El Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza ha sido observado cada año, a partir de 1993, desde su declaración por la Asamblea General de las Naciones Unidas (resolución 47/196), con el propósito de promover mayor conciencia sobre las necesidades para erradicar la pobreza y la indigencia en todos los países, en particular en los países en desarrollo - necesidad que se ha convertido en una de las prioridades del desarrollo.
En la Cumbre del Milenio, los jefes de estado y de gobierno, se comprometieron a reducir a la mitad, hasta el año 2015, el porcentaje de las personas que viven en la indigencia - cuyos ingresos sean inferiores a $1 dólar por día.
El tema del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza de este año, “Juntos contra la pobreza”, pone de relieve la necesidad de una alianza verdaderamente mundial en la lucha contra la pobreza, en la que participen de manera activa tanto los países desarrollados como los países en desarrollo.
En nuestro planeta, cerca de 1.200 millones de personas sobreviven con 1 dólar diario. Sin embargo, actualmente el mundo dispone de los recursos necesarios para vencer la pobreza.
La pobreza no es sólo económica (la quinta parte de la población mundial vive en la pobreza absoluta, es decir, con menos de un dólar diario). La malnutrición, la corta esperanza de vida, la falta de agua potable y de sistema sanitario, la enfermedad, el analfabetismo, la imposibilidad de acceder a la educación, a la cultura, a la atención sanitaria, al crédito o al capital, también son formas de pobreza.
Somos la primera generación de la historia que dispone de la capacidad y de los medios para poner fin a la pobreza. La riqueza mundial por habitante ha alcanzado un record histórico (en los últimos 50 años, el poder adquisitivo medio per cápita se ha triplicado), los avances que ha realizado la ciencia no tienen precedente y ya existen redes de comunicación y de transporte, así como las instituciones necesarias.
Los rostros de la pobreza
Millones de personas directamente afectadas en el mundo y 25 millones de víctimas más cada año. No es una guerra, ni una catástrofe natural, ni tampoco un cataclismo económico. Se trata de un fenómeno terriblemente poderoso: la pobreza extrema. Tiene entre sus redes a la quinta parte de los habitantes del planeta. No les permite aprovechar su potencial y su talento, ni poner en práctica sus proyectos.
No podemos aceptar esta situación por más tiempo. Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo revela que por vez primera, el mundo posee la riqueza, la tecnología y los conocimientos para poner remedio a esta situación.
Millones de personas, privadas de la formación y de los recursos necesarios para desarrollarse y tener una existencia útil, ahora pueden vislumbrar un futuro totalmente distinto. Tienen ante sí la posibilidad de aprovechar su creatividad, su dinamismo, e incluso vivir en la prosperidad.
¿Y, cómo puede suceder todo eso?
Pues bien, decidiendo trabajar por ello de una vez por todas. Conjugando las competencias de cada uno, logrando la cooperación de la sociedad a todos los niveles, contando con la voluntad real de los poderes públicos para hacer de este objetivo la prioridad absoluta. Más aún, movilizando en esta dirección, quizá por vez primera, la capacidad y el poder del mundo de los negocios.
Entonces, ¿a quién corresponde actuar?
La Organización de las Naciones Unidas, basándose en su experiencia, ha llegado a la conclusión de que usted, junto con muchas otras personas, puede eliminar la extrema pobreza en un plazo de quince años.
"¿Yo?", se estará preguntando. "¿Una tarea de tal envergadura?"
Efectivamente. En el año 2000, en las Naciones Unidas, los dirigentes del mundo adoptaron ocho "Objetivos de desarrollo del milenio", uno de los cuales era reducir a la mitad la pobreza de aquí al año 2015. Su éxito depende de usted, ya sea particular, empresa, municipio, asociación, institución, o gobierno.
Puede que le sorprenda saber que usted, así como su entorno, puede contribuir al resultado.
Pero, piense en ello. Las empresas despliegan enormes dotes de dinamismo e ingenio para que la televisión pueda llegar hasta los lugares más recónditos del planeta, para llevarles todo tipo de marcas de alimentos, bebidas y calzado deportivo o para unir telefónicamente todos los puntos del globo. Si utilizamos ese mismo dinamismo y ese mismo ingenio para luchar contra la pobreza extrema, acabaremos con ella rápida y definitivamente.
Así restituiremos a 1.200 millones de personas los valores esenciales de la equidad y la dignidad. Podrán gozar de salud y desarrollarse, lejos de cualquier humillación y ayuda condescendiente. Además, 1.200 millones de personas ganarán y gastarán dinero, con lo que crearán puestos de trabajo en todo el mundo. Nuestras sociedades, libres de la inseguridad y de la ira que nacen al abrigo de la pobreza, serán más seguras.
Juntos, vamos a acabar con la pobreza.
En el mundo, son muchos los hombres y mujeres, del ciudadano de a pie al director de empresa, que ya han decidido actuar para cambiar esta situación.
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