Un gran porcentaje de la población nacional se ha refugiado en una
agreste biorregión de la serranía piurana dentro de la comunidad de
Yanta, Ayabaca, en armoniosa coevolución de una heterogénea y singular
avifauna, mucha de ella también registrada en problemas de
supervivencia y acompañada por una arcaica vegetación con fantásticas
propiedades medicinales, cura de las peores enfermedades de la
humanidad.
Los tapires de altura medran en este poco conocido biotopo, entre
recuerdos de un pasado Guayacundo y profundas lagunas depositarias de
sagrados secretos.
Es lamentable que en este oasis de vida, la Monterrico Metals de
Inglaterra, pretenda ejecutar su nefasto proyecto minero Río Blanco,
apoyada en todo momento por nuestras autoridades.
Es seguro que esto será causa de la extinción de gran parte de la
población de nuestros tapires de altura, los que liderarán la masiva
extinción de toda la flora y fauna endémica de los Andes
Septentrionales, arqueología, paleontología y todos los secretos que
ésta aun encierra.
Una vez más, ricos mineros extranjeros, pretenden enriquecerse más,
sembrando desdicha y odio entre hermanos, dejando a su paso una estela
de desilusión, destrucción, contaminación y muerte. Mientras
autoridades peruanas, pregonan por doquier, un desarrollo artificial,
consumista e insostenido, donde faltará lo principal vida silvestre y
agua pura.
Tapir o Danta de páramo ó de montaña (Tapirus pinchaque)
Es el más escaso y desconocido de los tapires, también se conoce como
Danta conga o Danta pizarra y junto al Oso de Anteojos, es uno de los
mamíferos más grandes de los Andes. La Danta de páramo es la más
pequeña de las tres que hay en Colombia, pesa 250 Kg. y mide 90 cm. de
altura, tiene cuatro dedos en las manos, tres en las patas (como todas
las dantas) y una larga nariz. Su cuerpo lo cubre un pelaje denso negro
y tiene unas manchas blancas alrededor de la boca, mientras que los
juveniles son todos de color marrón con manchas blancas. Cuando están
en edad adulta, pierden pelo en la espalda debido al paso por entre las
ramas. Hoy en día habita en las montañas de Colombia y Ecuador, y ya
desapareció de Venezuela y Perú.
La danta hace parte de los páramos y bosques de niebla y requiere de
grandes extensiones para su reproducción y alimentación; generalmente
es activa al final de la tarde y las primeras horas del anochecer y
amanecer, posee sitios específicos para rascarse, comer, dormir y
defecar. Al andar entre la vegetación, su robusto cuerpo va abriendo
caminos que parecen túneles.
Se alimenta de plantas de Chusque (Chusquea sp.), hoja de Pantano
(Gunera manicata) y Arracachuela (Myrrhidendron pennellii) cerca a
bosques claros y quebradas y también lame en salados naturales o a
veces en los saladeros del ganado. Las dantas duermen en lugares secos
y preferiblemente protegidos de la lluvia como por ejemplo, debajo de
las raíces de grandes árboles. Se comunican por medio de silbidos
fuertes o cuando se sienten amenazadas. (Cavalier y col., 1996)