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Capturar carbono: de los bosques a la tecnología La humanidad busca distintas estrategias para eliminar CO₂ de la atmósfera, desde soluciones basadas en la naturaleza como la reforestación hasta innovaciones tecnológicas que prometen atrapar el carbono del aire.

Capturar carbono: de los bosques a la tecnología

Eliminar dióxido de carbono de la atmósfera, o capturar carbono: de los bosques a la tecnología, es un desafío urgente en tiempos de crisis climática. La reforestación, la gestión de suelos, los océanos y tecnologías como el “direct air capture” aparecen como herramientas posibles. Pero no todas las soluciones son iguales: algunas son más seguras y sostenibles, otras aún generan dudas por sus costos, impactos o falsas promesas.

Soluciones basadas en la naturaleza

La primera línea de defensa contra el cambio climático sigue siendo la naturaleza. Los ecosistemas vivos, en especial los bosques, absorben CO₂ durante la fotosíntesis y lo almacenan en su biomasa y en el suelo.

  • Reforestación y restauración: plantar árboles en áreas degradadas o permitir la regeneración natural de bosques es una de las formas más eficientes de capturar carbono. Sin embargo, no todo lo que se presenta como “verde” lo es realmente. Los monocultivos de especies de rápido crecimiento, como el eucalipto o el pino, pueden secuestrar carbono a corto plazo, pero empobrecen la biodiversidad, degradan los suelos y alteran los ciclos del agua. La clave está en restaurar ecosistemas nativos y mixtos.
  • Agricultura regenerativa: prácticas como el uso de cultivos de cobertura, el compostaje o la labranza mínima ayudan a que los suelos agrícolas retengan carbono. Estudios indican que, bien gestionados, los suelos podrían almacenar hasta el 10 % de las emisiones globales actuales.
  • Humedales y manglares: estos ecosistemas son auténticos sumideros de carbono azul. Su degradación libera enormes cantidades de CO₂, pero su protección y restauración los convierte en aliados clave.

Los océanos como sumideros naturales

Los océanos absorben aproximadamente una cuarta parte de las emisiones de CO₂ anuales, actuando como un gigantesco regulador climático. Sin embargo, esta función tiene límites y consecuencias: el exceso de carbono disuelto provoca acidificación marina, dañando corales y cadenas tróficas enteras.

Algunas propuestas de geoingeniería buscan potenciar este rol:

  • Fertilización con hierro: añadir nutrientes al mar para estimular el crecimiento de fitoplancton que absorba carbono. Aunque experimentalmente se ha probado, sus impactos ecológicos son inciertos y podrían alterar ecosistemas marinos delicados.
  • Restauración de algas y pastos marinos: aumentar la cobertura de estos ecosistemas que naturalmente capturan y almacenan carbono durante siglos.

Tecnologías emergentes para capturar carbono

Más allá de la naturaleza, la ciencia desarrolla métodos artificiales para extraer CO₂ directamente de la atmósfera. Aunque aún son costosos y con limitaciones energéticas, prometen ser parte de la solución si se aplican con responsabilidad.

  • Captura directa de aire (DAC, por sus siglas en inglés): consiste en usar ventiladores gigantes y filtros químicos que atrapan CO₂ del aire. Luego, el gas se almacena en formaciones geológicas profundas o se utiliza en procesos industriales. Empresas en Islandia, Suiza o EE. UU. ya operan plantas piloto. Su desafío principal es el costo y la gran cantidad de energía requerida.
  • Bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS): se cultivan plantas para producir energía y el CO₂ generado en la combustión se captura y almacena bajo tierra. Aunque suena atractivo, la escala necesaria demandaría enormes extensiones de tierra y agua, compitiendo con la producción de alimentos.
  • Mineralización acelerada: ciertas rocas, como los basaltos, reaccionan naturalmente con el CO₂ y lo convierten en carbonatos estables. Tecnologías experimentales buscan acelerar este proceso y enterrarlo de manera segura durante milenios.

¿Qué soluciones son viables y justas?

No existe una bala de plata para eliminar el carbono de la atmósfera. Los expertos insisten en que la prioridad es reducir las emisiones en origen —es decir, dejar de quemar combustibles fósiles— y que las estrategias de captura sean un complemento, no una excusa para retrasar la transición energética.

Las soluciones basadas en la naturaleza son actualmente las más seguras y rentables, siempre que se eviten atajos dañinos como los monocultivos. Las tecnologías, por su parte, pueden desempeñar un rol estratégico en el futuro, especialmente para sectores difíciles de descarbonizar como el cemento o la aviación.

Un camino que exige responsabilidad

La captura de carbono, ya sea mediante bosques, suelos, océanos o tecnologías, será una herramienta importante para enfrentar la crisis climática. Sin embargo, su implementación debe estar guiada por criterios científicos, ambientales y sociales. No se trata solo de “atrapar CO₂”, sino de hacerlo de manera justa, sostenible y sin generar nuevos problemas.

“Este artículo fue elaborado por el equipo de barrameda.com.ar y con el apoyo de herramientas de redacción asistida por inteligencia artificial.