Creo que no diré nada nuevo si afirmo que, en estos momentos, las condiciones favorables para el desarrollo y perpetuación de la vida sobre la Tierra están a punto de desaparecer (al menos las condiciones para la vida de organismos pluricelulares mínimamente desarrollados.

El cambio climático es provocado por los cambios en la emisión de energía del Sol, en la composición de la atmósfera, en la disposición de los continentes, en las corrientes marinas y en la órbita del planeta. Estos cambios, “históricamente” han sido provocados por la naturaleza, sin ser necesaria la intervención de la mano del hombre.

La emisión de energía del Sol está relacionada con todos los procesos nucleares que se producen dentro de él, los cambios en continentes y de corrientes marinas se pueden explicar mediante la teoría de la tectónica de placas y con la de mecánica de fluidos y el cambio de la órbita del planeta es debida a fenómenos cinemáticos y dinámicos principalmente. El cambio en la composición de la atmósfera es algo más interesante, por lo que me voy a explayar un poco más.

Hasta hace relativamente poco, hasta la época de la revolución industrial, en la atmósfera solo influía fenómenos naturales. Las grandes erupciones volcánicas del pecámbrico que llenaron la atmósfera de CO2 y de óxidos de azufre, la aparición de las primeras formas de vida fotosintéticas, que sintetizaban O2 a partir de ese CO2 y los grandes incendios de la época carbonífera son algunos ejemplos.

A partir de la revolución industrial, el ser humano ha ido introduciendo una cantidad de CO2 (proveniente de la quema de combustibles fósiles) tan desproporcionada que el ecosistema global aun no ha sido capaz de equilibrarse (hasta entonces el sistema tenía un espacio de tiempo del orden de magnitud de miles o millones de años para volver a un estado de equilibrio después de una variación extrema. E.g. el meteorito que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años).

Esto, unido al CCC que se ha ido lanzando a la atmósfera desde la década de los cincuenta, y que tiene la propiedad de destruir el O3 (uno de los mejores filtros de radiación solar que se conocen) y la deforestación (una de las pocas formas naturales de regular el CO2 es mediante la fotosíntesis) ha provocado el conocido efecto invernadero. Este efecto, para más desgracia, es un efecto de los denominados feedback (cuanto más hay, más se produce).

Resumiendo, la temperatura media del planeta ha subido, en solamente un siglo, más de 0’6 grados. En España la situación es aún más crítica (1’5 grados y subiendo). La concentración de CO2 en la atmósfera es la más alta de los últimos 420.000 años (es posible que sea incluso la más alta de los últimos 20 millones de años). Se prevé que, para finales de este siglo (en 94 años), la temperatura global suba en cinco o en seis grados centígrados.

La situación es extrema. Y los culpables somos la especia humana.

Concientes de ellos, desde hace varios años, las organizaciones ecologistas llaman la atención de los gobiernos sobre la situación extrema del planeta, consiguiéndose la firma del protocolo de Kyoto hace ahora nueve años. Desgraciadamente, éste protocolo cuyo objetivo era frenar las emisiones de CO2 a la atmósfera no se ha aplicado como debiera (diversos gobiernos de países poderosos, ¿para que decir nombres?, ni lo han ratificado.)

Una de las últimas acciones para frenar aquello que nosotros, los humanos, hemos provocado, es el denominado movimiento clima (www.movimientoclima.org). Lo interesante de este proyecto es que cuenta con la participación de ONG (WWF/Aena, Interpón Oxfam), sindicatos obreros (CC.OO.), asociaciones de consumidores (OCU) y del Ministerio de medio ambiente.

Otra iniciativa, ha sido la de cuatro universidades españolas (Granada, Salamanca, Santiago de Compostela y Autónoma de Madrid) que han creado una red (red de universidades por el clima www.universidadesporelclima.org) para impulsar “iniciativas enfocadas a la cooperación y tratar de reducir y mitigar el calentamiento global de la Tierra, uno de los problemas ambientales más serios y graves a los que se enfrenta la Humanidad”

Desgraciadamente, es posible que ya sea demasiado tarde.