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Cinco gatos épicos
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Publicado por Administrador   
domingo, 14 de julio de 2013
Munchi ¡La mitad de la población mundial los adora y la otra mitad los odia! No podemos negar que los pequeños felinos han estado y estarán presentes en nuestras ciudades desde su fundación hasta su ocaso. El genoma gatuno se puede retrotraer a 5 felinas africanas de hace 7000 años. Sus vástagos, la población mundial de gatos, se calcula en 200 millones.

En Estados Unidos, por cada cuatro personas hay un gato. Se dice que un gato ha cazado 28,990 ratones, que una gata ha parido 19 gatos de una sentada y que otra ha traído 420 gatos al mundo. De por sí esto ya sería épico pero aun hay más, ¡un gato tiene 15 millones de dólares!

Muchos no se sienten tan atraídos a estos felinos y solo quieren verlos desaparecer del ambiente urbano y rural. La devastación que han causado en muchas especies de fauna nativa isleña ha forzado a gobiernos a invertir millones de dólares en controlarlos, expulsarlos o esterilizarlos.

Aquí daremos a conocer cinco gatos, que por sus hazañas y proezas deberían tener sus propios monumentos, ya que superan por mucho lo que lograremos en nuestras vidas mortales.

#1. El Inhundible Sam/Oscar

El pasado lunes ya hicimos una referencia a Sam, pero no está demás repetirla. Nadie sabe cómo, pero Sam, un gato negro y blanco alemán, se embarcó el 18 de mayo de 1941 en el mar Báltico a bordo del mayor y más poderoso navío del mundo, el Bismarck. Armado con cañones de 15 pulgadas, el Bismarck se abrió paso a sangre y fuego por el Atlántico y hundió de una andanada al orgullo de la Royal Navy, el HMS Hood, mandándolo a dormir al fondo del mar. Airado por esta afrenta, Winston Churchill dio la orden “Hundan al Bismarck” y toda la Royal Navy salió a su caza.
 
Tras ser rescatado/capturado por la Royal Navy, Sam fue subido al destructor HMS Cossack (El que capturó al Altmark y facilitó la decisión de invadir Noruega) y reclutado para luchar por el imperio Británico y su gloriosa majestad Jorge VI. Acompañó fielmente a sus nuevos amos en toda operación y cambió las difíciles aguas del Atlántico por el soleado Mediterráneo. En una de sus travesías, el HMS Cossack fue avistado por el submarino U 563 y torpedeado a mansalva y sin piedad. El destructor fue hundido a pesar de los esfuerzos de Sam y su tripulación, con lo cual se perdieron 152 vidas. El épico gato logro sobrevivir por segunda vez a la catástrofe y fue transferido al HMS Ark Royal, portaaviones que lanzó el avión que dañó al Bismarck, barco original de Sam.

Una vez en el Ark Royal, Sam sirvió en la distinguida nave, la cual dominaba el Mediterráneo e infligía en los italianos debacles como el bombardeo de Cerdeña y Génova. Tras lanzar aviones a la sitiada isla de Malta, el Ark Royal fue avistado por un submarino alemán que le lanzó una andanada de torpedos. Estos hirieron de muerte al hasta ahora afortunado barco, héroe de decenas de combates, solo comparable en su gloria al BAP Huascar. Vanos esfuerzos fueron realizados para llevarlo a Gibraltar y cuando todo se veía perdido se dio la orden de abandonar el barco, la cual Sam obedeció con arrojo. El gato sobreviviente de tres desgracias marinas fue llevado a la base de Gibraltar y de allí transferido a su vez a Belfast, donde murió con todos los honores en 1955, único testigo de tres de los hundimientos de los barcos más icónicos de la Segunda Guerra Mundial  

A nadie se le ocurrió que un gato negro podría traerles tanta mala suerte.

Así que amigo, si ves un gato, trátalo mucho respeto y cariño, porque podría ser el descendiente de esa casta de criaturas que hacen una y otra vez hazañas dignas de los héroes homéricos.

Tras días de escabullirse de la flota británica, el Bismarck recibió un torpedo lanzado por un avión Swordfish embarcado en el HMS Ark Royal. Estos aviones eran tan malos y tan primitivos que eran indestructibles: el sistema de tiro del Bismark no podía disparar a blancos tan lentos. Estos biplanos impactaron en el talón de Aquiles del Bismarck, el timón, y dio vueltas sin cesar hasta ser destruido por el HMS Rodney y hundido a torpedos por un crucero. Uno de los pocos sobrevivientes de esta masacre fue el gato Sam, quien después de resistir los centenares de impactos y torpedos, se lanzó al Atlántico Norte y tras remontar sus aguas se hizo de una tabla de madera. Recuérdese que el resto de los sobrevivientes fueron abandonados a su suerte en las gélidas aguas del Atlántico Norte, salvo por un centenar de marineros.

Su primo destacado a un U-Boat no tuvo tanta suerte.

