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Si se apaga el sol, encienden su canto Durante el eclipse total de Sol de abril de 2024, miles de aves en Estados Unidos comenzaron a cantar como si amaneciera. Un estudio revela cómo una breve oscuridad bastó para reiniciar su reloj biológico y muestra la sensibilidad de la vida silvestre a los cambios de luz.

Si se apaga el sol, encienden su canto

Cuando el cielo se oscureció en pleno mediodía durante el eclipse total de abril de 2024, algo insólito sucedió: muchas aves comenzaron a cantar como si amaneciera. Si se apaga el sol, encienden su canto, revela un estudio publicado en Science que combinó ciencia ciudadana, inteligencia artificial y un experimento natural sin precedentes a escala continental. La investigación, liderada por científicos de la Universidad de Indiana, Bloomington, y de la Universidad Wesleyana de Ohio, muestra cómo los ritmos diarios de las aves —estrechamente regulados por la luz y la oscuridad— pueden verse alterados incluso por una breve interrupción de la claridad solar.

El eclipse total de Sol

El llamado “Gran Eclipse de América” ocurrió el 8 de abril de 2024 y dejó bajo la sombra a una amplia franja del centro y este de Estados Unidos durante casi cuatro minutos. No fue la primera vez que los científicos observaron cambios en el comportamiento animal durante estos fenómenos. Estudios previos ya habían documentado que muchas especies adoptan conductas nocturnas cuando el día se oscurece repentinamente. En 2024, un trabajo publicado en Scientific Reports mostró que los cantos de las aves disminuyen drásticamente solo cuando el oscurecimiento supera el 99 %, lo que confirma lo profundamente que la luz condiciona su actividad.

Un experimento sin precedentes

Para este nuevo estudio, los investigadores diseñaron una combinación innovadora de herramientas: ciencia ciudadana, aprendizaje automático y grabaciones de campo distribuidas a lo largo de la trayectoria del eclipse. Desarrollaron una aplicación para teléfonos inteligentes llamada SolarBird, con la que más de 1.500 voluntarios registraron en tiempo real cómo reaccionaban las aves durante el evento. En total, se recopilaron cerca de 10.000 observaciones a lo largo de 5.000 kilómetros.

Además, se instalaron unidades de grabación autónomas en distintos puntos del sur de Indiana. Estos dispositivos captaron unas 100.000 vocalizaciones antes, durante y después del eclipse. Los audios fueron luego analizados con BirdNet, un programa de inteligencia artificial capaz de identificar especies por sus cantos y medir su nivel de actividad vocal. Esta combinación de participación ciudadana y análisis automatizado permitió observar patrones imposibles de captar desde un único sitio.

El falso coro del amanecer

Los resultados fueron tan sorprendentes como reveladores. De las 52 especies estudiadas, 29 mostraron cambios claros en su comportamiento vocal. En los minutos previos a la totalidad, 11 especies cantaron más de lo habitual; durante los cuatro minutos de oscuridad, 12 reaccionaron de forma distinta, algunas enmudeciendo y otras intensificando su canto. Pero la reacción más marcada llegó justo después, cuando el sol volvió a iluminar el cielo: 19 especies comenzaron a cantar de nuevo, generando lo que los autores denominaron un “falso coro del amanecer”.

Cantos matutinos bajo el eclipse

Entre las especies analizadas, los búhos barrados (Strix varia) emitieron sus llamadas cuatro veces más de lo normal, mientras que los petirrojos americanos, conocidos por saludar cada amanecer con su trino, cantaron seis veces más que la media. Los investigadores concluyen que el eclipse total actúa como un reinicio momentáneo del reloj biológico de ciertas aves: al volver la luz, creen que amanece otra vez.

“La luz es una de las fuerzas más poderosas que moldean el comportamiento de las aves”, explicó a CNN Liz Aguilar, una de las autoras del trabajo. “Incluso una ‘noche’ de apenas cuatro minutos bastó para que muchas especies reaccionaran como si comenzara un nuevo día. Esto demuestra lo sensibles que son a los cambios lumínicos, algo crucial si pensamos en el impacto de la contaminación lumínica y de la iluminación artificial nocturna sobre los ecosistemas.”

Más allá del asombro que despierta imaginar a miles de aves saludando un amanecer que no era tal, el estudio revela un aspecto esencial de la vida animal: la profunda dependencia del ciclo natural de la luz. En un mundo cada vez más iluminado por fuentes artificiales, entender cómo perciben y responden los seres vivos a estos cambios puede ser clave para proteger sus ritmos vitales.

Este artículo fue elaborado por el equipo de barrameda.com.ar y con el apoyo de herramientas de redacción asistida por inteligencia artificial.