Decidido a aportar al proceso de reflexión y de movilización ciudadana que nos exigen los hechos actuales, por el bien de nuestra amada provincia, de nuestras descendencias y de nuestros semejantes, intentare, a partir de hoy, aportar ideas que nos ayudarán, espero, a actuar con decisión y responsabilidad.
Es hora de pensar y de debatir. Públicamente. Rechazando cualquier chantaje que quieran hacernos acerca de que “todavía no”, “no es el momento adecuado”, “nuestras buenas intenciones pueden ser mal utilizadas por los mal intencionados de siempre”, etc. etc.
Desde los Gobiernos Nacionales de Brasil y Argentina se está caminando a toda marcha hacia la realización de dos megarepresas sobre el Río Uruguay (Garabi y Panambi) sin las necesarias consultas con los pueblos afectados, sin escuchar las razones que técnicos, científicos, profesionales de la salud, académicos, intelectuales, comunicadores, educadores, indígenas y pobladores ribereños vienen manifestando, cada vez que logran acceder a un medio público.
Es hora de que se escuchen todas las voces, democráticamente. Y se consulte a la población, después de un amplio y respetuoso debate. No se puede, ni se debe, seguir avanzando en el sentido de construir las dos megarepresas nombradas (y ninguna otra, claro) sin escuchar las argumentaciones que mucha gente tiene para dar y sin consultar al pueblo de Misiones que no puede hipotecar su soberanía popular y los derechos que como provincia tenemos sobre el manejo de nuestro ríos. La ley nos ampara, el derecho nos ampara y la democracia nos obliga ser estrictos en su defensa. Hoy por hoy no se pueden hacer estas megarepresas sin violentar los derechos ciudadanos del pueblo misionero. Cosa que no puedo creer que este en los planes de gobiernos votados por el pueblo, y que si, por alguna razón, así fuera, no podemos ni debemos permitir.
Este modelo de generación de energía eléctrica a través de monumentales represas solo es funcional a un modelo de desarrollo NO sustentable. Y por ello, pienso, tenemos que reflexionar sobre las megarepresas en relación con qué tipo, que modelo, de desarrollo queremos para nuestra provincia, para nuestra región, para nuestros países, para nuestra América Latina, ese espacio de referencia fundamental.
Voy a intentar, con argumentos, discutibles como todos los argumentos, en el necesario debate de ideas que hay que potenciar en estos cruciales momentos, fundamentar porqué me opongo a que se hagan las megarepresas, cuando hay otras alternativas para generar energía eléctrica, más válidas, más sustentables, más sanas, más justas, con menores consecuencias negativas, con bajos impactos sociales, económicos, ambientales, culturales y, quizás habría que decir sobre todo, sanitarios.
Aunque no soy una persona dedicada, por profesión, a la salud, sino a la educación y la agroecología, comenzaré por compartir con ustedes las argumentaciones sanitarias que, por si sola, fueron mas que suficientes, para convencerme de lo inapropiado de la propuesta “represadora”, como la denomina un amigo mío, ecologista dedicado a la política y a la fotografía.
La esquistosomiasis y su mejor caldo de cultivo “Hay que partir del principio de que el desarrollo económico no debe deteriorar la salud ni causar enfermedades”
Principio Básico de la OMS,
pag. 103, “Enfermedades parasitarias y desarrollo hidráulico”, 1994.
La esquistosomiasis (vamos a tener que familiarizarnos con este nombre, por difícil que suene) es una enfermedad causada por parásitos del género Schistosoma (Platyhelminthes, Trematoda), y es endémica en áreas tropicales y subtropicales de África, Asia y América latina.
La OMS nos informa que:
Los proyectos de desarrollo de recursos hídricos para el riego y la agricultura pueden transformar la epidemiología de una zona endémica, convirtiendo la transmisión estacional, muy cicunscrita de la esquistosomiasis, en transmisión intensiva, difundida y constante. En nuestro continente, la especie responsable de la enfermedad es Schistosoma mansoni, que se encuentra predominantemente en el Brasil, a nuestro lado.
La infección es producida por unos gusanos que penetran por la piel en contacto con el agua, ocasionando una urticaria en ella, para localizarse luego en las venas de diferentes órganos, principalmente el hígado e intestino, en el caso de la esquistosomiasis intestinal, o en las de la vejiga en el de la esquistosomiasis vesical, donde producen reacciones inflamatorias y cicatrices. Como consecuencia de ellas aparece hipertensión portal y fibrosis hepática en la forma intestinal, o alteraciones urinarias en la vesical.
La esquistosomiasis intestinal es producida principalmente por Schistosoma mansoni. La padecen más de 200 millones de personas en el mundo y puede durar entre 20 o 30 años de la vida, con graves consecuencias. La esquistosomiasis vesical está asociada al cáncer de vejiga por ejemplo.
En el agua dulce viven unas formas larvarias del gusano que penetran por la piel de las personas que entran en contacto con ella al lavar, bañarse o cruzar ríos. Posteriormente pasan al torrente sanguíneo para alcanzar el pulmón e hígado, donde logran la madurez sexual, localizándose finalmente en las venas del intestino; en ellas depositan los huevos que aparecen en las heces con las deposiciones en la esquistosomiasis intestinal. En la forma vesical los gusanos adultos se disponen en las venas de la vejiga, apareciendo los huevos en la orina; si éstas entran en contacto con el agua, los huevos eclosionan, liberándose unas formas larvarias que entrarán en unos caracoles, donde desarrollan parte del ciclo. Posteriormente se liberan al agua, nadando libres hasta alcanzar un nuevo sujeto.
