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EE UU y China hacen fracasar Copenhague
Noticias - Noviembre 2009
Publicado por Administrador   
domingo, 15 de noviembre de 2009
Cumbre de Singapur Estados Unidos y China, los mayores contaminantes del mundo, ha hecho ayer oficial el fracaso de la conferencia del clima que se celebrará el mes próximo en Copenhague. Los líderes de ambos países, apoyados por algunas de las principales naciones emergentes del mundo, ha comunicado hoy en Singapur al Gobierno de Dinamarca que no será posible conseguir en esa ocasión un acuerdo vinculante que permita la reducción de emisiones de dióxido de carbono.

En su lugar, se intentará lo que se ha llamado retóricamente acuerdo en dos etapas, y que, en realidad, consiste en hacer en Copenhague una mera declaración de intenciones, pero se postergarán los compromisos obligatorios para un momento posterior, quizá para otra conferencia que debe de celebrarse el próximo año en México.

"Ha habido una coincidencia entre los líderes de que no es realista esperar que un gran acuerdo internacional completamente vinculante pueda ser negociado entre ahora y Copenhague, que empieza en 22 días", declaró Michael Froman, viceconsejero nacional de Seguridad de la Casa Blanca, al término de una reunión imprevista celebrada por los países que participan en la asamblea de la Asociación Asia-Pacífico (APEC) con el primer ministro de Dinamarca, Lars Loekke Rasmussen.

Consciente de que estaban aquí los dos gobernantes que tienen la última palabra en el asunto climático, el presidente norteamericano, Barack Obama, y el líder chino, Hu Jintao, junto a otros países que son protagonistas destacados de este debate, como Indonesia, Japón, Rusia o México, Rasmussen se trasladó hoy por sorpresa a Singapur en busca de una solución desesperada para salvar la cumbre de Copenhague. Pero sólo obtuvo, según fuentes norteamericanas, un compromiso de todos los participantes, incluido China, de respaldar en la capital danesa un documento que establezca objetivos ambiciosos, e incluso algunos procedimientos para alcanzarlos, pero sin exigir que los países contaminantes reduzcan sus emisiones, lo que era el objetivo inicial de la conferencia patrocinada por Naciones Unidas.

Desde hacía tiempo se daba por descontado que la suerte de Copenhague estaba plenamente en manos de Estados Unidos y China, que se habían dado de plazo hasta la actual gira de Obama por Asia para encontrar un arreglo satisfactorio para ambos. Pese a la voluntad manifiesta del presidente norteamericano de avanzar en esta materia, ese arreglo no ha sido, finalmente, posible tanto por la resistencia de China como por la incapacidad del Congreso estadounidense de aprobar una legislación energética compatible con los propósitos de Copenhague.

Obama no quiere firmar ningún acuerdo que, como ocurrió con el de Kioto, suscrito por Bill Clinton, no sea después refrendado por el Congreso. China, por su parte, no está dispuesta a hacer movimientos relevantes en ese campo que no vayan acompasados por Washington. Lo mismo puede decirse del tercer mayor contaminante, Indonesia. Y Japón, cuyo nuevo Gobierno había anunciado recientemente la voluntad de reducir las emisiones de gases, tampoco quiere hacerlo sin acciones recíprocas por parte de China y Estados Unidos.

De esta manera, con toda probabilidad, otras grandes naciones en desarrollo, como India y Brasil, se negarán a respaldar acuerdos que no estén apoyados por esos cuatro países, y Copenhague puede quedar reducido a un ejemplo más de voluntarismo infructuoso.

Con esta reunión sobre el clima, Obama elimina uno de los conflictos en su agenda con China y aumenta las posibilidades de convertir en un éxito la visita que empieza hoy en Shanghai, adonde el presidente norteamericano ha llegado a última hora.

En la reunión de la APEC, Obama dejó un mensaje económico con claros y oscuros y - mucho peor - advirtió a los otros 20 jefes de Estado y de Gobierno de esta organización que tendrán que vestir faldas para la cumbre de 2011 en Hawai. Muchas de las reuniones de la APEC, parcas en resultados, pasan a la historia sólo por los pintorescos trajes regionales con los que los líderes se ven obligados a posar en cada cumbre. Obama recordó hoy a sus colegas que la indumentaria típica de su Estado natal es una garbosa pollera.

Con menos humor tomaron sus interlocutores la petición de que los miembros de la APEC, que suman más del 50% del PIB mundial, dejen de ser fundamentalmente grandes exportadores y asuman un papel más protagonista en la economía global. Es decir, que no pretendan seguir creciendo a costa de los consumidores norteamericanos y que abran sus mercados a los productos de Estados Unidos.

Fuente: EL PAÍS.com

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