La economía depende de la ecología y no al contrario y, por su propia
supervivencia, debe empezar a velar por la conservación de los recursos
naturales de los que se nutre el crecimiento, según consideró hoy la
vicepresidenta del Instituto de Estudios Medioambientales y de Desarrollo (CHEE)
de París, Esther Martínez, en la jornada organizada en Madrid por la Escuela
Superior de Ingenieros Industriales (ETSII).
"El modelo actual, basado en un crecimiento económico sólo cuantitativo, está
mostrando sus límites", señaló Martínez, recordando que la población del planeta
crece al tiempo que la generación de riqueza y que esta última no se distribuye
de forma igualitaria.
Este crecimiento muestra una huella ecológica
insostenible, según los datos expuestos por la investigadora: en teoría, a cada
habitante del planeta le corresponde la utilización de 1,8 hectáreas de recursos
naturales, pero actualmente la media se encuentra en 2,2 hectáreas.
"Esto
podría tener peligrosas consecuencias económicas", advirtió, recordando que en
la Historia ya se han dado civilizaciones que "no supieron parar a tiempo", como
los habitantes de la isla de Pascua: la tala indiscriminada de árboles acabó por
impedir la construcción de canoas con las que realizar las actividades pesqueras
que mantenían a la comunidad, y ésta finalmente se extinguió.
Por esta
razón, de la misma forma que no puede vivirse del capital sin aumentarlo, "hay
que estar atentos al agotamiento de lo que genera la riqueza a nivel planetario,
los recursos naturales", ya que en algún momento, por ejemplo, el petróleo se
agotará. Es más, "los cambios deben empezar a producirse
ya".
Situación insostenible
En este sentido, el
asesor de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, Domingo Jiménez
Beltrán, quien fuera primer director de la Agencia Europea del Medio Ambiente,
coincidió en advertir que "la situación es insostenible". Frente al actual abuso
de los recursos, debe optarse por "un desarrollo con conocimiento, hecho con la
cabeza".
"La sostenibilidad nos obliga a repensar todo, empezando por la
política", y "no significa menos desarrollo, menos calidad de vida, menos
progreso, sino al contrario": en la Unión Europea, los países con mayores
controles medioambientales e inversión en I+D, como Finlandia, son los mas
competitivos.
Jiménez Beltrán subrayó que, con el nivel de conocimiento
técnico alcanzado por la civilización, "el desarrollo sostenible no es un
problema, sino un desafío", en el que además deben implicarse las
Administraciones para crear el "campo de juego" más adecuado para que las
empresas puedan progresar y ver reconocidos sus esfuerzos.
Esta idea
también fue defendida por el director de Medio Ambiente de Holcim España y
miembro de la Junta Directiva del Club de Excelencia en Sostenibilidad, Manuel
Soriano, quien además insistió en que "es la innovación lo que puede ayudar a
desacoplar la generación de riqueza del consumo de recursos y la producción de
residuos".
En su opinión, en un escenario de cambio de paradigma en el
que las empresas deben ir más allá de las leyes para introducir la
sostenibilidad en sus estrategias, el camino es la ecoeficiencia. Y estas
exigencias de sostenibilidad y protección medioambiental "no pueden verse como
una traba sino como una ventaja competitiva".
Licencia para
operar
En el caso de Holcim, la RSC es una "licencia para
operar", atraerá inversiones y mejores empleados y aumentará el valor de mercado
de la compañía. "La empresa debe ser motor de cambio a través de un liderazgo
claro y decidido", estimó, y los poderes públicos deben reconocer estos
progresos.
"La sociedad ya no permite a las empresas trabajar como lo
hacían antes", insistió Soriano, extremo en el que coincidió la profesora de
Economía de la UNED y miembro de Economistas Sin Fronteras y del Observatorio de
la RSC Marta de la Cuesta: "la sociedad exige nuevas cualidades a los bienes y
servicios que consume", afirmó.
De la Cuesta recordó que las ONG se están
internacionalizando y que sus relaciones con las empresas se han modificado
debido a la legitimación del "tercer sector" por la credibilidad que le concede
la sociedad. Así lo demuestra el informe publicado el año pasado por el
Observatorio, el el que, entre otras cosas, se ponía de manifiesto que los
consumidores confían más en las ONG que en las empresas.
La encuesta
apuntaba que los consumidores sólo conceden a las empresas un aprobado en
políticas de atención al cliente, con casi 6 puntos sobre 10, mientras que las
demás dimensiones de la RSC se quedaban en el suspenso: Derechos Humanos y
empleados (ambas con 4,5), corrupción (4), Medio Ambiente y acción social (con
poco más de 3) y transparencia (3).
En todo caso, en opinión de esta
experta, la responsabilidad no es una cuestión que corresponda únicamente al
ámbito empresarial, ya que se trata del surgimiento de un nuevo paradigma social
y la sociedad civil se ha convertido en una "parte muy interesada".
Terra Actualidad - Europa Press
Sólo los usuarios registrados pueden escribir comentarios. Por favor valídate o regístrate. |
El impacto ambiental en Colombia Escrito por Invitado el 2005-08-04 09:55:55 Aquí es una tarea de gigantes, pues los intereses particulares priman sobre el interés moral común. Pero gracias a que multinacionales como HOLCIM en Colombia están entendiendo que existe un deber universal que prevalece con una lógica exquisita."las leyes deben ser modificadas para introducir la sostenibilidad en sus estrategias, el camino es la ecoeficiencia "el cambio es ahora" y lo estamos haciendo. Jose Miguel Cabrera |
Powered by AkoComment 2.0!
|