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Montañas en riesgo

Montañas en riesgo

En Europa, las montañas en riesgo ocupan más de un tercio del territorio y son el hogar de uno de cada seis habitantes. Pero su papel va mucho más allá: de ellas depende gran parte del agua que consumimos, almacenan carbono y conservan una biodiversidad única. También sostienen cadenas de valor ligadas a productos clave, sobre todo alimentarios. Estos frágiles sistemas socioecológicos, sin embargo, afrontan amenazas distintas a las de otras regiones. Con la idea de conocerlas mejor y buscar soluciones, un equipo de la Universidad de Córdoba (UCO) decidió preguntar directamente a quienes más saben: los habitantes de las zonas de montaña.

La investigación se enmarca en el proyecto europeo MOVING, coordinado por la UCO, que analizó la vulnerabilidad de 23 regiones montañosas en 16 países. El estudio se apoyó en una metodología participativa: en cada territorio se crearon plataformas que reunieron a agricultores, ganaderos, investigadores, representantes políticos, empresas y asociaciones locales. “Queríamos escuchar la voz de todos los actores implicados”, explica María del Mar Delgado, catedrática de la UCO y responsable del proyecto. Con más de 500 encuestas, talleres y entrevistas, el equipo logró un retrato preciso de cómo perciben los propios habitantes los riesgos que afectan a sus productos más representativos.

Las conclusiones son claras. Aunque las amenazas varían según el territorio, los dos grandes factores que hoy marcan el futuro de las montañas son el cambio climático y la despoblación. “La falta de precipitaciones, los fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de población rural y los cambios de uso del suelo tienen un fuerte impacto en las cadenas de valor”, señala Pablo González, investigador del Departamento de Ingeniería Forestal de la UCO. Según el estudio, las zonas más golpeadas se encuentran en Turquía, Bulgaria, Sierra Morena y algunas sierras de Portugal.

En Andalucía, el análisis se centró en dos emblemas: la producción de ibéricos en Sierra Morena y el olivar de montaña en las Sierras Béticas. Allí, la sequía y los cambios en los patrones de lluvia aparecieron como principal preocupación. En Sierra Morena, además, se suman plagas, especies invasoras y la sobreexplotación derivada de la elevada carga ganadera. En el olivar de montaña, la despoblación rural se perfila como otra amenaza decisiva.

Pero no todo son malas noticias. El proyecto también identificó más de 160 mecanismos de adaptación: desde prácticas agrícolas y ganaderas más sostenibles hasta políticas públicas y proyectos de investigación aplicada. “Cuando se incorpora esa capacidad de adaptación, el impacto se reduce a más de la mitad”, explica González. No todas las medidas son viables, pero aquellas consideradas factibles ya muestran resultados alentadores.

Más allá de las cifras, el propio proceso participativo ha sido uno de los grandes logros. Reunir a los distintos actores, propiciar el debate y recoger sus propuestas permite implicar directamente a las comunidades en el diseño de soluciones. El estudio, publicado en la revista Ambio bajo el título Assessing the vulnerability of mountain value chains to environmental and social drivers in Europe: A land-use and stakeholder-based approach, subraya precisamente esa idea: fortalecer la resiliencia de las montañas en riesgo es, en última instancia, fortalecer la resiliencia de toda Europa.

(Fuente: Universidad de Córdoba)