En bastantes especies, el apareamiento se realiza en el marco de parejas estables, que pueden durar hasta la muerte. Pero en estas uniones también existe la infidelidad conyugal. Tanto el macho como la hembra de una pareja pueden tener aventuras "extramatrimoniales". En tales casos, ¿cómo un macho sabe si las crías que está ayudando a alimentar son realmente suyas?
Dependiendo de la especie, los machos tienen diferentes estrategias. Pueden tratar de garantizar su paternidad vigilando más a la hembra y ahuyentando competidores potenciales, o apareándose con mayor frecuencia con ella. Otros, ante la sospecha o certeza de infidelidad, incluso reaccionan castigando físicamente a la hembra infiel, o reducen la atención y cuidados a las crías (al sospechar que son de otro macho) cuando éstas nacen.
Los pájaros de la especie Acrocephalus scirpaceus, conocidos entre otros nombres por el de carricero común, son socialmente monógamos, defienden su territorio, y tanto la madre como el padre cuidan a las crías.
Herbert Hoi y sus colegas de la Universidad de Medicina Veterinaria en Viena, Austria, junto con científicos de la Academia Eslovaca de Ciencias en Bratislava, llevaron a cabo experimentos con pájaros de la citada especie para ver cómo una situación de infidelidad potencial afecta al cuidado brindado a las crías por el padre y si esa oportunidad de ser infiel de verdad conduce a la hembra a aparearse con otros machos.
Por observaciones anteriores, se sabía que los machos tratan de expulsar agresivamente de su territorio a cualquier rival masculino potencial en cuanto lo detectan. Este comportamiento territorial se interpreta como una forma de protección a la paternidad. Herbert Hoi y sus colegas observaron que todos los machos trataban de atacar y ahuyentar al macho intruso. Cuando la hembra parecía mostrar interés por el intruso, el macho se comportaba de forma mucho más agresiva, tanto hacia el intruso como hacia su hembra.
El equipo de Hoi, Jan Kristofík y Alzbeta Darolová encontró que muchos nidos tenían polluelos "extramatrimoniales". Se encontró que las hembras que habían mostrado interés por el intruso fueron posteriormente más propensas a tener polluelos "extramatrimoniales" en su nido. Además, los resultados sugieren que las hembras más grandes parecen ser más promiscuas.
Luego, los investigadores analizaron si, en el caso concreto de esta especie de aves, la atención a las crías se veía afectada por la incertidumbre experimentada por el "marido" sobre su paternidad de los polluelos. Se constató que, curiosamente, los "maridos" alimentaban con igual devoción a todos los polluelos de su nido, tanto si eran hijos suyos como si no. Las hembras, sin embargo, atendían mucho menos a sus retoños si ellas habían percibido la cercanía de un macho intruso con buenas cualidades de masculinidad.
Quizás la infidelidad potencial de la hembra no tenía ningún efecto sobre la posterior atención alimentaria del macho a las crías porque éste no puede distinguir cuáles de los polluelos del nido son los suyos de verdad y cuáles no.
Por otro lado, las hembras que perciben a su macho como incapaz de ahuyentar con la suficiente rapidez a un intruso masculino, y por tanto los perciben como "débiles", dedican menos esfuerzo a las crías cuyo padre es este macho "débil".
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