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El Atlántico al borde del colapso Una investigación advierte que la gran corriente oceánica que regula el clima del hemisferio norte está perdiendo estabilidad y podría desencadenar un enfriamiento abrupto en Europa.

El Atlántico al borde del colapso

El Atlántico al borde del colapso

Una investigación de la Universidad de Exeter advierte que la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC), el sistema de corrientes que regula el clima en el hemisferio norte, está perdiendo estabilidad y podría estar acercándose a un punto de inflexión con consecuencias globales. Su debilitamiento amenaza con provocar un enfriamiento regional en Europa, semejante a una nueva Pequeña Edad de Hielo, y alterar los patrones de lluvia en todo el planeta.

La cinta transportadora del clima

La AMOC funciona como una enorme cinta transportadora oceánica: transporta agua cálida desde los trópicos hacia el norte, liberando calor que mantiene templado el clima europeo, y devuelve agua fría y densa hacia el sur en las profundidades del océano. Este mecanismo mantiene un equilibrio térmico que hace posible la vida tal como la conocemos en gran parte de Europa.

Pero el derretimiento acelerado del hielo de Groenlandia, consecuencia directa del calentamiento global, está alterando este delicado proceso. El ingreso de agua dulce y fría reduce la salinidad y la densidad del agua superficial, dificultando su hundimiento y debilitando el motor que impulsa la circulación oceánica.

“El Atlántico Norte ha perdido estabilidad, lo que sugiere que un punto de inflexión podría estar acercándose”, advirtió la Dra. Beatriz Arellano Nava, autora principal del estudio. “Es muy preocupante”, añadió la investigadora, destacando que el comportamiento reciente de esta corriente coincide con señales de pérdida de resiliencia.

Archivos naturales de un océano en transformación

Para llegar a estas conclusiones, el equipo de Exeter analizó registros naturales conservados en conchas de almejas quahog, moluscos capaces de vivir más de 500 años. Las capas de sus conchas actúan como un archivo anual de las condiciones oceánicas, permitiendo reconstruir cómo ha cambiado la corriente a lo largo de los siglos.

Los resultados revelan que, durante los últimos 150 años, el sistema de corrientes ha tardado cada vez más en recuperarse de las perturbaciones. Este patrón es característico de los sistemas que se aproximan a un colapso.

El profesor Tim Lenton, director del Instituto de Sistemas Globales de Exeter, explicó que un colapso en la formación de aguas profundas del giro subpolar “podría ser una alerta temprana de un punto de inflexión en la AMOC”.

Consecuencias globales de una corriente debilitada

El colapso —o incluso el simple debilitamiento— de la AMOC podría transformar radicalmente el clima del hemisferio norte. Los modelos climáticos predicen un enfriamiento profundo en el noroeste de Europa, con inviernos más largos y tormentas más intensas.

En la costa este de Estados Unidos, el nivel del mar podría aumentar rápidamente, mientras que los cinturones tropicales de lluvia se desplazarían hacia el sur, afectando gravemente la agricultura y el suministro de alimentos. Las repercusiones no se limitarían a una región: alcanzarían una escala planetaria.

Aunque los científicos no pueden precisar cuándo ocurrirá el colapso, algunos estudios estiman que podría darse entre 2025 y finales de siglo, dependiendo del ritmo de las emisiones de gases de efecto invernadero. En cualquiera de los casos, el riesgo se vuelve más probable con cada década de inacción.

El giro subpolar: el corazón oculto del Atlántico Norte

La Corriente Subpolar del Atlántico Norte, también conocida como giro subpolar, es un vasto sistema de corrientes rotatorias ubicado al sur de Groenlandia. Surge de la interacción entre los vientos dominantes y la rotación terrestre, y abarca miles de kilómetros cuadrados.

Su papel es esencial: permite el hundimiento de aguas frías y densas, lo que impulsa el flujo de agua cálida desde los trópicos. Este proceso sostiene el equilibrio térmico del océano y contribuye a la absorción de carbono, clave para mitigar el calentamiento global.

Si este sistema se debilitara drásticamente, el flujo de calor hacia el norte se interrumpiría, alterando no solo las temperaturas regionales sino también la capacidad del océano para almacenar carbono. El resultado sería una aceleración del cambio climático y un desequilibrio en la circulación global.

Un llamado urgente a la acción

El estudio de Exeter se suma a una creciente evidencia de que la Tierra se acerca a umbrales peligrosos. Si la AMOC cruza su punto de no retorno, el planeta podría enfrentarse a siglos de inestabilidad climática.

Los científicos coinciden en que aún es posible evitar el colapso, pero solo mediante una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero, la protección de los ecosistemas polares y la restauración de los mares.

El Atlántico, ese inmenso regulador del clima mundial, está dando señales de agotamiento. Escucharlas y actuar en consecuencia podría marcar la diferencia entre un futuro de adaptación ordenada o de cambios abruptos e irreversibles.

Este artículo fue elaborado por el equipo de barrameda.com.ar y con el apoyo de herramientas de redacción asistida por inteligencia artificial.