
Cuidar los árboles ante el estrés hídrico es hoy una necesidad concreta: las sequías prolongadas y las temperaturas récord, fruto de la aceleración palpable del cambio climático, generan un escenario de riesgo para la vegetación de nuestras casas y ciudades. Estos aliados vitales sufren un desgaste silencioso que amenaza su supervivencia y, con ella, los múltiples beneficios que nos ofrecen.
Entender el estrés hídrico
El llamado “estrés hídrico” ocurre cuando un árbol no logra absorber la cantidad de agua necesaria para mantener sus procesos vitales. Puede deberse a la falta de precipitaciones, a temperaturas extremas que incrementan la evaporación del suelo o al propio efecto combinado de ambos factores. El resultado es un déficit que obliga al árbol a “cerrar” sus estomas para evitar la pérdida de agua, pero que al mismo tiempo limita su capacidad de fotosíntesis.
Los síntomas suelen hacerse visibles en el follaje: hojas amarillentas, secas en las puntas o con caída prematura. También pueden observarse ramas que pierden vigor o la muerte regresiva de sectores de la copa. En árboles jóvenes, los efectos pueden ser más rápidos y severos, dado que sus sistemas radiculares aún no alcanzan capas profundas del suelo. Reconocer estas señales es esencial para actuar a tiempo.
Riego eficiente y adaptado al clima
En tiempos de escasez hídrica no se trata de regar más, sino de hacerlo de manera eficiente. El riego profundo y espaciado favorece que el agua alcance las raíces más activas, que se encuentran entre 30 y 60 centímetros de profundidad. Un riego superficial y frecuente solo humedece los primeros centímetros del suelo, estimulando raíces débiles y aumentando la dependencia del árbol.
La recomendación es aplicar un riego abundante una o dos veces por semana en verano, siempre en horas frescas (a primera hora de la mañana o al atardecer), evitando pérdidas por evaporación. Los sistemas de goteo o de infiltración lenta resultan especialmente efectivos, ya que permiten que el agua se infiltre sin escurrir. Un consejo práctico es utilizar mangueras de exudación o recipientes perforados alrededor de la zona de goteo de la copa.
Mulching: un aliado sencillo y eficaz
Cubrir el suelo con material orgánico —astillas de madera, corteza, hojas secas, paja o compost— reduce la evaporación, mejora la retención de humedad y regula la temperatura del suelo. Este acolchado (mulching) puede disminuir hasta un 30% la pérdida de agua. Además, al descomponerse aporta materia orgánica y nutrientes, mejorando la estructura del terreno y fomentando la vida microbiana.
Es importante aplicar el mulching en un círculo alrededor del tronco, sin cubrirlo directamente, para evitar problemas de humedad excesiva o plagas en la base del árbol. Un espesor de entre 7 y 10 centímetros suele ser suficiente.
Poda responsable en tiempos de sequía
Las podas agresivas en períodos de calor intenso o falta de agua son contraproducentes. Quitar demasiadas ramas reduce la capacidad fotosintética y expone al árbol a mayor radiación solar. Lo recomendable es limitarse a podas de mantenimiento, eliminando ramas secas, enfermas o que representen un riesgo de caída.
En árboles jóvenes, conviene posponer podas de formación para épocas más favorables, priorizando que fortalezcan su sistema radicular. En especies adultas, una poda responsable ayuda a reducir la competencia interna por agua y nutrientes, pero nunca debe ser drástica.
Sombra y protección adicional
Los árboles recién plantados o de pequeño porte pueden beneficiarse de protecciones adicionales en los veranos extremos. Colocar telas de media sombra, cercos livianos o protectores de tronco puede disminuir el impacto directo de la radiación y reducir el estrés térmico. Esta práctica es muy útil durante las primeras temporadas de crecimiento, cuando la estructura del árbol aún es vulnerable.
Suelo sano, árbol fuerte
El estado del suelo es un factor determinante en la resistencia de los árboles. Un suelo compactado impide que el agua penetre y reduce la oxigenación de las raíces. Airear ligeramente el terreno, incorporar compost o biofertilizantes y evitar el tránsito constante sobre la zona radicular mejora notablemente la capacidad de infiltración y retención de humedad.
La microbiota del suelo cumple un rol invisible pero vital: hongos y bacterias beneficiosas facilitan la absorción de agua y nutrientes. Favorecer esta biodiversidad mediante prácticas orgánicas es una estrategia de resiliencia frente a la crisis climática.
Selección de especies resilientes
Si se proyecta plantar nuevos ejemplares, conviene optar por especies nativas o adaptadas a la región. Estas han evolucionado en condiciones locales y suelen ser más resistentes a sequías y altas temperaturas. En zonas áridas o con escasez hídrica recurrente, elegir especies xerófitas o con baja demanda de agua es una apuesta inteligente a largo plazo.
Un arbolado doméstico bien planificado no solo reduce el consumo de agua, sino que asegura un paisaje más sostenible y resiliente. Además, los árboles nativos favorecen la biodiversidad urbana, brindando refugio y alimento a aves, insectos y pequeños mamíferos.
Árboles y cambio climático: un círculo vital
Cada árbol que sobrevive a un verano extremo aporta más de lo que se percibe a simple vista. No solo da sombra y frescura: filtra contaminantes del aire, reduce la temperatura en su entorno inmediato, mitiga la isla de calor urbana y captura carbono de la atmósfera. Son, en definitiva, una defensa natural frente a los impactos del cambio climático.
Por eso, protegerlos del estrés hídrico no es únicamente un acto de jardinería doméstica: es un compromiso ambiental. En las ciudades, donde el cemento domina el paisaje, cada árbol representa un pequeño oasis de vida.
Conclusión
Las sequías y olas de calor ya forman parte de nuestra realidad y seguirán intensificándose en los próximos años. Ante este panorama, cuidar los árboles de nuestras casas se convierte en una tarea crucial. Con riego eficiente, mulching, podas responsables, elección de especies resilientes y un manejo consciente del suelo, es posible ayudarlos a superar el estrés hídrico y garantizar que sigan cumpliendo su papel vital en el ecosistema urbano.
“Este artículo fue elaborado por el equipo de barrameda.com.ar y con el apoyo de herramientas de redacción asistida por inteligencia artificial.”
