A ver si comprendemos cabalmente. Dos crisis mundiales van paralelas: la económica (estafa bancaria y financiera) y la climática. Los 5 países más endeudados son EE.UU., Reino Unido, Alemania, Francia y Holanda; entre estos 5 deudores suman más de 135 billones de dólares (US$ 135.000.000.000.000,oo).
Según cálculos de unos estudiosos, si una persona gastara un millón de dólares diarios desde la fecha de nacimiento de Jesús de Nazareth hasta el año 2011, no alcanzaría la cantidad de un billón (mil millones) de dólares sino apenas 700 mil millones, faltando 300 mil millones para conjuntar un billón de dólares. La deuda global (deuda externa más deuda privada) de EE.UU., la mayor del Mundo, es de 114,5 billones de dólares. Agrupada esta cantidad, los 114,5 billones, en billetes de 100 dólares en la misma área de los súper rascacielos de la isla de Manhattan en Nueva York (Empire State y las explosionadas Torres Gemelas o Trade World Center), la torre de billetes de cien dólares sería más alta. ¿Qué tal?
Las emanaciones venenosas que día y noche lanzan en 7 países (China, EE.UU., India, Rusia, Alemania, Japón, Inglaterra) son descomunales, muy difícil de cuantificar. El smog (polución) o neblina urbana producida por fábricas, automotores y otros aparatos de uso diario, es alarmante en Nueva York, Londres, Hong Kong, Tokio, Beijing, Shanghai y Ciudad de México, entre otras urbes superpobladas.
Si sumamos a la gran contaminación atmosférica el vertedero de desechos en extremo letales (uranio, plutonio, mercurio.), que hacen grave y prolongado daño al diezmar flora y fauna exterminando especies en suelos, ríos, lagos, lagunas y mares, la toxicidad es tal que la vida, acorralada, sitiada por venenos, ha entrado en fase de gravedad de tan enferma y maltratada por el ser más inteligente (¡?) de la Tierra, el humano.
El poeta y místico Lao-Tsé (Laozi), chino que vivió 600 años a.J.C., se inmortalizó con una breve obra poética de hondo y trascendental significado, el Tao-Te-King (Daodejing). Dice el viejo Lao-Tsé de volver a la Naturaleza, de retornar al campo.
Sufrimos las terribles consecuencias del industrialismo, del uso de hidrocarburos (petróleo, gas natural) y carbón, de la fiebre consumista, de los polímeros (plásticos), de experimentos genéticos de variada índole, de la clonación (robotización) mediante la masificación del deporte (fútbol), la música monotemática, machacona y repetitiva, las grandes concentraciones religiosas, los mítines políticos y los conciertos musicales, la educación y la información alienante, el ocultamiento y la tergiversación histórica, la displicencia de muchos jóvenes ("No hay futuro"), la adicción a las drogas psicotrópicas, a los video-juegos, a la Internet, a la telefonía móvil y a la televisión.
Se cae el sistema societario, su economía naufraga, el planeta da impresionantes muestras de agonía, y nosotros aún bajo los patrones mercantilistas, comerciales, de competencia, y contaminando y depredando sin cesar. El caos, personificado con figura de horrible ogro gigantesco, nos mira y se carcajea a mandíbula batiente, se desternilla de la risa, se tira al suelo presa de la hilaridad y nos señala gritando: ¡estúpidooos!
Julio Romero Anselmi
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