¿Verdaderos o falsos?
En Uruguay está ocurriendo algo inédito en la historia del
país: dos empresas de celulosa (la española Ence y la finlandesa Botnia) están
llevando a cabo una gran campaña, con una fuerte inversión en tiempo y dinero,
para influenciar en su favor a toda la población. El objetivo de esa campaña es
claramente el de intentar apoyo social y político para la instalación de sus
plantas de celulosa y a tales efectos se han centrado en publicitar los
supuestos beneficios que significarían para el país y su gente y en minimizar
sus posibles impactos negativos.
Por esa razón, el Grupo Guayubira consideró necesario analizar detenidamente
cada uno de esos supuestos beneficios, como forma de aportar una visión más
realista al tema, que posibilite tomas de posición más fundadas al
respecto.
Contenido:
Supuesto 1
La instalación de plantas
de celulosa generará empleos
Supuesto 2
La industria celulósica no
desplazará otras fuentes de empleo
Supuesto 3
Las empresas invertirán
1.500 millones de dólares, suma jamás vista en nuestro país
Supuesto
4
Aumentará la recaudación de impuestos
Supuesto 5
La opción es
entre exportar troncos y chips o exportar celulosa
Supuesto 6
Las
Plantas de Celulosa resolverían qué hacer con la madera ya
existente
Supuesto 7
Es necesario producir más papel
Supuesto
8
Las modernas plantas de celulosa no contaminan
Supuesto 9
El
Estado controlará
Supuesto 10
La instalación de las plantas de
celulosa mejorará las condiciones de vida de la población de la
zona
Supuesto 1
La instalación de plantas de celulosa generará
empleos
Cada una de las dos empresas de celulosa que proyectan
instalarse en nuestro país –la española Ence y la finlandesa Botnia- promete 300
puestos de trabajo en cada planta. Si lo medimos desde el punto de vista de la
eficiencia, observamos que entre las dos plantas habrá una inversión de
alrededor de mil quinientos millones de dólares, que resultará en la creación de
tan sólo 600 puestos de trabajo. Es decir, que para generar cada empleo se
requerirán nada menos que US$2.500.000. A su vez, la propia empresa Botnia ha
facilitado información donde se desglosan los 300 puestos de trabajo y allí se
observa que sólo habrá 8 puestos de trabajo para quienes apenas hayan terminado
primaria. Es decir, que los más necesitados serán quienes no conseguirán trabajo
en esa empresa.
Por otra parte, las propias empresas se jactan de que
con pocos operarios se realizan todas las tareas. Al respecto, al referirse a la
planta de última tecnología instalada en la ciudad de Rauma, en Finlandia,
Botnia dice que “desde la sala de control un grupo de no más de ocho operarios
monitorea a través de cámaras y software especializado, todo el funcionamiento
de la planta…”
Con respecto a la calidad de dichos empleos, como
uruguayos, como parte del tercer mundo, no podemos confundirnos y creer que
vamos a disfrutar de las mismas condiciones de los trabajadores de España o
Finlandia.
En ese sentido, cabe recordar que para justificar las bondades
de la forestación nos dijeron que dicha actividad iba a generar muchos puestos
de trabajo. Hemos comprobado, por un lado, que las plantaciones ocupan menos
trabajadores por hectárea que la ganadería extensiva (Censo Agropecuario 2000) y
por otro lado, que los trabajadores forestales se encuentran entre los peor
pagos y entre los que trabajan en peores condiciones. Además de dejar a los
trabajadores librados a la suerte de contratistas y subcontratistas, la mayoría
trabaja “en negro”, es decir, que no genera derecho alguno por las labores
desarrolladas.
Es importante señalar que ninguna de las dos empresas que
intentan ahora instalar plantas de celulosa constituye una excepción a la regla.
En efecto, la empresa Forestal Oriental –de propiedad de Botnia- ni siquiera
permite la sindicalización de sus trabajadores. A su vez, los trabajadores de la
empresa Eufores –cuya propietaria es Ence- han visto sus salarios reducidos a la
mitad y cuando sus trabajadores se organizan, los presionan de diversas maneras,
creando inseguridad al transferirlos de un lugar de trabajo a otro u
ofreciéndoles sumas importantes para que se vayan.
Por otra parte,
tenemos el ejemplo muy cercano de Chile, con una larga y triste historia en
materia de plantaciones y plantas de celulosa. Al respecto, resulta ilustrador
el informe de una investigación llevada a cabo por la Economista Consuelo
Espinosa, investigadora de la Fundación TERRAM de Chile. El mismo se titula
"Evaluación de los impactos de la producción de celulosa". El trabajo plantea
que específicamente, en la industria de celulosa, se ha evidenciado una continua
capitalización, es decir, una creciente sustitución del factor trabajo por
capital. Esto implica que por cada unidad adicional de producto elaborado se
utiliza cada vez menos mano de obra. Es decir, que la industria genera cada vez
menos empleos.
