En Copenhague se reunieron el pasado fin de semana decenas de personalidades de todo el mundo para intentar presionar a las potencias para que lleguen a un acuerdo en el recorte de la emisión de gases contaminantes que provocan el cambio climático. Kofin Annan, Tony Blair, George Soros y Joseph Stiglitz, entre otros, participaron en el foro organizado por el Project Syndicate en la capital danesa con el objetivo de llamar la atención del mundo sobre el hecho de que aún no hay un acuerdo básico para firmar en la crucial cumbre del Medio Ambiente que se realizará aquí en diciembre.
En la última semana hubo una nueva instancia negociadora en Bangkok, pero todavía no se logra sentar las bases de un acuerdo que termine con la emisión de gases contaminantes para el 2050.
Los negociadores sobre el cambio climático, reunidos en Bangkok para preparar el futuro acuerdo de Copenhague, hicieron un llamamiento a los dirigentes de los países ricos para que asuman sus responsabilidades en la lucha contra el calentamiento global.
"Hay una impresión ampliamente compartida de que el proceso requiere el apoyo de los líderes políticos al más alto nivel para lograr un resultado", declaró Yvo de Boer, el funcionario de mayor jerarquía de las Naciones Unidas para la cuestión climática.
"Lo cierto es que si no vemos progresos en los puntos políticos más importantes (...), para los negociadores será muy difícil continuar su trabajo en un clima constructivo", explicó.
La reunión de Bangkok, que terminó el viernes, permitió debates "constructivos", pero también creó grandes tensiones sobre el formato de un eventual acuerdo mundial en diciembre en Copenhague (7 al 18 de diciembre), destinado a dar una continuación al protocolo de Kyoto.
Ese encuentro tuvo lugar luego de la cumbre de Nueva York, el 22 de septiembre, donde unos cien dirigentes se reunieron en la sede de la ONU para abordar el tema del clima.
El presidente francés Nicolas Sarkozy propuso en esa ocasión una cumbre de jefes de Estado de las principales economías del planeta antes de Copenhague. La idea no obtuvo unanimidad, pero es sometida a estudio.
La Unión Europea (UE) asumió compromisos claros sobre las emisiones de gases de efecto invernadero --una reducción del 20% hacia 2020, con la posibilidad de pasar a -30% en caso de acuerdo internacional--, pero hasta la fecha se ha mostrado muy evasiva en lo que respecta a la financiación para ayudar a los países en vías de desarrollo, los más expuestos a una subida del termómetro planetario.
La repartición del esfuerzo de financiación dentro de la UE es una fuente permanente de tensiones, sobre todo debido a las reticencias de algunos países de Europa del Este, que se oponen, según los términos de un ministro polaco, a que "los países pobres de Europa ayuden a los países ricos de Europa a ayudar a los países pobres del resto del mundo".
Las reuniones de los ministros de Finanzas el 20 de octubre, y entre dirigentes de la UE los días 29 y 30 de este mes, suscitan muchas expectativas.
Por su parte, Estados Unidos no presentó ninguna cifra de reducción de sus emisiones en las negociaciones internacionales, provocando una creciente impaciencia en momentos en que comienza en el Senado la batalla por el proyecto de la ley sobre el clima.
Ante la magnitud de la tarea que queda pendiente, numerosos delegados anticipan un final de alta tensión el viernes 18 de diciembre, la última jornada teórica del encuentro en Dinamarca.
Al ser interrogado sobre este calendario tan justo (cinco días de negociaciones bajo la égida de la ONU en Barcelona, antes de Copenhague), De Boer consideró el jueves que quedaba "suficiente tiempo" para lograr "un éxito" en la capital danesa.
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