El 36% de los géneros de la megafauna que habitaba en Eurasia hace 50.000 años se han extinguido, así como el 72% de los que poblaban Norteamérica. Con el término megafauna se denomina a grandes mamíferos, animales de tamaño y anatomía espectaculares a nuestros ojos, aunque esa espectacularidad solo la podamos imaginar en la mayoría de ellos. ¿A qué obedeció esa fenomenal extinción? ¿Fue por efecto de los seres humanos? ¿O fue debido al clima?
Si se tiene en cuenta que los continentes en que desaparecieron más especies son los que experimentaron cambios climáticos más acusados, podría pensarse que ha sido el clima el principal responsable de las extinciones. Pero resulta que la mayor parte de las especies extinguidas en Australia y en Norteamérica desaparecieron en las épocas en que esos continentes fueron colonizados por los seres humanos; no cabe, por lo tanto, descartar el factor humano como causante de esos episodios.
Utilizando datos de muy diferente naturaleza (ADN antiguo, registros fósiles, datos paleoclimáticos y modelos de distribución de especies), un equipo de 55 investigadores de variada procedencia ha analizado el devenir de seis géneros de megafauna, casi todos extinguidos. Se trata de Coelodonta antiquitatis (rinoceronte lanudo), Mammuthus primigenius (mamut lanudo), Equus ferus (caballo salvaje) y Equus caballus (caballo doméstico), Rangifer tarandus (reno o caribú), Bison priscus o Bison bison (bisonte), y Ovibos moschatus (buey almizclero). Y la principal conclusión del estudio es que el principal factor determinante de los cambios experimentados por las poblaciones de megafauna durante los pasados 50.000 años fue el clima.
La dinámica que condujo a la desaparición de rinocerontes lanudos y mamuts lanudos fue diferente. Los rinocerontes mantuvieron una amplia distribución por Eurasia hasta que, hace aproximadamente 14.000 años, desaparecieron casi de repente. Los mamuts, sin embargo, sufrieron una disminución de su área de distribución hacia el norte durante los últimos milenios de su existencia. En las dos especies, un progresivo aislamiento de los grupos poblacionales precedió a su definitiva desaparición. La extinción del buey almizclero en Eurasia se produjo de un modo muy similar hace unos 2.500 años, así como la del bisonte de las llanuras de Norteamérica, que ha sobrevivido hasta hace unos pocos cientos de años. Los procesos de fragmentación como los que experimentaron esas especies son muy normales cuando se encuentran en declive, ya que las poblaciones permanecen en áreas limitadas de alta calidad. Ni caballos ni renos han experimentado fenómenos similares.
Distribucion
Como se ha señalado al principio, un aspecto muy debatido es el del papel de los seres humanos en la demografía de estas especies. Los rinocerontes lanudos y los mamuts lanudos experimentaron aumentos importantes en sus tamaños poblacionales (multiplicaron entre 5 y 10 veces sus efectivos) en el periodo que va de hace 34.000 a hace 19.000 años, al menos 10.000 años después del primer contacto de ambas especies con seres humanos. Esa secuencia contradice la idea de que las poblaciones de mamuts y rinocerontes colapsaron debido a sobrecaza o a causa de enfermedades infecciosas que pudieron producirse como consecuencia de los primeros contactos con el hombre. Del mismo modo, tampoco hay evidencias de que la especie humana haya ejercido un gran impacto en las poblaciones de bueyes almizcleros y hayan, por lo tanto, provocado su extinción en Eurasia. El declive de esta especie entre hace 21.000 y 6.000 años se debió, muy probablemente, a factores climáticos, y obedeció a razones fisiológicas ya que se trata de una especie que no tolera temperaturas estivales superiores a los 10 ºC. Esa es, de hecho, la isoterma de verano de su límite de distribución meriodional actual.
El declive de caballos salvajes y bisontes tras el último máximo glacial puede reflejar el impacto de poblaciones humanas en expansión sobre esas especies. Ambas son las más abundantes (de la megafauna) en los yacimientos arqueológicos. Las poblaciones de bisontes experimentaron una reducción muy importante que comenzó hace 35.000 años y, muy probablemente, fueron factores climáticos los causantes de ese descenso; aunque tampoco cabe descartar la influencia de competidores, como alces y ciervos, cuyas poblaciones aumentaron a la vez. Pero además del factor climático, la presencia humana en Norteamérica aceleró, a causa de la caza, el declive de los bisontes a partir de hace 16.000 años.
El reno se convirtió en una presa importante para los seres humanos tras el último máximo glaciar y quizás en parte por ello, su área de distribución se redujo en un 84% entre hace 21.000 y hace 6.000 años. Sin embargo, es una especie que no se encuentra en peligro de extinción y hay millones de ejemplares, tanto domésticos como salvajes. Su capacidad para perdurar se debe probablemente a su gran fecundidad, así como a su flexibilidad ecológica.
En resumen, aunque el factor que más ha influído en las variaciones poblacionales de estas especies ha sido el clima, ninguno de los factores considerados puede explicar, por sí solo, las extinciones de megafauna en el Cuaternario tardío. Cada especie ha respondido de forma diferente a los cambios climáticos, a la redistribución del hábitat y la presencia humana. E incluso, el modo en que esos factores han afectado a la demografía de las especies de megafauna ha sido diferente en Eurasia y en Norteamérica. Por lo tanto, planteada la pregunta en los términos del título de este artículo, no tiene una respuesta simple ni unívoca.
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