
Ciertos productos químicos que se fabricaron en los últimos años para proteger
la capa de ozono han resultado ser gases que aceleran el fenómeno del
calentamiento de la tierra, confirma un informe difundido hoy por el Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
“A pesar de que el cambio climático y la destrucción de la capa de ozono son
fenómenos diferentes, el uso de algunos químicos los relacionan”, dijo un
experto.
Ambos constituyen los mayores problemas medioambientales que ha conocido la
humanidad.
Los gobiernos se comprometieron en 1987, al adoptar el
Protocolo de Montreal, a disminuir progresivamente el uso de clorofluorocarbonos
(CFC).
Esos productos fueron reemplazados por sustancias alternativas
como hidroclorofluocarbonos (HCFC), hidrofluorocarburos (HFC) y
perfluorocarburos (PFC).
Estos últimos tres productos son mucho menos
nocivos que el CFC para la capa de ozono, pero el informe del PNUMA demuestra
que son poderosos gases de efecto invernadero, responsable del calentamiento del
planeta.
A mediados de la década de los ochenta, el consumo mundial total
de CFC era aproximadamente de 1,1 millones de toneladas PAO (potencial de
agotamiento de la capa de ozono), pero a fines de los noventa esa cifra
descendió a 150.000 toneladas gracias al Protocolo de Montreal.
Se calcula que si no se hubiesen tomado medidas, el consumo de CFC habría
alcanzado 3 millones de toneladas en 2010, lo que habría producido un
agotamiento del 50 por ciento de la capa de ozono.
Las consecuencias de
ello hubieran sido “19 millones más de casos de cáncer no melanómico, 1,5
millones de casos de cáncer melanómico y 130 millones casos de cataratas
oculares”, afirma el PNUMA.
El CFC y sus químicos de reemplazo se
encuentran en refrigeradoras, sistemas de aire acondicionado, espumas,
aerosoles, equipos contra incendios y solventes.
Según el informe
presentado hoy, la rápida acción de los gobiernos permitió reducir el uso de
gases destructores del ozono y lograr su estabilización.
Este año el
agujero del ozono se ha situado en 25 millones de kilómetros cuadrados, con
respecto a variaciones que han ido de 20 hasta 29 millones de kilómetros
cuadrados desde 1990.
Sin embargo, las pruebas científicas han
corroborado que esos mismos químicos beneficiosos para el ozono “son gases a
efecto invernadero más poderosos que el dióxido de carbono, aunque sus niveles
de emisión son menores”.
El informe del PNUMA propone mejorar los envases
de los químicos para prevenir fugas, evaporaciones o emisiones inesperadas,
promover el reciclaje y la destrucción de esas substancias, así como incrementar
el uso de sustancias alternativas con efectos menos dañinos para el
calentamiento planetario.
Fuente: Terra/ONU-Medio Ambiente
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Padre Escrito por Invitado el 2006-08-26 00:04:06 ¡Muy buen material! me ayudó para el proyecto de la escuela. Gracias |
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