El riesgo es alto para los agricultores de arroz, pescadores, etc., al igual que para los viajeros que ponen en contacto la piel desnuda con aguas infestadas. Toda agua en zona endémica debe considerarse potencialmente contaminada. Conviene recordar que no es necesario bañarse de cuerpo entero para contraer la enfermedad, sino que simplemente con vadear un riachuelo con el agua a media pierna o incluso llevar colgando una extremidad hasta el agua desde un bote o canoa serían suficientes si el río estuviera infestado.
La OMS nos previene:
La esquistosomiasis afecta a tres tipos diferentes de población como resultado de los planes de desarrollo hidráulico: a) la población autóctona, b) los trabajadores y sus familias y c) los migrantes. Es una de las enfermedades tropicales prioritarias para la Organización Mundial de la Salud. Quizás por ello este organismo de la ONU desaconseja que se hagan represas en zonas tropicales y subtropicales, entre los subtrópicos de Cáncer y de Capricornio, entre los paralelos 30 de latitud norte y 30 de latitud sur. Misiones, hay que recordarlo, se encuentra entre los paralelos 25 y 27.
¿Pero que tiene que ver esta parasitosis grave con las represas?
La propagación de estas enfermedades es asociada con la alteración del régimen de los ríos: por lo que ha sido llamada la enfermedad de las represas. Estos mega embalses crean condiciones favorables al desarrollo de la esquistosomiasis. Ya afecta a varios millones de personas en el Brasil (entre 6 y 15 millones de personas), y el nordeste argentino es considerado una zona de riesgo.
Veamos dos mapas y la superposición que encontramos en ellos entre zonas de represas, en Brasil, la expansión de esta enfermedad.
Ya se han detectado enfermos de esquistosomiasis en San Francisco do Sul, lugar cercano a Itajai, Playa Brava y Camboriu, lugares muy visitados por los misioneros en épocas estivales, a 700 Km. de Misiones. También se detectaron casos en Itaipú.Dos de las tres especies de Biomphalaria (los caracoles) transmisoras en América habitan el país y la infestación experimental de caracoles locales con razas brasileñas del parásito ha resultado positiva. Por otra parte, la dispersión de B. glabrata se expande hacia el sudoeste del Brasil y, por consiguiente, se acerca a nuestra frontera.El área endémica en nuestro vecino, restringida al empobrecido Nordeste a principios del siglo, se expandió hacia el Sudoeste a causa de los movimientos migratorios y a la construcción de embalses en los estados del sur. Desde la década del 40, el norte del estado de Paraná -que limita con la provincia de Misiones- se ha constituido en una zona hiperendémica sobre los tributarios del río Paraná, donde se construyeron decenas de represas (véanse mapas). Biomphalaria glabrata -especie que hoy no existe en la Argentina- es allí el caracol transmisor. Ya en los años 70 se detectaron poblaciones importantes de esta especie -y focos autóctonos de la enfermedad- a unos 200 km de la frontera argentina. El límite de su distribución fue ubicado en 1965 en Curitiba, donde se produjo un foco; esa población se extinguió en 1982, pero en 1997 B. glabrata fue hallada mucho más al sur, cerca de Porto Alegre. Las poblaciones brasileñas de B. tenagophila -una especie muy frecuente en el litoral argentino- eran refractarias a S. mansoni hace 40 años, pero han manifestado un paulatino ajuste a una raza del parásito. El foco de esquistosomiasis más austral del Brasil -San Francisco do Sul, en Santa Catarina, 1980- se asocia con esta especie.
En las últimas décadas, la región mesopotámica vio alterado el régimen de sus ríos, debido a la construcción de represas como la de Itaipú y Yacyretá, situación que suele asociarse directamente con la propagación de la esquistosomiasis.
Siempre se pensó que esta enfermedad, que cuando se instala y se cronifica tiene secuelas irreversibles, nunca iba a llegar a la Argentina. Pero como la cuenca hídrica está en constante movimiento, el agua contaminada, los caracoles y los seres humanos infectados que en 1976 estaban a casi mil kilómetros ahora están en la frontera y, si no se toman medidas en forma perentoria, en poco tiempo la esquistosomiasis va entrar a la Argentina por Misiones. Y una de las medidas fundamentales es parar, definitivamente, con las megarepresas en esta región, a riesgo de tener que lamentarlo sanitariamente.
En nuestro país, el riesgo se centra en la Cuenca del Plata, que ocupa el 32 por ciento del territorio argentino y que compartimos con los países vecinos como Brasil y Paraguay, donde ya está instalada la enfermedad.
Lo importante es evitar que la enfermedad ingrese al país, porque una vez instalada es muy difícil de erradicar.
El riesgo que ya corremos con Yacyreta, que sigue creciendo en nuevas cotas, ante la pasividad o la impotencia de centenares de miles de misioneros es altísimo. ¿Vamos a sumarle Garabi, Panambi o Corpus? ¿Es sensato hacerlo? Sobre todo cuando hay otras alternativas para generar electricidad, con menores riesgos y consecuencias.
Sobre esto volveremos en próximos artículos. Aunque nos queda mucho que hablar sobre las consecuencias sanitarias todavía. A esto último dedicaremos la próxima reflexión, para terminar de fundamentar el NO a Garabi y Panambi, desde el punto de vista de la seguridad y el bienestar sanitarios.