.
Armando Bonilla, de Tsakos, dijo a BBC Mundo que frente a "un problema bastante serio, que no se sabe qué hacer con los residuos de podas, encontramos que había una muy buena oportunidad" de generar energía a través de biomasa.
A eso se sumó el hecho de que en la zona hay dos molinos arroceros, que también se enfrentaban al problema de qué hacer con la cáscara de arroz.
En el proceso de producción del arroz, la cáscara generada en los molinos se deposita en canteras. Muchas veces estos residuos se queman, con el consiguiente impacto en la calidad del aire.
Cuando no se queman, se acumulan en pilas donde se fermentan y se descomponen lentamente, produciendo emisiones de metano a la atmósfera. Ahora, la quema de la cáscara para producir energía evitará la contaminación.
El proceso
La planta recibe los residuos forestales en forma de chips o de rolos que luego se convierten en chips y se acumulan en gigantescas montañas. Mediante cintas transportadoras se llevan a silos que abastecen tres gasógenos, explicó Bonilla.
"Dos de ellos están dedicados a chips de madera y el tercero a cáscara de arroz, que se almacena en silos separados. Mediante un sistema de gasógenos se hace una quema parcial que genera un gas de combustión, que es el combustible de una caldera gigantesca de alto rendimiento".
Allí, continúa, se genera vapor que se inyecta en una turbina, y que a su vez mueve un alternador que genera energía eléctrica. "Es similar a la de una turbina hidroeléctrica, sólo que esa turbina mueve una corriente de agua. En este caso mueve una corriente de vapor. El proceso es extremadamente eficiente en cuanto a que prácticamente no hay emisiones", aseguró.
Bonilla indicó que lo que no se usa como energía, tiene además otro destino. "Se produce una mínima cantidad de cenizas, que en el caso de la cáscara de arroz se utiliza para la industria de abrasivos y en el caso de las cenizas de los chips de madera se utilizan como fertilizantes". Todos ganan
La planta generará 10 megavatios que en su casi totalidad, con excepción de una pequeñísima parte para consumo de la planta, venderá a UTE, el ente estatal de distribución de energía eléctrica.
"Puede abastecer completamente a la ciudad de Tacuarembó, de unos 60.000 habitantes, y a las industrias que están allí", dijo Bonilla.
La papelera Botnia ha sido la pionera en generar energía eléctrica a partir de biomasa en Uruguay. Actualmente produce 120 megavatios, de los cuales 90 son para consumo propio y 30 vende a la red de UTE, explicó Méndez. La diferencia es que estos nuevos emprendimientos generarán energía con el propósito exclusivo de venderla a la red del país.
Cuando la planta de Fenirol comience a funcionar, la empresa obtendrá un beneficio adicional por el hecho de generar energía con biomasa, al producir un ahorro en el consumo de combustibles fósiles.
Bonilla explicó que "de acuerdo al Protocolo de Kyoto, por cada tonelada de anhídrido carbónico que UTE deja de emitir a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles a consecuencia de nuestro suministro de energía, tenemos derecho a la emisión de un Certificado de Carbono que se vende en el mercado internacional".
UTE se comprometió a comprar energía eléctrica a estas empresas durante 20 años, a un precio predeterminado.
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