barrameda.com.ar - un puente hacia contenidos originales -
un puente hacia contenidos originales...
 
cargando el contenido
 
 
   
   
   

 
 
 

Hay mil millones de personas sin acceso al agua potable

En el mundo, 2.400 millones viven en pésimas condiciones de salubridad. Y mueren cada año 2,2 millones por el agua contaminada. La purificación reduciría en un 75% las enfermedades.

Como se ha convertido en una joya, la llaman el "oro azul". El agua, su vertiginoso camino a la escasez y la falta de acceso a este bien natural pero cada vez más ajeno para grandes mayorías, ocupó las discusiones en la 3ø jornada de la Cumbre Internacional sobre Desarrollo Sustentable, en Johannesburgo.

"Las guerras del próximo siglo serán por el agua". La advertencia, de una contundencia demoledora, la pronunció en 1999 Ismail Serageldin, vicepresidente del Banco Mundial. Tres años después comienzan a verificarse esas palabras.

Según un informe de las Naciones Unidas, 1.100 millones de personas en todo el mundo viven sin agua potable. La cifra trepa de manera escalofriante al hablar de cuánta gente vive en condiciones de salubridad indignas: son 2.400 millones los hombres y mujeres sin acceso a instalaciones sanitarias decentes para los parámetros estándard de salud mundial. El corolario es previsible pero no por eso menos doloroso. Cada año 2.2 millones de personas mueren en el mundo a causa de enfermedades vinculadas con aguas contaminadas. La gran mayoría son niños.

Los delegados de los 189 países reunidos en la cumbre discutieron ayer de qué manera trabajar para conseguir reducir a la mitad el número de pobres en el mundo, sin acceso al agua, para el año 2015. Los escépticos siguen mirando con desconfianza: las necesidades del norte no son las del sur y la Unión Europea tiene proyectos que no son los mismos que planea Estados Unidos.

Los delegados del país que preside George W. Bush se cansan de repetir que no quieren comprometerse a firmar objetivos. "Los objetivos no salvan a los niños. Lo importante es la acción", dijo sin titubear John Turner, un hombre del Departamento de Estado ante una serie de periodistas, entre ellos la representante de la agencia italiana ANSA.

La UE, en cambio, quiere un compromiso escrito de los países participantes para lograr la reducción de la pobreza en un 50% y, de la mano de este objetivo, la purificación del agua. Con la purificación se reducirían las enfermedades en un 75%.

En Johannesburgo, el ex presidente sudafricano Nelson Mandela pidió ayer a los sectores públicos y privados que hagan del acceso al agua "un derecho humano básico". Mandela estuvo acompañado por el príncipe Guillermo de Holanda —el marido de la argentina Máxima Zorreguieta— , quien presidió el Segundo Foro del Agua en La Haya, en el 2000. En esa oportunidad se sentaron las bases de lo que hoy se padece: el agua como mercancía.

Maude Barlow y Tony Clarke escribieron un informe llamado Oro azul. La lucha por frenar el robo corporativo del agua del mundo. En su documentado trabajo, un muestrario del daño humano y social que está provocando la mercantilización del agua, los autores se distancian de la definición que hacen el Banco Mundial y la ONU, que hablan del agua como necesidad humana y no como derecho humano.

"No es un juego semántico —escriben—; una necesidad humana puede cubrirse de diferentes maneras, sobre todo si se tiene dinero. Pero nadie puede comprar un derecho humano". Barlow y Clarke describen en detalle el crecimiento de la venta de agua embotellada y sus consecuencias sociales, políticas y ecológicas.

Básicamente, la secuencia es así. Mientras enormes poblaciones no tienen acceso a la salubridad, grandes corporaciones venden agua "pura" embotellada para "subsanar" el mal. Entre 1970 y 2000, la venta de este agua creció más de 80 veces. En 1970 se vendieron en el mundo mil millones de litros. En 2000, 84 mil millones. Las ganancias fueron de 22 mil millones de dólares.

En 1999, el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales de EE.UU. hizo un estudio que determinó que un tercio de las 103 marcas estudiadas contenía niveles de contaminación, entre ellos de arsénico y de la bacteria escherichia coli. El estudio señalaba la paradoja de que en muchos países el agua embotellada es testeada con menos rigor que el agua de la canilla.

El marketing tiene sus efectos y en los últimos años una suerte de "Manual de Estilo de la Vida Sana" que prendió en el imaginario colectivo dice que el agua mineral es más saludable, aunque la FAO declaró en 1997 que es "falso" que el agua embotellada tenga más valores nutritivos que el chorro que desprenden los grifos de las canillas particulares.

El otro eje de la política que hizo del agua una industria tan poderosa es la carrera por su privatización, donde el público paga por el suministro de un bien natural. Mientras en Sandton los diplomáticos discuten sobre desalinización y trazan el punto a punto de un documento final incierto y sobre sobrevuela la desconfianza, en el foro paralelo de ONG''s, un hombre cuenta la pequeña epopeya de su pueblo.

