El cambio climático es el problema ambiental más apremiante que enfrentamos a escala global pues sus efectos constituyen enormes retos para la supervivencia y la viabilidad de nuestras sociedades.

Estos retos  se expresan con distintos alcance y dimensiones en todas las regiones y países del orbe, ya que sus efectos y la capacidad de enfrentarlos se suman a las condiciones económicas, sociales, demográficas y geográficas de cada país.

Al respecto, el Panel de Expertos sobre Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) ha señalado que es altamente probable que los costos del cambio sean mayores; donde se tengan menores capacidades de infraestructura para la adaptación a una nueva realidad mundial, y donde la población esté más expuesta, donde haya mayores condiciones de vulnerabilidad determinadas por importantes segmentos de población pobre de de personas que viven en zonas costeras o áridas, en particular, los niños y los ancianos.

Dado que existe una fuerte correlación entre las condiciones socioeconómicas de un país y el potencial de adaptarse a los impactos que ocasionará el aumento de temperatura en el planeta es importante señalar que México es un país con enormes desigualdades socioeconómicas, y que mantiene altos niveles de marginación y pobreza, desempleo e insuficiente cobertura de servicios, todo ello aunado a las condiciones geográficas, orográficas y climáticas que tiene su territorio y que lo convierten en un país de alta vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático y el calentamiento global.

El consenso sobre el cambio climático

Una de las conclusiones más importantes sobre este tema es que la comunidad científica ha despejado cualquier duda de que el cambio climático es un hecho irrefutable y que hay evidencia científica que exige tomar medidas para atacar las causas que le han dado origen. Por ello se estableció el Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) el cual define a este fenómeno como “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera terrestre y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables”.

Lo preocupante del tema es que el cambio en la composición climática mundial  ha sido mucho más rápido que lo que los científicos habían previsto, y ante la evidencia más reciente, los efectos en el deshielo de amplias regiones, la intensificación de lluvias y huracanes, la erosión de los suelos y las sequías se están agudizando a ritmos nunca antes vistos.

Sólo por citar algunos datos sobre el tema, de acuerdo con el Informe síntesis 2007 del IPCC, las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero en 2005 exceden en mucho los valores de los últimos 650 mil años, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles y cambios en el uso de la tierra. Además, de los 12 años comprendidos de 1995 a 2006, 11 se encuentran entre los años más calurosos registrados desde 1850, con un aumento de temperatura aproximado de 0.76 grados centígrados. Además, se prevé que en el futuro exista un calentamiento de 0.2 grados centígrados por década, con lo que el incremento de la temperatura terrestre al año 2100 podría ser de entre 2 y 4 grados centígrados si no se hace nada para evitar que sigan concentrándose los gases de efecto invernadero en la atmósfera.

Impactos del cambio  climático en México

De acuerdo con el Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (INEGEI) del Instituto Nacional de Ecología (INE), México emitió en 2002 México 635,393.5 gigagramos de gases de efecto invernadero (o GEI), principalmente bióxido de carbono (CO2). Por otra parte, la Agencia Internacional de Energía ubica a México en el lugar número 12 entre los países que más emisiones de CO2 registran por quema de combustibles fósiles, sólo después de Francia.

Entre los GEI emitidos por México, 61.3% proveniente del sector energético; 13.6% por el uso de suelo, cambio de uso de suelo y silvicultura; 10.32% por la generación de desechos; 7.4% de procesos industriales; y 7.2% de la agricultura; 0.03% de solventes. El principal gas de efecto invernadero que emite México es  el bióxido de carbono (CO2): en 2002, el país emitió 393,532.45 gigagramos de este gas, lo que representó el 71% de las emisiones totales del país, seguido del metano con 26%, el oxido nitroso con 2% y el resto proveniente de gases fluorados.

Los sectores que más contribuyen a la emisión de bióxido de carbono son la industria generadora de energía (39%); le siguen actividades como el consumo de combustibles fósiles en los sectores de manufactura e industria de la construcción, producción de minerales y metales, las que en conjunto contribuyen con el 32% de las emisiones totales de CO2; y finalmente la industria del transporte la cual contribuye con un 28%.

