Ahora, toca dar una nueva vuelta de tuerca e ir mucho más allá del cultivo de musgos, líquenes y plantas estabilizadas con las que arrancaron este tipo de composiciones. ¿Por qué no plantar huertos verticales? ¿Acaso no se cultivaban patatas en las macetas de geranios durante los años de la posguerra?
Los huertos verticales se han convertido en la respuesta para aquellos citadinos que echan de menos su relación con la tierra y apenas tienen espacio en los departamentos, cada vez más pequeños.
Ya hay disponibles en el mercado macetas específicas para estas composiciones, pero es preferible dar rienda suelta a tu creatividad y, de paso, ahorrar unos cuantos pesos: se pueden utilizar materiales reciclados, como botellas de plástico –preferiblemente de color para proteger a la planta de la radiación solar-, tetrabriks o cubos de pintura, por ejemplo, cortando uno de sus extremos y apilándolos formando una columna.
En cada una de las botellas es necesario abrir una pequeña ventana, de unos seis por seis centímetros, por donde saldrán las hojas de nuestra planta en caso de que tenga parte aérea y no se trate de un tubérculo. Cuando esté levantada nuestra columna, la regaremos siempre desde arriba, anegando el primero de nuestros recipientes pues desde allí irá discurriendo el agua al resto del huerto.
¿Pero con qué empezamos? Sé cuidadoso con la selección de lo que quieras cultivar, pues no todo prosperará de la misma manera. Lo más recomendable para este tipo de espacios -sobre todo para iniciarse en este mundillo- son las verduras de hoja verde como la lechuga, la escarola y las espinacas. Aunque si eres un auténtico torpe con las plantas y quieres ir muy poco a poco, lo más apropiado para ti son las hierbas aromáticas o medicinales, como la hierbabuena, cilantro, la menta o el tomillo, porque son mucho más resistentes. Otros, como las zanahorias, las remolachas y otros tubérculos requieren algo más de espacio.
Y si el problema es que ni siquiera tienes espacio para las macetas, no te preocupes, que siempre podrás recurrir a los huertos hidropónicos, es decir, aquellos basados en el cultivo de plantas en soluciones acuosas con algún soporte de arena, grava, etc. Son los conocidos en muchos países como los “cultivos sin suelo”, como ya hemos visto en alguna ocasión.
Los beneficios de los huertos verticales son innegables: no sólo optimizamos el espacio de nuestro apartamento sino que, además, consumimos productos sanos cosechados por nosotros mismos –con el consiguiente ahorro- y aprovechamos materiales de desecho, desde las mismas botellas-macetas a los desperdicios orgánicos de la cocina para hacer nuestro propio compost. ¿Qué más se puede pedir?