Oscar Oliveira (47) es zapatero, pero en Cochabamba, Bolivia, lo conocen por haber estado a la cabeza de "la guerra del agua", un episodio histórico que duró ocho días en el que los habitantes resistieron a la privatización del agua y echaron a la compañía Bectel, con sede en San Francisco, EE. UU., que había firmado con el gobierno una concesión por 40 años.

"Dijimos ''basta''. Mostramos que teníamos voz y no pudieron pararnos ni jueces, ni ministros ni abogados", le dijo Oliveira a la agencia AFP. Hoy en Cochabamba el agua es administrada por una cooperativa gestionada por los habitantes del lugar. La empresa Bectel denunció, hace unas semanas, al estado boliviano ante un tribunal internacional. Pide que la compensen con 25 millones de dólares por "la imposibilidad de generar ganancias".

¿Quién es el dueño del recurso?

Los detractores de las cumbres internacionales multitudinarias tendrán quizás, cuando concluya la reunión de Sudáfrica, uno de sus festines anuales. Hay una posibilidad de que la burocracia y los multilaterales intereses políticos y económicos se encarguen de arrojar a una bolsa sin fondo el poco o mucho resultado concreto logrado tras días de áspero debate. Pero, sin embargo, habría que darle una chance de éxito a quienes apuestan por este encuentro de Johannesburgo. Con convincente simpleza, afirman que el problema que se discute allí interesa hasta al vecino del piso de arriba y que se reduce, con sus más y sus menos, a la siguiente pregunta: ¿Quién es, en verdad, el dueño del agua?

Para comprender la sensatez de esa presunción hay que considerar un rosario de datos. En primer lugar, el problema de la extracción, distribución y consumo del agua —lo muestran la Biblia o el Corán— tiene la edad del mundo. Ha dado incluso lugar, como lo muestra Oriente Medio, a conflictos de gran magnitud. Pero lo nuevo del caso es que, desde hace una década, se acumulan las cifras que presagian que el planeta se encamina a una escasez cada vez más marcada.

Según la ONU y el World Water Forum, que sesionó en La Haya hace dos años, 1.100 millones de personas —un sexto de la raza humana— carecen de agua potable. Cada 8 segundos muere un chico por agua contaminada. Si bien el 70% del planeta está compuesto por agua, sólo el 2,5% no es salada. Si se tiene en cuenta que en 1996 se usaba el 54% del agua dulce disponible, las previsiones marcan que —al compás del aumento de los habitantes— en el 2025 ese uso trepará al 75%.

Sobre ese panorama devastador asoma ahora otra arista del problema discutido en Sudáfrica, ligado a la pelea económica de fondo entre las diez grandes empresas del planeta que manejan el negocio del agua. Según datos privados y el Banco Mundial, se reparten por año 200.000 millones de dólares en beneficios. Argentina, a través de las francesas Vivendi y Suez, las dos gigantes mundiales del sector, es uno de los 150 países en los que operan.

La ofensiva del sector privado sobre un recurso natural considerado en general como una herencia común de la humanidad y un elemento no negociable ha dado lugar a una contradicción que estalla justo ante las alarmas por la escasez.

De un lado, gobiernos de todo el mundo —incluso de países desarrollados— están abdicando de su responsabilidad de tutela de recursos naturales en favor de las empresas. A la par de una mejora en la provisión del servicio, la intervención privada dio pie en algunos lugares a un aumento descomunal del costo del agua. En Tucumán, Vivendi enfrentó la furia popular. En Sudáfrica, cerca de donde se realiza la cumbre, la empresa concesionada con el suministro no tuvo empacho en cerrar la canilla de un 80% de los pobladores de Alexandra Township por falta de pago.

Recostándose en esa cara del problema, organismos ecológicos y de derechos humanos cuestionan ahora la privatización del agua. El argumento de proa que usan es: ¿Debería el agua, una sustancia esencial para la vida, ser un bien sometible al regateo de precios del mercado? ¿Debe ser vendida como una "commodity" o bien tangible sujeto a negociación como, por ejemplo, una materia prima cualquiera?

El alcance de ese debate no sólo apunta al bolsillo de cualquier consumidor, sino que es una estocada al estómago del fundamentalismo de mercado imperante en la aldea global, por el cual todo tiene precio, y con mayor razón lo que es escaso.

Ante el encono que la globalización salvaje se ha granjeado en ciudadanos de todo el mundo, no parece prudente estimar que la disputa se acabe en Sudáfrica. La revista Fortune lo expresó con todas las letras: " El agua promete ser en el siglo XXI lo que fue el petróleo para el siglo XX: el bien precioso que determina la riqueza de las naciones". Sin embargo, hay un detalle de extraordinaria importancia. Contra el proyecto original, 160 gobiernos reunidos en La Haya en el 2000 acordaron definir al agua como una "necesidad humana" y no como "un derecho del hombre". No es pura semántica. Un derecho no se compra. Una necesidad puede ser cubierta de muchas maneras, en especial si se tiene plata. Este es un antecedente que influirá decisivamente en la discusión.