Más importante aún, el estudio menciona que al analizar
los niveles de pobreza en las regiones forestales, específicamente donde están
instaladas las plantas de celulosa y donde se registran las mayores extensiones
de plantaciones, se evidencia que éstas albergan los mayores índices de pobreza
del país. Asimismo, al analizar los niveles de pobreza a escala comunal, se
puede observar que en aquellas comunas donde se encuentran ubicadas plantas de
celulosa, la tasa de pobreza (pobres e indigentes) entre 1994 y 1998 aumentó
promedialmente más de un 29%.
Es decir, que la realidad chilena –con
plantaciones parecidas a las existentes en Uruguay y con modernas plantas de
celulosa- demuestra en hechos concretos que tanto las plantaciones como las
plantas de celulosa conexas no solo no mejoran el empleo, sino que generan
niveles de pobreza e indigencia superiores a los de áreas sin dichas plantas
industriales.
Frente a esa realidad ¿cómo es posible creer que las cifras
que manejan las empresas sean ciertas? Si fuéramos a confiar en las afirmaciones
de los directivos de Ence y Botnia, la población entera de Fray Bentos no
alcanzaría para cubrir los puestos de trabajo que prometen. En efecto, según
palabras vertidas en Comisión de Diputados el 25 de noviembre de 2002 por parte
del Ing. Ind. Químico Pedro María de la Vega, directivo de Ence, los llamados
“empleos inducidos” llegarían a la cifra de 16.000 personas. Un directivo de la
misma empresa, el Sr Pedro Blanquer, aumentó esa cifra en 4.000 empleos más en
la Comisión de la Cámara de Senadores, elevándola a 20.000.
Por su parte
la empresa Botnia, respondiendo a preguntas que se le plantearon en el 2º Foro
realizado en Fray Bentos, dice que “el proyecto genera directa o indirectamente
8.000 puestos de trabajo cuando la planta esté en operación”, agregando que
“aproximadamente 3.000 de ellos estarán en el departamento de Río
Negro”.
Las cifras obviamente no cierran. ¿Cómo puede una planta la mitad
de grande que la otra generar más del doble de empleos? (Ence habla de 16.000 a
20.000 y Botnia de 8.000). Pero más interesante aún es que, si bien esta última
aclara que sólo unos 3.000 estarán en Río Negro, no dice cuantos serían en Fray
Bentos. El tema se complica más aún con las estimaciones de la representante de
Botnia en Uruguay, quien dice que los "empleos indirectos" serán 2.700. Sin
embargo, cuando explica esa cifra incluye los empleos en cosecha, plantación,
vivero, transporte y "otros rubros que hacen a una empresa de celulosa". Sin
embargo, esos empleos (de ser ciertos), se generarían independientemente de la
instalación de la planta de celulosa, simplemente haciendo lo que ya se está
haciendo: producir plantas, plantar, cosechar, transportar y embarcar los
troncos con destino a España y Finlandia. Por otro lado, hasta la cifra máxima
de 8.000 empleos de Botnia se contradice con el "Estudio del impacto
socio-económico del Proyecto Planta de Celulosa Botnia S.A. en Uruguay" (mayo
2004), cuyas cifras totales de empleos oscilan entre 2.000 en el año 2005 y
4.300 en el año 2016.
En definitiva, las estimaciones de empleos vinculados
a las plantas de celulosa no se basan en estudios serios realizados al respecto
y quienes las publicitan no aportan evidencia concreta de dónde y cómo se
generarán. Frente a esas especulaciones se yergue la dura realidad chilena, con
sus niveles de pobreza e indigencia incrementados luego de la instalación de
plantas de celulosa.
Supuesto 2
La industria celulósica no
desplazará otras fuentes de empleo
Parece poco creíble sostener que
una actividad como la producción de celulosa, que resulta en malos olores,
contaminación hídrica, aérea y acústica no vaya a tener impactos sobre otras
fuentes de empleo, en particular aquellas vinculadas al sector turístico. En
este sentido, es importante traer a colación los impactos producidos por Ence en
Pontevedra, que la planta planeada por Botnia es mucho más grande que cualquiera
de las que tiene en su propio país y que los impactos de ambas se sumarían en un
impacto mucho mayor.
