Según un nuevo estudio, las inusuales temperaturas altas en el Ártico y las fuertes lluvias en los trópicos probablemente fueron lo que condujo a un incremento global del metano atmosférico en los años 2007 y 2008, después de una década casi sin crecimiento. El metano es el segundo gas con efecto invernadero más abundante después del dióxido de carbono, aunque está presente en mucha menor cantidad que este último.

Unos científicos de la NOAA y colegas suyos analizaron mediciones realizadas sobre muestras de aire tomadas semanalmente entre 1983 y 2008 de 46 ubicaciones de la superficie terrestre de todas partes del mundo.

Al menos tres factores contribuyeron probablemente al incremento del metano, según Ed Dlugokencky y su equipo de expertos de Estados Unidos y Brasil. Las temperaturas fueron altas en el Ártico, se desencadenaron incendios importantes en bosques tropicales, y la lluvia caída en Indonesia y en la cuenca amazónica fue mayor de lo normal.

La lluvia extra en los trópicos produjo mayores áreas húmedas y más días de ambiente muy húmedo, permitiendo que los microbios produjeran más metano.

Las observaciones realizadas mediante satélites y estaciones en tierra sugieren que la quema de biomasa, o sea, la combustión de vegetales y otros materiales orgánicos que libera dióxido de carbono y metano, aportó cerca de un 20 por ciento del total de metano liberado a la atmósfera en 2007.

En el periodo de 2007 en que se realizaron las mediciones de metano para las zonas húmedas del norte, incluyendo las árticas, las temperaturas fueron anormalmente altas. Este incremento de temperatura coincidió con el gran salto en la cantidad de metano registrado en esa área.

El metano se produce típicamente en ambientes carentes de oxígeno, tales como humedales inundados, turberas, arrozales, basureros, colonias de termitas, y el tracto digestivo de vacas y otros animales rumiantes. El gas también escapa a la atmósfera durante la extracción y distribución de combustibles fósiles y durante los incendios.

Fuente: NC&T