A partir de la histórica Asamblea General de las Naciones Unidas llevada a cabo el año 1994, se aprobó la Convención de Lucha contra la Desertificación (la Sequía y la Pobreza) (UNCCD por sus siglas en inglés) y se comenzó a conmemorar cada 17 de Junio como el día propicio para la concientización y difusión sobre uno de los desafíos ambientales que presenta mayores efectos negativos en el mediano plazo, y que corre el riesgo de acelerarse si desde las entidades gubernamentales no se plantean las estrategias necesarias para controlar el avance de la degradación de los suelos.

Entendemos como Desertificación al proceso por el cual las tierras pierden vegetación y comienzan un proceso de erosión, perdiendo así sus valores óptimos de nutrientes y humedad, los que descienden a niveles seriamente bajos, diferenciándose del proceso natural de desertización por verse influenciada en mayor medida por el cambio climático y la actividad humana, como ser el excesivo pastoreo, la deforestación sin planificación y la falta de sistemas de riego esparcidas por grandes extensiones de territorio.

En la República Argentina, alrededor del 75% del territorio presenta niveles entre moderado y grave de Desertificación, distribuido entre la Patagonia, la zona céntrica, especialmente en los Valles de Cuyo, llegando incluso a afectar grandes extensiones del Noroeste Argentino. Los porcentajes mundiales indican un 30% de afección grave, especialmente concentrados en los países con mayores índices de marginación y pobreza.

Varias técnicas de recuperación de suelos, respaldadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), han sido muy efectivas pero, la que indudablemente se presenta como la mejor herramienta de remediación es la Forestación. Por medio de la misma podemos restaurar los niveles de humedad normales para el crecimiento microbiano de los suelos, que permiten renovar así la composición de nitrógeno y fósforo, se regularizan la periodicidad de las lluvias, se crea un ambiente óptimo de conservación de la diversidad biológica autóctona y se crean nuevas fuentes de trabajo, como por ejemplo el Turismo Justo. La tarea más ardua para llevar a cabo una Forestación consiste en identificar las especies vegetales ideales para la adaptación a las condiciones iniciales en las que se encuentran los suelos.

Fuente: EnCuentos