 Se llevó a cabo en el Parque Ecológico El Puma, de Candelaria, el taller de capacitación para la conservación del Tapir y el Pecarí Labiado. Un informe, que fundamentó la necesidad de realizar la actividad, sostiene que ambos animales son presas de los grandes felinos y que su situación es precaria, especialmente en la Argentina, donde se enfrentan a amenazas que incluyen la cacería, la degradación de su hábitat y la transmisión de enfermedades de parte del ganado doméstico.
El curso fue organizado por Silvia Chalukian y Mariana Altrichter, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Ministerio de Ecología, Recursos Naturales Renovables y Turismo de Misiones.
Desde 2004 se inició un ejercicio internacional para analizar la distribución y el estado de conservación del tapir y los pecaríes, donde participaron especialistas de toda América Latina.
Entre 2005 y 2007 se elaboró un plan de acción nacional para la conservación del Tapir, promovido por el Proyecto de Investigación y Conservación del Tapir NOA y con el apoyo de la Dirección de Fauna Silvestre de la Nación, entre otros organismos.
Este taller, dirigido al personal del Ministerio de Ecología, como guardaparques, biólogos y guardafuanas, y a distintos sectores de la Universidad Nacional de Misiones, contó con la colaboración de Soledad de Bustos, Leonidas Lizarraga y María Saravia.
Un informe, que fundamentó la necesidad de realizar el taller, sostiene que los tapires y pecaríes son presas de los grandes felinos y que su situación es precaria, especialmente en la Argentina, donde se enfrentan a amenazas que incluyen la cacería, la degradación de su hábitat y la transmisión de enfermedades de parte del ganado doméstico.
A los largo de su distribución son cazados por sus carnes y cueros o como actividad deportiva; representan, además, una fuente importante de proteínas para grupos indígenas.
El norte argentino, sostiene el informe, se encuentra bajo una fuerte presión debido a la expansión de la agricultura, ganadería y plantaciones de árboles exóticos.
Los resultados de ese proceso se observan en la región en forma de destrucción masiva de bosques, disminución y desaparición de especies y aumento de la pobreza.
En ese contexto, la degradación termina afectando a este tipo de fauna. En la mayoría de los países de América Latina, los agentes a cargo de la conservación de la fauna, regulación de la cacería, planeamiento del uso de la tierra y el manejo de áreas protegidas, reciben escaso apoyo y tienen limitado acceso a información biológica y ecológica que los ayude a tomar las decisiones adecuadas, dice el documento.
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