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Diccionario verde para entender la ecología
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Publicado por Administrador   
lunes, 06 de agosto de 2012
Diccionario verde ¿Es posible compatibilizar desarrollo y protección del medio ambiente? ¿Hay que explorar un modelo económico que dé prosperidad sin la obsesión por el crecimiento ilimitado y su secuela de impactos negativos? Este diccionario repasa los términos que han ayudado a cimentar el debate en los últimos 20 años.

Agroecología

Es una práctica y un movimiento social que promueve un cambio en los modelos de producción agrícola para prestigiar las comunidades campesinas e ir más allá de la agricultura ecológica, pues esta se limita a lograr un certificado que acredita que prescinde de plaguicidas y fertilizantes químicos. Persigue fomentar las variedades locales o regionales, tradicionales, de temporada, cultivadas en zonas próximas, y comercializadas mediante la relación directa entre los productores y los consumidores o a través de las cooperativas de consumo. ¿No es contradictorio que unos kiwis lleven el sello de ecológico cuando han viajado desde la otra parte del mundo hasta el centro comercial cerca de casa?

Biopiratería

Nueva forma de expolio. Por ejemplo, una empresa farmacéutica se apropia del conocimiento que los indígenas atesoran de determinadas plantas medicinales y lo convierte en un producto patentado; y, sin reconocer que no es suyo y sin autorización de los interesados, inicia su explotación comercial. De esta forma, priva a las comunidades indígenas de los derechos de explotar comercialmente este conocimiento que han conservado. La Convención sobre Diversidad Biológica de 1992 exige que debe haber un reparto de beneficios entre el país que ha explotado el recurso y el que lo ha conservado. Los biopiratas suelen ser empresas de los países del Norte; y las víctimas, poblaciones indígenas de los países del Sur, ricos en biodiversidad. En los últimos años, a través de la biotecnología y de los registros de marcas y patentes en el ámbito internacional, las posibilidades de esta explotación se han multiplicado.

Buen vivir

Propuesto como ideal por las comunidades indígenas de Sudamérica en oposición al concepto del vivir mejor occidental, para promover un modelo de vida o de desarrollo más justo y ecológico. Ecuador y Bolivia han incluido el buen vivir (o sumak-kawsay) en sus constituciones como el objetivo social a ser perseguido por el estado y la sociedad, para evitar que muchos tengan que vivir mal para que unos pocos vivan mejor. Los niveles de vida en el mundo desarrollado implican desmedidas demandas de consumo y despilfarro y condenan al Tercer Mundo a proveer materias primas y mano de obra baratas. En vez de propugnar el crecimiento continuo, se pretende lograr un sistema en equilibrio buscando asegurar los mínimos indispensables, lo suficiente para que la población pueda llevar una vida simple y modesta, pero digna y feliz.

Ciudades en transición

El ejemplo de la ciudad de Totnes (Reino Unido) ha cundido en muchas otras partes del mundo. Son comunidades locales que se organizan para afrontar la crisis ecológica, construyendo un imaginario común esperanzador. Ponen énfasis en la necesidad de reducir o desterrar de la vida cotidiana el uso de los combustibles fósiles. Parten de la base de que el petróleo cada vez será más caro y que es urgente reducir las emisiones de CO2 para mitigar el cambio climático. Es todo un ejercicio colectivo para aumentar la capacidad de respuesta y de adaptación a los futuros cambios globales (resiliencia de la comunidad). Las iniciativas incluyen la producción local de alimentos, las monedas locales y el trueque, y las cooperativas de energía renovable.

Comercio de derechos de emisión

El protocolo de Kioto introdujo los mecanismos de mercado como estrategia para facilitar la tarea de reducir las emisiones de CO2, y la Unión Europea estableció techos de emisión anual a las industrias que más gases arrojan. Se pretendía que estas lograran reducir sus emisiones (con medidas de eficiencia energética, fuentes renovables o mejoras en los procesos…) y pudieran vender sus excedente de derechos a otras industrias (menos virtuosas) que los necesitaran. Teóricamente, con los años, los acuerdos iban a disminuir el número de derechos de emisión, de manera que se reducirían las emisiones totales con este mercado de la escasez del aire libre de CO2. Sin embargo, la aplicación del sistema ha dado lugar a disfunciones. Por ejemplo, al cambiar el ciclo económico y generarse menos producción y menos CO2, muchas empresas se beneficiaron de tener muchos derechos de emisión, que han podido vender cuando los recibieron gratis. La Unión Europea hará que los derechos de emisión empiecen a ser subastados a partir del 2013. Mientras tanto, el calentamiento del planeta ha sido considerado inequívoco en el cuarto informe de evaluación sobre cambio climático de la ONU.

