¿Qué podemos hacer para mitigar el impacto del cambio climático?

La respuesta es una serie de reportajes sobre acciones concretas que se están tomando en América Latina.

Si bien el retroceso de glaciares, sequías, lluvias y granizos más intensos, inundaciones y deslaves más frecuentes, son el quebradero de cabeza de científicos, ecologistas y gobiernos, desde hace varios años grupos privados y estatales están poniendo su granito de arena para evitar que la temperatura del planeta siga subiendo.

Se trata de cientos de iniciativas que muestran que en la región ya muchos se están beneficiando de soluciones prácticas y ecológicas; desde la producción de combustibles limpios en el Altiplano a la reforestación en El Salvador, pasando por la instalación de paneles solares en el amazonas venezolano.

En la columna de la derecha están recogidos los proyectos más relevantes de la serie. No obstante, continuación le ofrecemos algunos de los ejemplos que se están desarrollando en la región.

El sol para todo

 

Estación de policía de una localidad rural de Nicaragua que utiliza sistema de energía solar.

 

 

Muchos de los proyectos que llegaron tienen que ver con el aprovechamiento de la energía solar.

La instalación de placas fotovoltaicas en la selva y áreas rurales ha servido para mejorar la calidad de vida de aquellos que viven en zonas remotas.

Tal es el caso de la iniciativa de Max Lacayo, quien en Nicaragua instala estas placas en áreas rurales a través de su empresa Ecami. "Cuando no se tiene electricidad, un vatio puede hacer una inmensa diferencia en la vida de las personas".

También está el ejemplo de Eliú Prada, de Uruguay, quien construye aerogeneradores para pescadores artesanales que trabajan en las afueras de Montevideo.

"Observamos que los pescadores tenían costos fijos muy altos por concepto de freezer y planta de frío. Diseñamos un mini generador que puede aplicarse al consumo doméstico y de pequeños establecimientos", dijo en su momento Prada.

Sin embargo, uno de los proyectos ecológicos que más enviaron fueron las cocinas solares. Estos hornos que funcionan con la luz del sol, sin electricidad ni fuego, son usados desde la Patagonia, hasta México.

Bien preciado

El agua es otro de los temas a los que se ha buscado solución en América Latina. Este bien preciado pasa por los más creativos procesos para aprovechar hasta la última gota.

En Chile, los atrapanieblas están resolviendo poco a poco el problema más grave en el desierto: la escasez de agua.

Estas mallas gigantes de seis metros de altura se plantan en las dunas para recoger el líquido que deja la niebla y que es conducido a través de una canaleta hasta una cañería. El agua de las nieblas luego es destinada al riego o al consumo humano.

Mientras tanto, en el amazonas venezolano, las odiosas botellas de plástico transparente son utilizadas para la desinfección de agua por exposición a los rayos solares.

Esta técnica consiste en llenar las botellas y exponerlas durante al menos cinco horas a los rayos UVA.

"Durante la exposición, el sol destruye los patógenos. La luz solar desinfecta el agua y mata a los agentes causantes de la diarrea gracias a la radiación ultravioleta y el incremento de temperatura del agua", aclara Alejandra González, coordinadora de Ecológicos a Pie.

El tema del agua también nos llevó al semi-árido de Brasil, región donde la Articulación para el Semi-árido Brasileño (ASA), una red de 750 entidades de la sociedad civil, trabaja para asegurar el acceso al vital líquido, inspirados por la filosofía de que no se trata de un bien de consumo, sino de un derecho humano básico.

Contra desastres, tradición ancestral

La técnica de "camellones" reduce la tala de árboles para agricultura.

 

Varios expertos aseguran que el incremento e intensificación de fenómenos climatológicos o desastres naturales como los huracanes, inundaciones, desvales o terremotos son producto del cambio climático.

Si bien no se puede evitar un huracán, sí hay comunidades y países que se están preparando mejor para este tipo de acontecimientos. Para ello han buscado en sus tradiciones más ancestrales una solución.

Tal es el caso de una de las zonas más pobres de Honduras, en el sur del departamento de Lempira, donde la utilización del método agroforestal "quesungual" ha permitido que no se pierdan los cultivos a pesar del paso de los imponentes huracanes que asolan América Central.

La clave de esta técnica precolombina está en que no se talan los árboles, sino que se podan para que los rayos del sol lleguen hasta la siembra que se hace sin arar el terreno.

"Tenemos rendimientos de dos toneladas de maíz y una de frijol por hectárea. Por año se obtienen 80 quintales de granos", explicó Luis Álvarez, asistente técnico del programa para Honduras de la FAO, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

Madre con su hijo en Lempira sur, Honduras (Foto: gentileza FAO)

El método permite la seguridad alimentaria de las familias.

La sabiduría de los pueblos indígenas también ha servido para los agricultores en el corazón del amazonas boliviano. Allí utilizan una técnica que ofrece protección contra los extremos del cambio climático, reduce la deforestación y mejora tanto la nutrición como la seguridad alimentaria.

El sistema se basa en la construcción de los llamados "camellones" o plataformas elevadas de tierra de hasta dos metros de altura, rodeadas por canales.

Estos camellones se encuentran por encima del nivel de las inundaciones a fin de evitar que semillas y cultivos sean arrasados.

No importa si se trata de rescatar técnicas ancestrales o aprovecharse de los avances tecnológicos. En este momento en que usted está terminado de leer la nota, miles de proyectos medioambientales se están poniendo en marcha en toda América Latina para mitigar el impacto del cambio climático.

Fuente: BBCMundo