#2. Trim el australogato

Para todos los amantes de los gatos, el dejar a su minino por un viaje es un proceso arduo y penoso. Esto no fue así para Matthew Flinders quien fue encargado de circunnavegar el recientemente descubierto territorio de Australia y que llevó consigo a su gato Trim. La expedición enfrentó vendavales, olas gigantescas y mareas, las cuales tumbaron a Trim al océano Índico. La tripulación, encariñada con el felino, no resistió el rescatarlo y le lanzó una cuerda al gato, quien pese a no tener manos para trepar, escaló con sus garritas la cuerda y trepó de vuelta al barco.

Las peripecias de Trim no terminaron allí, ya que su dueño fue transferido al navío Porpoise para terminar la expedición, el cual encalló en Wreck Reef en 1803, donde tras evitar los tiburones y demás extrañas especies de las aguas australianas, llegó al arrecife. El dueño y Trim treparon a una chalupa y llegaron a Sydney donde dieron noticia del naufragio para rescatar a los sobrevivientes. Luego Flinders se embarcó en un buque de 29 toneladas para regresar a Gran Bretaña. El navío requería de urgentes reparaciones dado el difícil tiempo, anclando en la isla de Mauricio en el Índico, de posesión francesa. Si no jugaste “Victoria, un Imperio bajo el Sol”, te comento que Australia y el Índico era un área codiciada por las grandes potencias europeas. Gran Bretaña y Francia estaban enfrascadas en un pequeño incidente llamado “Guerras Napoleonicas” y Flinders fue capturado y mandado a prisión por seis largos años. Trim trataba de buscar ayuda para su amo, trayéndole roedores y pajarillos. Un día el felino escapó de la prisión, tan solo para ser capturado por los nativos de la isla, quienes, al no haber más carne disponible más que la de sus apéndices, decidieron devorar al extraño animal. Penoso final para un gato que fue el primer mamífero en explorar un continente.

#3. Stubbs, el gato político

Alaska es un territorio indómito, al cual ni el mismo Homero Simpson ha podido derrotar. Su gente es bravía e independiente, su desconfianza del gobierno federal es grande y desean que los productos de su rico subsuelo sean aprovechados por su población.

Los radicales de Alaska, descontentos con los partidos tradicionales y con tal de mostrar al mundo su desesperada situación, procedieron en 1997 a emitir sus votos, y entre los 900 electores hubo una clara mayoría que se inclinó por el outsider de rigor, mejor que PPK, más chévere que Humala y Fujimori. Este “outsider”, sorprendió a todos por su sencillez en el discurso,  su honradez en la gestión de los recursos públicos y por no ser homínido.

Stubb, el gato alcalde de Talkeetna Alaska no tiene rabo de paja –ni rabo tampoco– decidió acabar con los roedores del lugar, bajo el lema “Fuera los Petroaudios, mueran las ratas”. Exterminó las ratas de la alcaldía y después procedió a hacer lo mismo en toda su jurisdicción. Tal fue su talante y vehemencia al combatir la corrupción roedora, que fue elegido alcalde de por vida.

#4. Hamlet, el gato volador


Si no te has motivado a tener un gato con el párrafo anterior, espera a conocer la historia de Hamlet, el gato que fue embarcado por su dueño en una jaula de metal para trasportarlo a Toronto. Harto de la comida de avión, Hamlet decidió usar sus poderes gatunos y escabullirse por las rejas y empezar a explorar las entrañas del pájaro de acero.  Al aterrizar el avión, Hamlet se escondió en las tuberías del mismo y estuvo allí, sobreviviendo con esa comida monstruosa, la radiación cósmica, los cambios de presión, la alteración del ciclo circadiano y las películas de Adam Sandler. Tras siete semanas, y al descubrir extrañas bolas de pelo en componentes claves del artefacto volador, un obrero abrió un panel y encontró al gato polizonte. Tras identificar a su dueño se transportó a Hamlet a Toronto, tras haber recorrido unos nada despreciables 600,000 kilómetros, sin pagar pasaje y recibido una dosis de radiación que haría parecer a Fukushima y Chernobil como un celular con Android. Hasta el día de hoy Hamlet, dice “¿Ser o no ser?” el gato más viajero del mundo.

#5. Andy el gato saltarín

Imagínate caminar por una urbe llena de edificios –para ser exacto Miami– tras recorrer sus amplias avenidas e ir de shopping. Miras las ventanas e imaginas cómo sería tener un apartamento allí, cuando súbitamente y de la nada, un gato salta desde un ventanal abierto, a 60 metros de altura, con una velocidad terminal de 34mts/s. Este fue el caso de Andy el gato, felino domestico que maravilló al mundo al sobrevivir dicha caída sin mayor contratiempo, desafiando a Galileo y Newton. Tan épico fue Andy, que después de tal caída, simplemente subió las escaleras y volvió a su casa a descansar.

Fuente: kemados
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