En un estudio llevado recientemente a cabo en Fray
Bentos por el CIESU (Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay), se
constató que en los últimos 12 meses (julio 2003-julio 2004), el 15% de los
encuestados trabajó en el sector turístico (12% en Las Cañas). Esos porcentajes
implican un promedio de 1275 personas, que para una ciudad como Fray Bentos (con
una población económicamente activa de 8500 personas) es una cifra muy
importante. Resulta evidente que la sola existencia de malos olores –sin contar
la posible contaminación de las aguas del río Uruguay- podría provocar una huida
de turistas, con la consiguiente pérdida de empleos. Al hablar entonces de los
600 empleos que generarían las dos plantas juntas, habría que tener claro que un
número similar o superior de empleos podrían perderse en el sector turístico.
A lo anterior se suma que el radio de impacto de los malos olores puede
llegar a los 60 kms (como en el caso de la ciudad de Valdivia en el sur de
Chile, afectada por los olores de una planta de celulosa ubicada a 54 kms de
distancia), por lo que también se podrían ver afectadas las recientemente
desarrolladas y promocionadas estancias turísticas.
Otra producción que
podría ser gravemente afectada es la apicultura. No creemos que sea casual que
entre las condiciones impuestas a Ence por la DINAMA se encuentra la de
"proponer un seguimiento del impacto sobre la producción apícola y
comportamiento a través de la instalación de apiarios (de al menos veinticinco
colmenas cada uno) instalados en un área testigo, en la zona del punto de máximo
impacto, y dentro del área de influencia) así como realizar el seguimiento de
presencia de contaminantes en todos los productos de la colmena". Es decir, que
la DINAMA considera que las emanaciones de la planta podrían ser peligrosas para
las colmenas y para la miel. Además de los riesgos de mortandad de abejas, la
producción melífera correría riesgos en mercados de exportación europeos, que ya
aseguraron rechazarán la miel por contener elementos tóxicos provenientes de las
plantas de celulosa, marcando un radio preventivo de unos 100 km a la
redonda.
Otro rubro importante en la zona es la lechería, que genera
puestos de trabajo en un 80% por sobre los generados en la forestación. Esta
afirmación la hacemos según datos concretos de un profesional que asesora varios
establecimientos del rubro y que además compara su información con los datos del
Censo Agropecuario del año 2000, que coinciden.
También podrían verse
afectadas la pesca (por mortandad o contaminación de peces) y la agricultura
orgánica.
En síntesis, la generación de los ya famosos 600 empleos podría
terminar en un balance netamente negativo en materia de puestos de trabajo para
la gente de la zona, agravado por el hecho de que muchos de esos empleos –en
particular los más técnicos- serían ocupados por gente de fuera del departamento
e incluso del país.
Supuesto 3
Las empresas invertirán 1.500
millones de dólares, suma jamás vista en nuestro país
Lo primero a
señalar es que esa suma jamás será vista en el país. La razón es muy sencilla:
la mayor inversión es en la maquinaria y los equipos, que no son fabricados en
nuestro país. Por lo tanto, varios cientos –o quizá más de 1000- millones de
dólares nunca van a llegar a Uruguay, sino que quedarán en los países que les
vendan la maquinaria y los equipos requeridos. Esto fue reconocido por el
Economista Ernesto González Posse en el 2º Foro organizado por Botnia en marzo
de 2004, quien dijo que "nuestras estimaciones son que el 20% de los costos de
inversión son de proveedores domésticos …". En otras palabras, que la inversión
real en Uruguay de ambas plantas sumadas será de 300 millones, en tanto que los
1.200 millones restantes (correspondientes al 80% de las inversiones que vienen
del extranjero y vuelven al lugar de origen ) nunca beneficiarán al país.
Por otra parte, llama la atención que empresas aparentemente tan sólidas
y dispuestas a hacer inversiones tan grandes insistan en pedir todo tipo de
ventajas, sin las cuales dicen no poder instalar sus plantas. En ese sentido, no
entendemos:
a) la razón de que ambas empresas estén gestionando la
financiación por parte de nuestras AFAPs, cuyos fondos podrían destinarse a
desarrollar actividades para las que escasean los capitales
b) que sigan
pidiendo en forma permanente exoneraciones impositivas, mientras a los
empobrecidos ciudadanos de este país se nos siguen cobrando todos los
impuestos
c) que exijan la habilitación de una zona franca, que sería una
forma disfrazada de subsidio, que también resultaría en el no pago de
impuestos
d) que una de ellas (Botnia) se haya beneficiado con la firma
de un "Acuerdo con el Gobierno de la República de Finlandia relativo a la
promoción y protección de inversiones", por el que se le asegura que en caso de
que sufra pérdidas "por causa de guerra u otros conflictos armados, estado de
emergencia nacional, revuelta, insurrección o manifestaciones" (énfasis
agregado), el Estado uruguayo se compromete a resarcirla por las pérdidas que
ello le pudiere ocasionar.