Crisis ecológica

Un desarrollo desequilibrado pasa factura: contaminación, extinción de especies (pérdida de biodiversidad), desertificación, cambio climático o escasez de recursos naturales. Los procesos productivos ponen en marcha una maquinaria que explota y devora los recursos (materiales, agua, combustibles fósiles, biomasa…) que, una vez consumidos y procesados, acaban convirtiéndose en residuos. El crecimiento económico choca tanto con el límites a la disponibilidad de recursos naturales como con la capacidad de los ecosistemas de asimilar los residuos.

Deuda ecológica

La han acumulado históricamente los países industrializados con los pueblos y países del Sur, por el saqueo y usufructo de sus recursos naturales, el empobrecimiento de sus pueblos y el deterioro de su patrimonio natural y las fuentes de sustento. Más recientemente, hablamos también de una responsabilidad de los países industrializados por la explotación y gradual destrucción del planeta como consecuencia de su modelo de desarrollo y de sus patrones de producción y consumo. Por ejemplo, la deuda de carbono subraya la mayor responsabilidad de los países desarrollados vinculada a las emisiones históricas de los gases invernadero. Y a veces la deuda se ha cuantificado. Por ejemplo, en el 2011, la petrolera Chevron-Texaco fue condenada por la justicia de Ecuador a pagar 18.000 millones de dólares en compensación por los daños en la salud y el medio ambiente derivados de la extracción del petróleo desde 1962 a 1990 en la Amazonia. Las vidas humanas y las especies no tienen precio, pero una compensación monetaria es mejor que nada.

Ecologismo de los pobres

A menudo se ha argumentado que había que ser rico para preocuparse del medio ambiente y que son los pobres los que más contaminan y destruyen el planeta. Pero esta creencia es muy discutible. Hay organizaciones sociales de base en los confines del planeta que luchan por defender su entorno natural; pero no como consecuencia de un discurso o una conciencia ecológica, sino porque ese es su único y muchas veces último medio de subsistencia (pescadores, campesinos,…). Han conformado este ecologismo popular luchas contra las empresas papeleras para conservar los bosques; luchas contra las presas hidroeléctricas para conservar la tierra; o contra la utilización abusiva de la pesca industrial para salvar la pesca artesanal…

Economía verde

Es una economía que compatibiliza el crecimiento económico y la protección medioambiental, a través del uso duradero de los recursos naturales (el llamado crecimiento verde) que, además, pueda aliviar la pobreza y promover la equidad social. Incluye estrategias en las que todos ganan (win-win), para estimular el crecimiento. Por ejemplo, las inversiones de eficiencia energética (bombillas de bajo consumo…), producción más limpia (evitar vertidos), energías limpias… También busca fomentar el consumo de bienes y servicios respetuosos del medio ambiente.

Huella ecológica


Nos hemos acostumbrado a medirlo todo. Y la huella ecológica es un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana de los recursos existentes en el planeta. Se trata de comparar nuestra presión devoradora de recursos con la capacidad de la tierra para regenerarse y recuperarse. Se estima que cada persona necesita 1,8 hectáreas para cubrir sus necesidades, sin ocupar el espacio ambiental de otros. Cada español precisa 5,4 hectáreas globales para disponer de tierras productivas (cosechas, carne, pescado, madera y demás), bosques para compensar las emisiones de carbono y espacio para infraestructuras. Desde finales de los setenta, la población mundial usa los recursos de un planeta y medio. Vivir como un español nos cuesta tres planetas. Agotamos el capital natural cada vez más pronto…

Justicia ambiental

Este concepto surgió en los Estados Unidos en 1980, donde los afroamericanos, hispanos y comunidades indígenas empezaron a protestar porque las industrias contaminantes o los vertederos se instalaban preferentemente cerca de sus barrios. Lo llamaron racismo ambiental. Hoy, un movimiento internacional representativo es ¡Justicia Climática, Ahora! Los países más vulnerables al calentamiento global (desertización, sequías, inundaciones y otros fenómenos climatológicos extremos) son los menos adelantados, y en particular las poblaciones minoritarias, indígenas y los pobres. Es decir los que menos responsabilidad histórica tienen por causar el cambio climático serán los mas afectados.