De acuerdo con la SEMARNAT  54.6%  de los anfibios, 58% de los reptiles, 29.7% de las aves, y 61.7% de los mamíferos están en riesgo. El peligro con el cambio climático es que si las condiciones climáticas cambian a una tasa mayor con respecto a la velocidad con la que las especies puedan re-adaptarse, las consecuencias para la biodiversidad serán devastadoras.

Vulnerabilidad de México ante el Cambio Climático

México es un país que por su ubicación geográfica, climática e hidrológica, es considerado como un territorio vulnerable ante las amenazas del cambio climático, tales como eventos hidrometeorológicos extremos, sequía, inundaciones, ondas de calor, desertificación de suelos, disminución y pérdida de la biodiversidad y afecciones en el sector hídrico. El riesgo puede afectar de una mayor manera a los sectores de la población que más padecen la pobreza, la marginación y la falta de servicios de toda la población. México enfrenta cada año al menos 12 eventos meteorológicos de alta intensidad (tales como los huracanes categoría 5), los cuales han generado efectos devastadores como las torrenciales lluvias que inundaron hace poco tiempo a la ciudad de Villahermosa, en Tabasco.

Camino al desierto…

De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología hay entidades del país en las que las sequías producidas por la aridez del suelo son intensas y prolongadas; estos estados son: Baja California, Baja California Sur, Sonora, Coahuila, Chihuahua, Durango y Tamaulipas, y en el centro del país, en menor grado, Aguascalientes, Michoacán y  Guanajuato.

Asimismo, de acuerdo con el propio Instituto Hidalgo y Nayarit ya presentan problemas serios de desertificación de sus suelos, y en un futuro próximo, se prevé que dicho fenómeno ocurra en Colima, Jalisco y Querétaro.

Adicionalmente, la SEMARNAT estima que en 2002, el 23.51% de la superficie del país está afectada por degradación química o física y 21.39% se encuentra erosionada a causa del viento y el agua.

Otro 44.9% de la superficie presentaba algún grado de degradación. Esta degradación provoca la disminución de su productividad biológica o de la biodiversidad, así como la capacidad para sostener la vida humana.

En México la agricultura, el sobrepastoreo, y la deforestación son las principales causas de la degradación del suelo.  De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2002, 67.5% de los 8.4 millones de hectáreas de los suelos que son dedicados a la agricultura, ganadería y plantaciones forestales tienen degradación importante, la cual se manifiesta fundamentalmente en una alteración de las propiedades químicas del suelo.

Esta pérdida de suelo fértil incrementa la vulnerabilidad-país ante el cambio climático. Ante ello es importante señalar que el IPCC, en su informe 2007 señala, “con un grado de confianza alto”, que la presencia de zonas semiáridas o áridas producirán un incremento acelerado en la disminución de los recursos hídricos de regiones completas. Este diagnóstico permite prever que la ya de por sí escasa agua disponible en el centro y norte del país, continuará agotándose aceleradamente en los próximos años.

Regiones costeras

Las zonas costeras de  México son consideradas como de alta vulnerabilidad ante eventos hidro-meteorológicos extremos, como huracanes e inundaciones. 

De acuerdo con el documento Impactos sociales del Cambio Climático del INE y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), algunas de las zonas más afectadas en los próximos años serán las Bahías de Sian Ka`an y Chetumal en Quintana Roo; habrá afectaciones importantes para el Río Grijalva y Mazcapala en Tabasco; además afectara a la zona de además de que en Tamaulipas y Veracruz, la línea de la costa será mucho más pronunciada por la erosión de las arenas marítimas y costeras.

Consecuencias para la salud

El cambio climático está generando impactos negativos para la salud de las personas en distintas regiones del planeta. De acuerdo con el IPCC 2007, es probable que se incrementen las afecciones cardio-respiratorias debido a las altas concentraciones de los niveles de ozono relacionadas con el cambio climático.

En México ya ha habido algunas manifestaciones de estas circunstancias: en las zonas costeras, e incluso en entidades del centro del país, como Hidalgo y Guanajuato, han tenido brotes de paludismo y dengue, debido a la presencia de vectores que tradicionalmente se ubicaban en “zonas bajas” con respecto al nivel del mar. Lo que ahora está ocurriendo es que el incremento en las temperaturas en diferentes regiones está provocando el desplazamiento de insectos transmisores de enfermedades que, además, están relacionadas con la  pobreza y la carencia de infraestructura social básica.

Fuente: La Opinión

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