Hasta ahora todos los uruguayos hemos pagado
de nuestros bolsillos los subsidios y la exoneración de impuestos del sector
forestal, algunos de cuyos beneficiarios fueron precisamente estas dos empresas.
¿Por qué tenemos ahora que subsidiar también sus emprendimientos industriales?
¿Por qué no usan los cientos de millones de dólares que dicen van a
invertir?
Supuesto 4
Aumentará la recaudación de
impuestos
Lo cierto es que las dos empresas están activamente
buscando mecanismos para pagar la menor cantidad de impuestos posible.
En
ese sentido, los directivos de una de las dos empresas (Ence), han planteado
reiteradamente la necesidad de que el gobierno les otorgue un "marco legal o
fiscal adecuado". Es así que el señor Pedro Blanquer, Director de la División
Celulosas de ENCE y Presidente de Celulosas de M’Bopicuá planteó en 2002 en la
Comisión de Medio Ambiente del Senado la necesidad "de una financiación
adecuada", que "se conseguirá sólo si el marco fiscal que podamos conseguir en
su momento -que solicitaremos del Gobierno uruguayo- es el adecuado". El mismo
planteamiento fue hecho el mismo año en la Comisión de Medio Ambiente de
Diputados por otro directivo de Ence (el Ing. de la Vega), al decir que
"tendremos que hablar con los legisladores de Uruguay para buscar un marco
económico y fiscal a efectos de poder seguir adelante con este
proyecto".
Por otro lado, tanto Botnia como Ence ya han presionado para
que se las autorice a instalarse en zona franca, lo que implicaría cuantiosas
exoneraciones impositivas. En julio de 2004, hablando en Finlandia ante un grupo
de periodistas uruguayos invitados por Botnia, uno de los principales directivos
de la empresa (Timo Karinen) advirtió que "En Uruguay si no hay una exención
impositiva el proyecto no es viable". Al respecto, es interesante ver lo que
dicen algunos artículos de la Ley Nº 15.921 de Zonas Francas:
"Artículo
19.- Los usuarios de las zonas francas están exentos de todo tributo nacional,
creado o a crearse, incluso de aquellos en que por ley se requiera exoneración
específica, respecto de las actividades que desarrollen en la
misma.
Artículo 22.- Los bienes, servicios, mercancías y materias primas
introducidos en las zonas francas y los productos elaborados en ellas, podrán
salir de las mismas en cualquier tiempo, exentos de todo tributo, o cualquier
otro instrumento de efecto equivalente, gravámenes y recargos creados o a
crearse, incluso aquellos en que por ley se requiera exoneración específica
cualquiera fuera su naturaleza".
En otras palabras, los emprendimientos
instalados en zonas francas están exentos de todo tributo nacional, creado o a
crearse, incluso aquellos cuya exoneración legal requiera de una autorización
específica.
Dentro de esta exoneración de carácter general y amplio, se
comprende al Impuesto a las Rentas de la Industria y Comercio (IRIC) y el
Impuesto al Patrimonio (IP). En relación al IRIC se excluye, sin embargo, a los
dividendos y utilidades pagados o acreditados a personas del exterior cuando se
encuentren gravadas en su país de origen y exista crédito fiscal por el impuesto
que abonaren en Uruguay.
La existencia de las exenciones aduaneras y
fiscales antes descritas, transforman a las zonas francas uruguayas en
verdaderos paraísos fiscales. Esto significa que el Estado uruguayo no recaudará
prácticamente nada en caso de que acceda al pedido de las
empresas.
Supuesto 5
La opción es entre exportar troncos y chips o
exportar celulosa
Frente a quienes están preocupados viendo como la
madera es cargada en barcos como troncos o como "chips", es importante decir que
el Grupo Guayubira también está preocupado, pero que opina que la celulosa es la
peor opción entre las alternativas posibles. Al respecto, el Grupo Guayubira ha
planteado y difundido oportunamente alternativas para la utilización de la
madera ya existente y hemos llamado y llamamos a una discusión nacional sobre el
tema.
Una de las posibles alternativas es el desarrollo de una industria
integrada de la madera, orientada tanto hacia el consumo interno como hacia la
exportación. Ella incluiría aserraderos, plantas de laminado, fabricación de
tableros de fibra o aglomerados, fabricación de parquet, mueblerías,
carpinterías y toda la gama posible de actividades industriales con base en la
madera. Todo el sector podría ser activado a nivel nacional si se diseñaran
viviendas de madera para atender las necesidades de las miles de personas que
hoy se alojan en viviendas precarias en los barrios marginales de todas las
ciudades y pueblos del país.
Los capitales necesarios para esos tipos de
actividades industriales son infinitamente menores a los requeridos para las
plantas de celulosa, por lo que podrían ser encaradas por capitales nacionales.