Mochila ecológica

También llamado coste ecológico. Es la cantidad (kilos) de material consumido, desplazado o transformado en residuos durante la producción y distribución de los productos. Por ejemplo, cada kilo de oro supone 350 toneladas de materiales; cada ordenador, 1.500 kilos; y un teléfono, 75 kilos. Es decir, los bienes que consumimos son como un iceberg: lo que no se ve pesa mucho más que lo que se ve. A menudo, importamos agua virtual de países con sequías y malnutrición. Cuando compramos flores de Ecuador, carne de vaca de Brasil o fruta de Vietnam, estamos importado el agua consumida en los cultivos que se detrae a su población. Por lo tanto, ¿quién es el causante de que esos recursos causen impactos ambientales? Desde el 2007 China es el primer emisor mundial de CO2, pero a la vez es un gran país exportador. ¿Quién es responsable de las emisiones de CO2: los productores locales, los exportadores o los consumidores finales en el mundo rico?

New Deal verde

Es un conjunto de políticas económicas que pueden tratar de resolver al mismo tiempo la crisis ecológica (en particular el cambio climático) y la crisis económica. Se inspira en el New Deal, un programa económico lanzado por el presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt después de la crisis de 1929, la llamada Gran Depresión. Son políticas de estímulo de la economía a través de inversiones públicas (llamadas keynesianas) en proyectos medioambientales. La propuesta tuvo resonancia al principio de la crisis económica, impulsada por instituciones como el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente). En esta propuesta se inspiró la controvertida ley de Economía Sostenible del gobierno de Zapatero. Mas recientemente, la propuesta ha sido marginada al estallar la crisis de la deuda, básicamente por falta de recursos económicos, mientras predominaban las políticas de austeridad (reducción del gasto público).

Obsolescencia programada

Los productos son diseñados de modo que tras un periodo de tiempo calculado de antemano por el fabricante se vuelven obsoletos, inútiles o inservibles. Bernard London lo propuso en 1932 para terminar con la gran depresión a través una ley que hiciera obligada esa obsolescencia (aunque nunca se llevara a cabo). El hogar o el trabajo se llenan de artículos eléctricos y electrónicos nada perdurables. La materia prima es más barata que los recambios, la reparación y la mano de obra. Sin embargo, algunos ingenieros plantean diseñar productos teniendo en cuenta su impacto de CO2, analizando el ciclo de vida de la cuna a la tumba o, incluso, de la cuna a la cuna. Las empresas necesitan incentivos para aplicar el ecodiseño, que podrían venir de la fiscalidad ecológica.

Otro bienestar

Jóvenes sobradamente preparados han optado en los últimos años por dar un giro en su vida dando portazo al crédito, al consumo desmedido y al derroche de materias y energía. El paraíso no era tener un empleo de asalariados trabajando ocho horas al día, piensan. El bienestar personal puede estar, en cambio, en una casa en el campo compartiendo proyectos colectivos y dedicando más tiempo al ocio, a la familia o las actividades culturales y asociativas. Estos jóvenes practican una economía básicamente no dineraria; fomentan el autoabastecimiento (agricultura agroecológica); optan por poner límites al consumo para restar presión sobre el planeta; prefieren la reparación al usar y tirar; y buscan la felicidad lejos del mundo de insatisfacción que nació del maridaje entre consumo y la publicidad.

Pico de petróleo

El final de la era del petróleo barato obligará a reconsiderar el modo de producir, comerciar, movernos, alimentarnos, residir o consumir. El temor no es tanto el agotamiento del petróleo como el momento en que la producción haya llegado a su punto álgido, un momento a partir del cual ese pico irá disminuyendo y no podrá seguir el ritmo trepidante de la demanda: el precio se disparará. Y tal vez estemos ya muy cerca de esa línea roja, y no sólo con el petróleo. El pico petrolero (o cenit petrolero) es el momento en el cual se alcanza la tasa máxima de extracción de petróleo. ¿Qué vendrá después? ¿El coche eléctrico? ¡Uf!, sólo sirve para trayectos urbanos de corta distancia. ¿Los biocombustibles? ¡Uf! Entran en competición con cultivos usados en la alimentación.

Prosperidad sin crecimiento

Si el crecimiento económico no es perdurable, ni quizás tampoco factible, ¿será posible buscar otro modelo? Tal vez la solución es iniciar un decrecimiento y lograr un estado estacionario. Se trata de imaginar y dar aliento a una economía que no dependa del crecimiento pero que a la vez asegure el bienestar de las personas, la equidad social y la sostenibilidad ecológica. Y es necesario. Primero, porque el crecimiento económico nos ha llevado a la crisis ecológica; segundo, porque después de un cierto nivel de renta per cápita, no aumenta la felicidad de las personas. Y tercero, porque en el contexto actual de crisis de la deuda, resulta difícil incrementar el gasto público para estimular la economía. Se podrían favorecer aquellas actividades (cuidado de las personas, la autoproducción, tareas de reparación y reutilización) que generan puestos de trabajo y tienen un bajo impacto ambiental.

