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Los ricos son los culpables del calentamiento global
Noticias - Octubre 2009
Publicado por Administrador   
jueves, 15 de octubre de 2009
Cambio climático y pobreza “Aquellos que no ven al crecimiento de la población y el cambio climático como dos lados de la misma moneda son ignorantes o esconden la verdad”, ha señalado el celebrado científico y ambientalista James Lovelock. Y bueno: todos sabemos que los pobres se reproducen como conejos. Ergo: todos esos tercermundistas amontonados en sus chabolas son los culpables de que debamos usar más bloqueador solar y de que, dentro de poco, la Costa Azul se convierta en archipiélago.

Sin embargo, un artículo  publicado en Enviroment and Urbanization, citado en un artículo de George Monbiot para The Guardian demuestra lo contrario: que las emisiones de dióxido de carbono ha aumentado más lentamente donde hay mayor crecimiento de la población.

De 1980 a 2005, los subsaharianos han contribuido con más del 18.5% al aumento de la población, pero sólo de un 2.4% de las emisiones de gases invernadero. Estados Unidos, por su parte, sólo ha proporcionado un 4% de los rollizos bebés de nuestro mundo, pero es responsable del 14% del aumento de las emisiones de dióxido de carbono en el mismo periodo.

63% del crecimiento de la población mundial ha ocurrido en zonas de bajas emisones de gases invernadero. Eso es una pauta, ¿no?

Desde luego, se puede argumentar que no es el número de pobres en sí lo que contamina, sino sus actividades (esas que realizan para obtener magros ingresos con el reciclaje de la basura o bailando para turistas, y que nunca serán tan importantes como lo que hacemos nosotros). Sin embargo, ahí también hay un punto a revisar.

El artículo de Environmet and Urbanization también señala que una de cada seis personas es tan pobre que sus actividades no emiten gases invernadero de manera significativa (un grupo que también es el que más se procrea entre sí). Los habitantes de los slumgs de la India (premiados con un Oscar por su participación en la aberrante ¿Quién quiere ser millonario?) que sobreviven con menos de 40 euros al mes, gastan una quinta parte de la electricidad y una septima parte del combustible que quienes ganan 10 veces más.

Oh, y los homeless. ¿Qué me dicen de los homeless? Sus actividades producen emisión 0.

¿Y los que rebuscan en la basura? Evitan más gases contaminantes de los que producen con sus actividades de reciclaje.

Bueno, ¿pero que podemos decir de las actividades de los países pobres? Sus industrias sí que son contaminantes, pues actuan sin las regulaciones ambientales que imperan en los países del Primer Mundo.

En efecto, los países más pobres cuentan con industrias contaminantes, pero estas proceden de empresas de los países ricos: las petroleras de Nigeria, que exportan el combustible a Europa, son las principales responsables de las emisiones de gases invernadero.

Incluso las labores de deforestación para alimentar animales y extraer madera tiene como blanco a los países más poderosos… y con menos índices de natalidad. Los granjeros locales, que apenas producen para su consumo, no producen un impacto ambiental.

Ha llegado el tiempo de reformular la vieja ecuación que iguala el impacto ambiental al crecimiento de la población por otra en donde el impacto ambiental se relaciona directamente con el aumento de los consumidores. La gente que tiene más niños y gana menos apenas aparece en esta segunda versión.

Hay una débil relación entre crecimiento de la población y calentamiento global, y una muy fuerte entre calentamiento global y riqueza. Un yate provoca más daño a los ecosistemas marinos en diez minutos que una familia africana en toda su vida.

En su artículo de The Guardian, George Monbiot cuenta que en cieras zonas del valle de Thames (Inglaterra), los propietarios de las mansiones han puesto de moda tener el agua de sus albercas tibias, para beber cócteles mientras nadan y miran a las estrellas. El combustible para este capricho cuesta 3.000 libras (3.264 euros) al mes. Cien mil personas viviendo bajo este credo agotarán nuestros recursos naturales y alterarán el ecosistema con mayor eficacia que los millones de africanos pobres.

Nuestro único consuelo es que se reproducen poco.


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