Por otro lado, generarían muchos más empleos estables que las plantas de
celulosa y sus posibles impactos ambientales podrían ser reducidos a su mínima
expresión.
Al mismo tiempo, el desarrollo de la industria de la madera
podría complementarse con la promoción del uso de la leña como combustible
industrial, comercial y residencial, tal como el país lo hizo exitosamente
durante las crisis energéticas de los años 70 y 80. Tal opción parece evidente a
la luz de la crisis energética de 2003-2004, cuando las centrales
hidroeléctricas no tienen suficiente agua para producir energía y cuando existen
denuncias de que la Central Batlle produce electricidad en base a fuel oil a un
costo muy elevado. La leña está allí y el país cuenta con la suficiente
experiencia al respecto.
En resumen, la celulosa no es la mejor opción y
para gran parte de las actuales plantaciones ni siquiera es una opción, por
estar ubicadas muy lejos del posible emplazamiento de las plantas. Las opciones
reales las deberemos tomar los uruguayos, acordando una política de uso de las
actuales plantaciones, que devuelva a la gente lo que la sociedad uruguaya en su
conjunto aportó –en forma inconsulta- para el establecimiento de las
mismas.
Supuesto 6
Las Plantas de Celulosa resolverían qué hacer
con la madera ya existente
Lo primero a resaltar es que –en caso de
instalarse- estas empresas no usarían madera de plantaciones ubicadas a
distancias donde los costos de transporte aumenten sustancialmente el costo de
la materia prima. Es por ello que ya están comprando más tierras en las
inmediaciones de Fray Bentos y ellas mismas han declarado que van a necesitar
forestación adicional. Es decir, que gran parte de la madera de esas 600.000
hectáreas plantadas no va a tener como destino final la producción de celulosa
en el país.
El resultado final de la instalación de plantas de celulosa
sería entonces la consolidación y expansión aún mayor de un modelo de
monocultivos forestales a gran escala que genera importantes impactos
ambientales y agrava el éxodo rural.
Es importante señalar, por un lado,
que legalmente las empresas pueden plantar en cualquier tipo de suelo (haya sido
o no declarado "de prioridad forestal"). Por otro lado, los llamados "suelos de
prioridad forestal" han sido falsamente presentados como de baja productividad
agrícola-ganadera. En realidad, la productividad de esos suelos sólo ha sido
medida en términos de producción de carne y lana (índice CONEAT bajo) y no de
producción agrícola. Pero en todos los casos son suelos capaces de producir
alimentos o de sustentar una producción forrajera que sea, a su vez, alimento
para el ganado.
Entonces, lo más preocupante que implicaría la
consolidación de este modelo forestal sería la ampliación de las áreas
forestadas hacia más tierras aptas para la producción alimentaria, las que
–obviamente- resultan excelentes para el crecimiento de los árboles. Más grave
aún, implicaría que –en aras de seguir abatiendo costos- se seguiría plantando
en las tierras más cercanas a las instalaciones fabriles, donde se encuentran
algunas de las mejores tierras del país (Río Negro, Paysandú, Soriano).
Supuesto 7
Es necesario producir más papel
Cuando se
piensa en papel, generalmente se piensa en libros, cuadernos, información
escrita. Sin embargo, la mayor parte de la celulosa que se produce termina en
cartón para empaquetado, papel de embalaje y papeles descartables.
La
realidad muestra que la mayor parte del papel que se produce nunca estuvo
destinada a satisfacer reales necesidades humanas, sino a crear niveles de
consumo innecesarios que aseguran la rentabilidad de la industria de la celulosa
y el papel. Sin embargo, la industria alimenta el mito de identificar al
alfabetismo con el consumo de papel. Las cifras mundiales al respecto desmienten
esta afirmación repetida una y mil veces.
Usando como ejemplo los tres
países involucrados en este emprendimiento celulósico, las cifras resultan más
que elocuentes: Mientras la población de España (país de origen de Ence) y la de
Finlandia (país de origen de Botnia) tienen un 99% de alfabetización, Uruguay
llega al 97,7%. Es decir, que la diferencia no es muy grande en ese sentido.
Entonces, ¿cómo se explica que el consumo anual de papel en Uruguay sea de unos
40 kilos per cápita mientras que el de España alcanza los 167 kilos y el de
Finlandia (campeón mundial en la materia) trepa a 430 kilos también per
cápita?
Dado que en Uruguay no se percibe ninguna escasez de papel, cabe
preguntarse por qué tenemos que exportar celulosa para que los finlandeses y los
españoles sigan consumiendo esas cantidades enormes de papel. Y que quede claro:
la celulosa a producirse no va a terminar en cuadernos para niños de escuela
uruguayos, sino que se va a exportar.
