La inundación de la ciudad de Santa Fe fue vista como un evento casi
accidental. Fue necesario que el huracán Katrina destruyera Nueva
Orléans para que muchos comprendieran que el cambio climático no es
solamente un hecho natural.
Si un evento de origen natural afecta de peor manera a quienes son
negros y pobres, estamos ante situaciones de profundas consecuencias
sociales.
Los fenómenos ambientales ocurren y nuestra dirigencia politica es la
última en enterarse de sus implicancias y, a menudo, de su misma
existencia.
A pesar de ello, no estamos trabajando como sociedad en lo esencial del
cambio climático, que es: ¿cómo nos adaptamos a una época con mayores
inundaciones en las zonas húmedas y sequías más intensas en las zonas
áridas y semiáridas?
Nuestros dirigentes no se plantean estas preguntas y cuanto antes
logremos incorporarlas a la agenda política, vamos a estar mejor
preparados para los tiempos difíciles que se vienen. Por eso, este
mensaje es un recordatorio de la necesidad de ocuparnos del tema y
reclamar que las autoridades cumplan con su parte.
El texto que sigue expresa el desconcierto de las personas cuando se producen cambios inesperados en los parámetros del clima:
Titania: -Todo eso son ficciones de los celos. Desde el principio
del verano no nos hemos encontrado en cerro, valle, prado o bosque,
junto a fuente pedregosa o arroyo con juncos o a la orilla arenosa de
los mares, bailando al son del viento, sin que tú nos perturbes la
fiesta con tus quejas.
Los vientos, silbándonos en vano, como en venganza, sorbieron de la mar
brumas malsanas que, al caer en la tierra, han hinchado de tal modo los
ríos más menudos que los han desbordado de su cauce.
El buey ha tirado inútilmente del arado, el labrador ha malgastado su
labor y el trigo verde se ha podrido aún tierno. En el campo anegado el
redil está vacío y los cuervos se ceban en las reses muertas. El
terreno de los juegos se ha embarrado y, por falta de uso, los senderos
apenas se distinguen invadidos de hierba.
Los mortales añoran los gozos del invierno: ni cánticos ni himnos
bendicen ya la noche. Tú has hecho que la luna, que rige las mareas,
pálida de furia bañe el aire causando multitud de fiebres y catarros.
Con esta alteración estamos viendo cambiar las estaciones: la canosa
escarcha cae sobre la tierna rosa carmesí y a la helada frente del
anciano Invierno la ciñe, como en broma, una diadema de fragantes
renuevos estivales. Primavera, verano, fecundo otoño, airado invierno,
se cambian el ropaje y, viendo sus efectos, el aturdido mundo no sabe
distinguirlos.
William Shakespeare: “Sueño de una noche de verano
Está tomado de la comedia “Sueño de una noche de verano”, de William
Shakespeare. Fue escrito hacia 1585, y tal vez esté reflejando los
cambios ocurridos en la vida cotidiana de Inglaterra durante la llamada
"Pequeña Edad del Hielo", iniciada en el Renacimiento y culminada hacia
1850. Es decir, un fenómeno opuesto al actual calentamiento global. En
ese tiempo se abandonaron amplias zonas de cultivo y los glaciares
avanzaron sobre muchos poblados de Europa. Los climas más fríos
hicieron que la madera de los árboles fuera más densa; a esto se
atribuye parcialmente el extraordinario tono de los violines de Antonio
Stradivarius.
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