Un valor estratégico en Oriente Medio

Desde que hace 4.500 años dos ciudades fueron a la guerra por el caudal del Eufrates y el Tigris —hoy el sur iraquí— el agua ha envenenado las relaciones internacionales en Oriente Medio. En una región donde la lluvia es casi un milagro y las temperaturas en verano superan con comodidad los 50 grados, no es raro que el agua se haya erigido como un elemento estratégico de constante disputa.

La preciosa cuenca del Eufrates es un terreno explosivo, donde Siria y Turquía estuvieron varias veces a punto de cruzarse en armas. En las montañas de Anatolia se encuentran las fuentes del legendario río que desciende hasta Siria y es la principal fuente de recursos hídricos del país.

A principios de los 90, Turquía decidió construir una inmensa represa para regar una vasta zona agrícola turca. Los sirios se enfurecieron porque la obra disminuye el caudal del río a la mitad y entorpece no sólo el riego sino las fuentes de energía. En el 93, por ejemplo, ciudades rurales sirias tuvieron sólo 3 horas diarias de luz. La tensión fue creciendo poco a poco: varias veces hubo concentración de tropas en la frontera y el gobierno turco denunció que los sirios apoyaron las actividades de la guerrilla kurda del PKK, que lucha contra el gobierno de Ankara para obtener un estado independiente.

Otro país involucrado en este conflicto es Irak, hacia donde también van las aguas del Eufrates. Desde hace más de una década, los tres estados vienen negociando qué hacer con el bendito río. Siria e Irak reclaman que el agua se divida en tres partes iguales, pero Turquía reclama más de la mitad para provecho propio.

Además de los problemas con el Eufrates, Irak tiene otro frente de tormenta con el agua porque la coalición liderada por EE.UU. apuntó sus bombas contra gran parte de sus plantas abastecedoras durante la guerra del Golfo. Bagdad sabe lo estratégico que es el elemento en la región: cuando las tropas de Saddam invadieron Kuwait en 1990, lo primero que hicieron fue destruir las plantas de desalinización kuwaitíes.

En el plano hídrico, Siria también presiona por otros frentes. Durante la guerra de los Seis Días, en 1967, Damasco perdió en manos de Israel las Alturas del Golán, una meseta que no sólo es estratégica desde el punto de vista militar: regaba gran parte del sur sirio. Para Siria es fundamental controlar la divisoria de aguas de ese territorio, donde está recostado el Mar de Galilea y el río Jordán, cuyos recursos son aprovechados por Israel.

Israelíes y palestinos también tienen su propia disputa por el agua. Desde la ocupación de Cisjordania, en 1967, Israel controla el suministro de las fuentes hídricas desde el río Jordán hasta el Mediterráneo. Esto significa la determinación del consumo y la distribución de acuerdo a las nacionalidades. Desde el establecimiento de la Autoridad Nacional Palestina el problema no ha cambiado: los palestinos dependen de los recursos administrados por los israelíes, un tema que ha sido denunciado por grupos de derechos humanos.

Según una investigación del diario Haaretz, "el principio israelí de distribución del agua es que cada palestino debe arreglarse con un tercio o un cuarto de la cantidad que usan los israelíes". Eso significa que cuando se restringe el consumo por sequía —este año, por ejemplo— los israelíes se ven impedidos de lavar el auto o de regar el jardín. Para los palestinos, en cambio, un recorte equivale a que cientos de miles no beberán agua suficiente, se bañarán una vez por semana, lavarán la ropa dos veces al mes y tendrán un alto riesgo de contraer enfermedades.

29 de agosto de 2002

Fuente: Diario Clarin

PÁGINAS RELACIONADAS: 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6- 7 - 8 - 9 - 10 - 11 - 12 - 13 - 14 - 15 - 16 - 17

Los comentarios son editados con el fin de preservar la integridad del idioma. Se procede a la correción ortográfica y gramatical respetándose los conceptos volcados.

Búsqueda personalizada
Puedes encontrarnos en
Facebook
Twitter
Ning
puedes Compartir o recomendarnos en Google
El universo | Geografía Argentina | La biología | La botánica | La zoología | La ecología | What is ecology? | O que é ecologia?
 
 
 

  Principal Secciones


¿Qué es la ecología?

Versión en español
English version
Portuguese version

Entorno conceptual

El universo
Geografía argentina
La biología
La botánica
La zoología


Ultimas novedades

Noticias
Artículos
Colaboraciones
Correo de visitantes
Secretos del mar
Peces del Paraná
Puente verde
Foros
Foro Melodysoft

Argentina

Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
Cuba
Ecuador
El Salvador
España
Guatemala

Honduras

México

Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú
Puerto Rico
República Dominicana
Uruguay
Venezuela
Contacto Acerca de barrameda.com.ar Sitios amigos Aviso Legal