Supuesto 8
Las modernas
plantas de celulosa no contaminan
La industria de la celulosa tiene
una larga historia de contaminación en el mundo y particularmente en los países
industrializados. Si bien es cierto que algunas empresas han introducido mejoras
en sus procesos industriales en los últimos tiempos, también es cierto que ello
ha sido producto de la larga y dura lucha de la sociedad civil y no de
decisiones voluntarias adoptadas por la industria.
Entonces, como en sus
propios países se ha demostrado que se puede mejorar y como además se ha
demostrado que la recuperación de los recursos naturales contaminados es muy
costosa en dinero y en tiempo requerido, las normativas ambientales de esos
países se han tornado muy exigentes a la hora de autorizar la instalación de una
nueva planta, lo que conlleva altísimos costos. Esas mismas empresas saben que
en países como el nuestro esos costos se pueden abatir sustancialmente: tierra y
mano de obra baratas, crecimiento rápido de los árboles, acceso ilimitado al
agua de nuestro río Uruguay y, por sobre todo, que los controles ambientales
serán mucho más laxos que en sus países de origen.
Lo cierto es que la
mayoría de las plantas de celulosa emiten fuertes olores a causa de los
compuestos de azufre. El olor penetrante de estas sustancias ha sido reconocido
por largo tiempo como un problema ambiental. Pero sólo recientemente los
estudios epidemiológicos han evidenciado los posibles efectos en la salud humana
como consecuencia de la exposición a estos compuestos a niveles comúnmente
presentes en las proximidades de una planta de celulosa.
Nada menos que
un estudio finlandés (Estudio de la Contaminación del Aire de Karelia del Sur)
muestra que la exposición a compuestos malolientes del azufre aumenta el riesgo
de infecciones respiratorias agudas. Este estudio reafirma la evidencia de que
la exposición a largo plazo aumenta los síntomas del tracto respiratorio con
niveles de exposición mucho más bajos de los que podría esperarse tomando en
cuenta los conocimientos actuales de la toxicología de estos compuestos.
Cabe traer a colación el Convenio de Estocolmo que Uruguay acaba de
ratificar y que se encuentra en vigencia. En él se plantea la eliminación de los
llamados Contaminantes Orgánicos Persistentes, entre los que se encuentran las
dioxinas y furanos. De acuerdo con la DINAMA, la planta prevista de Ence
emitiría tales sustancias a un nivel "sin duda muy superior a la emisión total
actual del sector" (fábricas de celulosa y papel) e implicaría "un aumento del
1% en la emisión atmosférica total estimada para todas las actividades a nivel
nacional consideradas". Es decir que sólo con la instalación de la planta de
Ence, Uruguay ya estaría violando el Convenio de Estocolmo (al aumentar las
emisiones de lo que se comprometió a reducir y eliminar: dioxinas y furanos). A
ello se agregaría la planta de Botnia, el doble del tamaño de la de Ence.
Por otra parte, las plantas de celulosa utilizan enormes cantidades de
agua. La demanda de agua fresca puede dañar los hábitats cercanos a las plantas
de celulosa, reduce los niveles de agua y cambia la temperatura del agua, ambos
factores ambientales críticos para la vida en el medio acuático. Si bien los
efluentes líquidos son mucho menos tóxicos que hace diez años, aún siguen
conteniendo elementos tóxicos, tanto para la vida acuática como para los seres
humanos. Además, siempre está presente el riesgo de accidentes reales o vertidos
intencionales que, debido a las enormes dimensiones de estas plantas pueden
resultar en la contaminación de cursos de agua completos, con los consiguientes
daños para las poblaciones aledañas y para la flora y fauna acuáticas.
Otro
elemento con el que se pretende manipular a la opinión pública local es el que
dice que el volumen de los desechos municipales es enorme y no se dice nada. La
respuesta obvia es que una cosa mal hecha no justifica que otra igual o peor
también se pueda hacer. Pero además hay que tener presente que no se pueden
medir de la misma manera los desechos municipales que los de una actividad
industrial, ya que estos últimos no tienen la capacidad de biodegradarse como sí
la tienen los municipales.
