Saltar al contenido

Fibra óptica natural

Esponja euplectella

Ir a la versión en inglés

 

 

Los seres humanos estamos realmente fascinados y orgullosos por el “descubrimiento” de la fibra óptica. Estos cables son largas tiras de cristal puro del diámetro de un cabello que transmiten información digital por largas distancias en forma de señales de luz. Pero los científicos acaban de descubrir que el mar lo hizo primero y mucho mejor que nosotros.

Una esponja que vive a grandes profundidades en el mar, la Euplectella posee unas espículas (fibras córneas del esqueleto) muy semejantes a los cables modernos de fibra óptica pero muy superiores ya que éstos no se rompen. Incluso pueden anudarse sin quebrarse. Este descubrimiento de los Laboratorios Bell, Lucent Tecnologies en Murray Hill, Nueva Jersey podría revolucionar el mercado de las comunicaciones humanas.

La Euplectella, vulgarmente conocida como “canasta de Venus” es una esponja que guarda una interesante relación comensal con algunas especies de camarones que penetran en parejas dentro del esqueleto y, al crecer ya no pueden escapar. Su vida entera transcurre dentro de la esponja donde no pueden ser alcanzados por los depredadores. Las crías con su menor tamaño saldrán al exterior para no volver. Las esponjas disecadas con los camarones en su interior eran ofrecidas en la antigüedad como presente de bodas que simbolizaba la idea de “unidos hasta la muerte”

El esqueleto de la Euplectella se presenta como un maravilloso encaje de increíble belleza, las espículas son sorprendentemente similares a la fibra óptica, incluso están hechas del mismo material y transmiten la luz de una forma similar. Sin embargo los cables de fibra óptica se rompen frecuentemente, no así las espículas de la Euplectella cuya intrincada trama hacen más fuerte su estructura. Ahora los científicos tienen por delante la tarea de descubrir los secretos de las esponjas y poder copiarlos en su beneficio.

¿Cuántas respuestas más encerrará el fondo de los abismos marinos?. Sin duda un motivo más para cuidarlo. Cuidar a ese mar, el organismo vivo más antiguo y más grande del planeta, que tal vez nos esté dando una pequeña señal de luz para recordarnos que él es memoria sin tiempo, pasado, futuro y el recuerdo de lo que vendrá.

“No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce”