Carlos Duarte, investigador del instituto Mediterráneo de Estudios
Avanzados y uno de los mayores expertos en biodiversidad marina, señaló
en una conferencia en Valencia organizada por la Fundación BBVA que las
consecuencias de esta degradación del fondo marino, "más allá de la
esquilmación de los recursos del planeta en tan sólo dos generaciones,
supondrá una pérdida de funciones y servicios para la sociedad". Para
los expertos, estos ecosistemas están perdiendo su capacidad de
protección de la línea de costa frente a temporales y eventos extremos,
lo que agrava sus daños.
La prueba está en la mayor pérdida de vidas humanas en zonas afectadas
por el tsunami del 26 de diciembre, donde se habían destruido bosques
de manglar, o el aumento de los daños causados por el huracán Katrina,
derivados de la pérdida de marismas en el delta del río Misisipí. A
nivel local, los efectos se han dejado ver también en la aparición de
plagas de medusas en diferentes lugares del planeta, o la aparición de
zonas muertas por hipoxia en las costas del mundo.
Según los expertos, las causas de esta crisis global de la
biodiversidad marina radican en múltiples factores, que se
retroalimentan a nivel local y global, y que incluyen la presión
pesquera -utilizando a menudo técnicas altamente destructivas- la
ocupación de la línea de costa por urbanizaciones, el deterioro de la
calidad del agua por la aportación masiva de fangos, nitrógeno y
contaminantes, la introducción accidental de especies invasoras o el
calentamiento global, que "acidiza" el océano por el aumento del CO2
atmosférico.
En
sus 1.400 millones de kilómetros cúbicos de agua y 370 millones de
kilómetros cuadrados de extensión de los océanos del planeta se pueden
encontrar bosques, desiertos, montañas, volcanes, minerales, bacterias,
algas, plantas superiores, mamíferos, peces, reptiles, aves,
crustáceos, moluscos y un sinfín de formas de vida, muchas aún
totalmente desconocidas. Y muchas de ellos están en peligro.
Uno de los ecosistemas más afectados es el de los bosques de manglares,
cuya superficie se ha reducido desde mediados del siglo XX a un ritmo
de un 3% anual. En algunas regiones del planeta, especialmente en el
sureste asiático, se ha perdido hasta el 90% de estos bosques
submarinos. Los manglares son bosques de plantas leñosas que se
caracterizan por su habilidad para crecer y prosperar a lo largo de
litorales protegidos de las mareas.
Poseen múltiples valores ecológicos, entre ellos la producción de
hojarasca, detritos y compuestos orgánicos solubles que son
aprovechados por gran cantidad de organismos que conforman complejas
redes alimentarias, constituyendo de esta manera el hábitat de una
variada fauna residente y migratoria. Además, mantienen la producción
pesquera y desempeñan otros papeles importantes en lo que se refiere a
valores sociales y económicos.
Pero no son los únicos ecosistemas marinos en peligro. En el caso de
arrecifes de coral, marismas y praderas submarinas, su extensión global
se está reduciendo a un ritmo de entre un 2 y un 3% anual, cifra que se
incrementa hasta el 5% en el caso de las praderas submarinas de las
costas mediterráneas de España.