Podemos entender –aunque no compartir- la
visión de personas que dicen “prefiero morir contaminado antes que morir de
hambre”. Nadie debería estar en esa terrible disyuntiva de tener que elegir
entre dos tipos de muerte en un país con enormes recursos alimenticios como el
nuestro. El gobierno debe asegurar que la gente no tenga que optar por ninguna
de ellas y debe asegurar empleo y ambiente sanos para toda la población. Pero
además, nada puede asegurar que además de no conseguir empleo, mucha gente se
pueda ver afectada en su salud y terminar muriendo de enfermedades vinculadas a
la producción de celulosa. El Convenio de Estocolmo ya mencionado no está en
vigencia por capricho. Está en vigencia porque ya se conocen los impactos
negativos de los "contaminantes orgánicos persistentes" (entre los que se
cuentan las dioxinas y furanos que emiten las plantas de celulosa) y se pretende
llegar a su eliminación. Ese tipo de contaminación ni se ve ni se huele, pero
está presente en el ambiente y afecta la salud de la gente al irse bioacumulando
a través de la cadena alimenticia, es decir que se incorpora a los tejidos
grasos de los distintos animales comestibles, pudiendo llegar a la especie
humana. Esto significa que la contaminación permanece por un muy largo
tiempo.
Supuesto 9
El Estado controlará
Resulta
difícil confiar en que el Estado vaya a poder controlar a dos empresas como
éstas. Por un lado, hay que tener en cuenta que para realizar controles reales y
estrictos, no sólo se precisa la capacitación de personal idóneo, sino que
además se requiere disponer de una adecuada infraestructura en equipos que midan
los contaminantes. Resulta impensable alcanzar este objetivo en un mediano plazo
en nuestro país dado que, por ejemplo, un solo equipo para medir dioxinas cuesta
alrededor de 300 mil dólares. A ello se agrega que habría que controlar los
efluentes líquidos y las emisiones aéreas de dos gigantescas plantas que
funcionarían las 24 horas del día.
Pero además, cabe preguntarse qué
pasaría si se constataran violaciones en materia de emisiones. ¿Se aplicaría una
multa? ¿Dos multas? ¿Se clausuraría la planta? Basta ver lo que ha pasado con
las plantas de Ence en España o con la chilena con tecnología finlandesa en
Valdivia, para darse cuenta que estas plantas jamás son clausuradas, por más
contaminación que produzcan.
Supuesto 10
La instalación de las
plantas de celulosa mejorará las condiciones de vida de la población de la
zona
Si la expresión fuera "cambiará las condiciones de vida", la
frase tendría sentido.
Por cierto que el malestar agobia a la población
de casi todo el planeta. Nuestros pueblos del sur son empujados por mecanismos
comerciales y financieros internacionales al empobrecimiento y la marginación,
seducidos por el modelo consumista y con la frustración de no alcanzar el éxito
propagandeado por los medios masivos.
No obstante, las condiciones
ambientales en que viven los habitantes de Fray Bentos son miles de veces
mejores que las de muchas ciudades europeas. La calidad del aire, la calidad del
agua, las condiciones acústicas, el paisaje...
Las empresas celulósicas
ganas tendrían, pero no se atreven a decir que el río mejorará, que el aire será
más respirable, que disminuirán los ruidos diarios, que habrá menos riesgos de
"accidentes", que habrá menos afecciones pulmonares o incidencias de cáncer a lo
largo de los próximos cuarenta años.
Calidad de vida es esencialmente eso
y eso empeorará; poco, según ellos, mucho según la experiencia. Pero no es sólo
eso.
La construcción de las plantas tendrá impactos migratorios.
Supongamos cierto y positivo que la construcción demandará durante un par de
años unos miles de obreros de la construcción. Obviamente, en estos tiempos, si
hay oportunidades de trabajo, vendrán de todos los pueblos de la región, incluso
argentinos, brasileños, paraguayos, bolivianos. Mayoritariamente la mano de obra
demandada será masculina. ¿Impactará esto en las condiciones de vida de la
población lugareña? ¿Querrá y/o podrá el estado uruguayo, brindar los necesarios
servicios financieros, de seguridad, transporte, educación, salud, etc.?
Seguramente el sector privado sí será presto en brindar, por ejemplo, un
eficiente servicio de burdeles y cabarets. Sin ponerse en puritanos o
puritanas... ¿mejora esto las condiciones de vida?
Muchos trabajadores
traerán sus familias. ¿Qué será de ellas cuando la obra haya finalizado? Como
ejemplo basta ver a Concordia, tras la construcción de la represa de Salto
Grande, que prometía el desarrollo perpetuo ante el desborde industrial por la
energía; hoy es una de las ciudades más difíciles de Argentina, con crecientes
niveles de desocupación, violencia y desintegración social.
Es cierto que
habrá en Fray Bentos algunos centenares de familias con altos ingresos, no sólo
de quienes trabajen en las plantas sino en bancos, empresas contratistas y una
nada despreciable (aunque despreciable) cantidad de proveedores de drogas,
especuladores y contrabandistas, que por cierto incrementarán la economía de la
región. El "efecto multiplicador" de que nos hablan los economistas. ¿Mejora
esto las condiciones de vida?
