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Jane Goodall: una vida al servicio del vínculo humano-animal De Gombe al mundo: su impulso científico, su voz ambiental y el eco de su paso.

Jane Goodall: una vida al servicio del vínculo humano-animal

Jane Goodall: una vida al servicio del vínculo humano-animal — Despedimos a una figura insigne de la ciencia y la conservación: Jane Goodall falleció ayer, 1 de octubre de 2025, a los 91 años, mientras participaba en una gira de conferencias en Estados Unidos. Su partida marca el fin de una era para la primatología y el activismo ambiental, pero su legado vibrará en generaciones. En estas líneas repasaremos su biografía, su obra esencial y el recuerdo que deja para nuestro planeta.

Vida y comienzos: de Londres a África

Jane Goodall nació el 3 de abril de 1934 en Londres, y creció en Bournemouth, en una familia de clase media que la incubó en el amor por los animales desde pequeña. De niña recibió un peluche de chimpancé (al que llamó Jubilee) que simbolizó su curiosidad hacia esos primates.

Cuando tenía 23 años, viajó a Kenia, donde conoció al antropólogo Louis Leakey, quien la alentó a estudiar chimpancés en la reserva de Gombe, en Tanzania. En 1960 inició allí un estudio que debía durar sólo seis meses, pero se transformó en un proyecto de vida. Con su enfoque pionero, sin formación científica formal inicial, se internó en el mundo de los chimpancés y los observó en su entorno natural, otorgándoles nombres en lugar de números y reconociendo sus personalidades individuales.

Durante esos años documentó comportamientos antes considerados “exclusivamente humanos”: uso de herramientas, lazos afectivos, conflictos y organización social. Su descubrimiento más revolucionario fue que los chimpancés utilizan objetos —ramitas para extraer termitas—, redefiniendo la frontera entre humanos y otros primates.

Pero su mirada también se templó con dolor: entre 1974 y 1978 observó la llamada “guerra de los chimpancés de Gombe”, un conflicto extremo entre comunidades que puso en evidencia a los chimpancés como seres capaces de violencia organizada, e incluso conductas como el infanticidio. Esa experiencia la confrontó con los límites del idealismo y la complejidad del comportamiento animal.

En 1965 obtuvo su doctorado en etología por la Universidad de Cambridge —sin haber cursado antes un grado universitario formal—, un hito poco común para su época. En lo personal, se casó con el fotógrafo Hugo van Lawick en 1964, con quien tuvo un hijo, Hugo; luego se divorciaron y ella se casó con Derek Bryceson, quien falleció en 1980.

Obra, institucionalización y expansión de su voz

El Instituto Jane Goodall y Roots & Shoots

En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall (IJG), una organización sin fines de lucro destinada a apoyar la investigación en Gombe y a impulsar la conservación, la educación ambiental y el bienestar animal en múltiples países. En 1991 lanzó el programa Roots & Shoots (“Raíces y Brotes”), concebido para involucrar a jóvenes en acciones locales para el medio ambiente y la comunidad. Esa iniciativa global llegó a superar los 10.000 grupos en más de 60 países.

Estos organismos fueron vehículo de su transición desde la investigación hacia el activismo y la divulgación, permitiéndole conectar con un público amplio y movilizar redes de acción ambiental.

Publicaciones, reconocimiento y legado científico

A lo largo de su vida publicó más de 30 libros y numerosos artículos, algunos de divulgación masiva y otros más académicos. También su trabajo fue llevado a documentales (como Jane de National Geographic) y medios de comunicación que acercaron el mundo chimpancé a millones.

Su obra científica transformó la visión del comportamiento animal, desdibujando la supuesta línea infranqueable entre humanos y otros primates. Recibió múltiples distinciones: fue nombrada Dama del Imperio Británico, Mensajera de la Paz de la ONU, y en 2025 recibió la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos. Además obtuvo doctorados honoris causa de más de 45 universidades.

Su nombre también estuvo asociado al Proyecto Gran Simio, iniciativa para reconocer derechos legales básicos a los grandes simios, en la que participó intelectualmente.

Activismo, ética y compromiso con el planeta

Al ir avanzando en edad, Goodall volcó gran parte de su energía en la defensa del ambiente, contra el cambio climático, la deforestación, el comercio ilegal de fauna y la creación de corrientes éticas que reivindicaran a los seres no humanos. Sostenía que cada individuo puede marcar la diferencia con acciones cotidianas, y estimulaba el empoderamiento colectivo, especialmente juvenil.

Su visión ético-científica promovía la empatía con otras especies, cuestionaba la explotación animal (incluyendo la industria alimentaria) y planteaba una mirada más integrada entre humanidad y naturaleza.

A pesar de las críticas rigurosas: algunos del ámbito académico cuestionaron sus métodos (nombres en vez de números, cercanía emocional con los sujetos de estudio) como potencial fuente de sesgo. Pero Goodall defendía que su enfoque más humano y empático abría puertas nuevas hacia una ciencia más sensible y comprometida.

Un recuerdo personal: la niña y el peluche

Quisiera quedarme con una imagen que siempre me conmovió: el peluche chimpancé Jubilee que Jane conservó toda su vida. Ese objeto inocente simbolizaba el puente entre su anhelo infantil y su vocación científica. Con él, desde pequeña construyó un abrazo simbólico con esos seres que luego estudió con profundidad.

Ese vínculo íntimo nos recuerda que detrás de la figura monumental hubo una niña que soñó con África, con animales, y que nunca dejó de mirar al mundo con ojos curiosos. Ese asombro juvenil le permitió ver lo que otros no veían: que los chimpancés son sujetos con sentimientos, historias y sorpresas.

Legado inmortal: la huella que perdura

El legado de Jane Goodall es múltiple:

  1. Científico: abrió puertas en primatología, etología y biología comparada, desafiando conceptos tradicionales sobre el uso de herramientas, las emociones y la cognición animal.
  2. Institucional y educativo: el Instituto Jane Goodall y Roots & Shoots continúan operando como plataformas activas de investigación y transformación social.
  3. Ético y ambiental: instigó un llamado global a la responsabilidad ecológica, enfatizando la conexión entre todas las formas de vida.
  4. Inspiracional: especialmente para las mujeres en la ciencia y nuevas generaciones que buscarán sembrar sentido en sus propias acciones.

Hoy su voz no se apaga en silencio: sigue sonando en quienes defienden ecosistemas, en quienes respetan otras especies, y en quienes saben que la ciencia y el corazón pueden marchar juntos.

“Este artículo fue elaborado por el equipo de barrameda.com.ar y con el apoyo de herramientas de redacción asistida por inteligencia artificial.”