Reducir, reutilizar, reciclar

La generación de residuos es el retrato de nuestra cultura de usar y tirar; el reflejo de la abundancia; el desprecio por el reaprovechamiento de los materiales. Pero un desarrollo económico equilibrado comporta dar un valor a todo el ciclo del producto, incorporando también el coste al final de su vida útil (el extracoste de los residuos se paga con impuestos). Los ayuntamientos no han sido capaces de generar una economía de los residuos, sobre todo de los orgánicos; faltan normas para exigir el uso de materiales procedentes del reciclado; al final tiramos el 30 por ciento de la comida a la basura. Son tres erres, pero pueden ser más: repartir, reparar, reaprovechar… Las experiencias más virtuosas son las de la estrategia de residuos-cero, con la recogida puerta a puerta, que logra tasas de reciclaje de hasta el 80 por ciento.

Renovables

Las energías renovables han cobrado importancia a causa de la necesidad de prescindir de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) para dar respuesta al calentamiento global. La energía eólica era casi inexistente en España hace veinte años, y en el 2011 proporcionaba el 16 por ciento de la electricidad, pisando los talones a la nuclear. La eólica o la solar fotovoltaica se han abierto un hueco en el mix de producción eléctrica, y despega la termoeléctrica (sistemas de concentración de calor, normalmente en canales parabólicos para calentar fluidos que mueven turbinas y producen vapor y electricidad), mientras que ha sido muy menor el impulso de la biomasa forestal en España. La geotermia y la energía marina (olas, mareas…) esperan su oportunidad.

Soberanía alimentaria

Concepto introducido en 1996 con motivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación (FAO) por Vía Campesina. Movimiento internacional que coordina organizaciones campesinas, pequeños y medianos productores, mujeres rurales y comunidades indígenas de los cinco continentes. Es el derecho que naciones y pueblos tienen para mantener y desarrollar su propia capacidad de producción básica de alimentos, respetando su diversidad y su cultura. Es la facultad de cada nación para definir sus propias políticas agrarias, pesqueras y alimentarias de acuerdo con objetivos de desarrollo sostenible, equidad y seguridad. Implica la protección del mercado interno contra los productos extranjeros que se venden en el mercado mundial por debajo de los costes de producción (dumping),y contra la mercantilización de la agricultura y la globalización, que han traído el desmantelamiento de los sistemas alimentarios basados en la satisfacción de las necesidades locales.

Simplicidad voluntaria

Trabajar menos contribuye a proteger el planeta. Unas jornadas de trabajo excesivamente largas suelen ir asociadas al mayor crecimiento de la producción y del consumo, lo que significa mayor agotamiento de los recursos y una mayor degradación ambiental. Las personas que trabajan muchas horas y que están escasas de tiempo tienden a optar por estilos de vida que comportan un uso más intensivo de los recursos. Consumen más energía en el transporte; comen fuera de casa con mayor frecuencia, y tienen casas más grandes, por lo que a su vez consumen más energía. El movimiento de la simplicidad voluntaria cuestiona la idea de que dinero y posesiones materiales da más calidad de vida. Desprenderse de lo superfluo, de los bienes materiales o de las tecnologías permite recuperar valores como la amistad, las actividades culturales y de realización personal, el tiempo libre. Una economía lenta pone al planeta en forma.

Slow food

Es toda una ofensiva contra la comida basura. Un movimiento internacional nacido en Italia que reivindica el gusto por la comida y la difusión de una nueva filosofía que combine placer y conocimiento gastronómico. Busca la salvaguarda de las tradiciones gastronómicas regionales, de sus productos y métodos de cultivo. Slow Food fomenta las variedades (vegetales, frutas y alimentos animales) apoyando pequeños productores locales que se han quedado al margen de los circuitos comerciales, pero cuyas prácticas garantizan una gran biodiversidad y por lo tanto contribuyen a la seguridad alimentaria. Los restaurantes km 0 ofrecen a sus clientes productos de proximidad, ecológicos y de la carta de sabores. Y la lista se va ampliando con menús rescatados del olvido: mongetes de ganxet, alubia de Tolosa, acelga enana de Derio, azafrán del Jiloca, malvasía de Sitges… Uhmm!

Antonio Cerrillo-Federico Demaria
Fuente: enpositivo.com

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