La instalación de las plantas cambiará las
condiciones de vida de los fraybentinos, la región y las futuras generaciones.
Será un antes y un después por la escala gigantesca de estos emprendimientos.
Corresponde pensarlo ahora.
Hay otras alternativas: una sociedad
integrada como la nuestra, pacífica, educada, en una región agroecológica
privilegiada como ésta, no sólo puede revertir la pobreza hoy imperante,
garantizando alimentación, cobijo y comunidad, sino que puede dar continuidad a
su identidad cultural e insertarse en el mundo desde la producción de alimentos
sanos, por ejemplo.
Tenemos las tierras, tenemos las manos, tenemos el
agua y el aire más limpios del planeta, tenemos la juventud de un pueblo joven.
Todavía.
Grupo Ambientalista Guayubira (Uruguay)
Canto de
mi verde
Vivan en paz si es que pueden mientras puedan
Porque
llegará el día, en que los cerros
Se desvistan de eucaliptos y
recuperen
Todos sus tonos de verdes, sus cantos, sus gustos y
olores
Ya llegará el día en que la pradera
Ese diverso y rico manto de
verdes
Recupere su terreno perdido con vergüenza
Ella se dio a sus hijos y
sus hijos la violaron
Viene ya el momento en que la arena
Vuelva a
volar libre sobre las dunas
Ya no habrá más pinos ni acacias
Para
separarla de su unión con el viento.
Desde bien dentro de la
tierra
Subiendo por la savia de las praderas, de los montes
Renace el
aliento Charrúa
Protector de estas tierras como el de Artigas
Ya
llegará el día, en que los malos hijos
De esta tierra arrancada y exiliada
lejos en troncos
Pagarán por su flagelación
Y en que esta tierra torturada
con químicos
Deje de ser veneno para su hermano el río
Porque los
lujos de esos pocos no durarán
Y desde dentro del monte
Junto al canto del
zorzal viene otro canto
Y alzando las espinas junto a las del
coronilla
Llegará el orgullo original
Y recuperará esta tierra
enferma
Porque la tierra es dada para abastecerse y cuidarla
Y no para
sobreexplotarla y maltratarla
Nuestra tierra le canta y le acaricia los
descalzos pies
A aquellos que la liberaran de tan mal proceder.
Cristhian, 14 de julio de 2004.
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A corto plazo Escrito por Invitado el 2007-06-01 11:41:51 En mi opinión estas papeleras traerán problemas a nuestro ecosistema. Con respecto al trabajo para los uruguayos hay que tener en cuenta que es sólo por un corto periodo hasta que agoten los recursos. Después, como toda empresa extranjera, se olvidan de lo que un pueblo trabajó para mantenerla "viva". ¿Acaso no piensan en el futuro? ¿No hay otra alternativa?. ¿Somos capaces de destruir el hogar de nuestros hijos?. Tengo 16 años y ya estoy viviendo las concecuencias... Díganme que me espera |
Las plantas de celulosa Escrito por Invitado el 2006-06-03 15:07:37 Ya no sé que pensar. Entre los argentinos, que nos ponen que está mal, y hay que aceptar que sus justificaciones son buenas; pero tamben trae beneficios para Uruguay, como má trabajo y cosas por el estilo. Es una gran diputa. | Felicitaciones!!! Escrito por Invitado el 2006-05-21 11:29:18 El trabajo es muy bueno y me informó muchísimo. Yo no sabía qué producían esas industrias, cómo se financiaban, cómo se manejan a espaldas de la sociedad para sus "Marcos impositivos", sus supuestos beneficios y otras tantas cosas que me enteré leyendo el trabajo. Me ayudo a aclarar mi visión del problema, y espero que se detenga la costruccion de estas plantas que sólo quieren llevarse los recursos valiosísimos de Uruguay y fomentar las otras actividades que se pueden realizar con la madera. Es cierto; la produccion de muebles, eso sí genera mano de obra, aparte de ser una actividad muy noble y gratificante par la persona que la realiza. Me despido deseando que sigan par adelante con su lucha. | Guayubirá Escrito por María Suárez el 2006-02-21 20:14:23 Quisiera formar parte del grupo Guayubirá, ya que me encuentro en Uruguay. Ruego dejar un teléfono para conectarme y concurrir a sus reuniones. | IMPORTANTE Escrito por Invitado el 2005-05-17 07:23:20 Hola Soy Valdiviano. El problema de la celulosa lo estamos viviendo aca en Valdivia (CHILE), mientras puedan no ACEPTEN NINGUNA PLANTA, para muestra ver: http://www.olca.cl/oca/chile/cisnes.htm http://www.pehuen.org/node/153 http://www.terram.cl/index.php?option=content&task=view&id=1212 |
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