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Cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer) Animales en peligro

Cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer)
Cuba
Filo Chordata
Clase Reptilia
Orden Crocodylia
Familia Crocodylidae
Status UICN ver 3.1 En peligro crítico
Status CITES Apéndice I

U.I.C.N. - En peligro crítico

Nombre científico: Crocodylus rhombifer (Cuvier, 1807).

Descripción general y características

Es uno de los cocodrilos más pequeños con una media entre 2,5 y 3 metros y medio de largo, aunque se han registrado cocodrilos de hasta 5 metros.

Su cabeza es pequeña y ancha; dos huesos llamados temporales o tarritos sobresalen por encima y detrás de los ojos, lo que le da a la cabeza el aspecto de una gruesa cuña. Las escamas del dorso y sus patas son duras, aquilladas y muy robustas, como las de un animal acostumbrado a andar largas distancias, capaz de galopar tan rápido como un caballo, aunque por un corto tramo, y de dar grandes saltos desde el agua o desde la tierra, para alcanzar presas tales como una jutía o un ave posada en la rama baja de un arbusto. Por todo ello, se dice que el cocodrilo cubano es “el atleta de los cocodrilos.”

De entre los cocodrilos son los más terrestres, gracias a sus fuertes patas que les permiten moverse bien en la tierra y a que pueden saltar

La piel de este singular animal presenta tonos amarillos jaspeada con puntos negros, que le ha dado el nombre de cocodrilo nacarado. Los jóvenes tienen el color de los ojos gris que se convierte en marrón oscuro con la edad.

Los cocodrilos tienen los ojos, orejas y nariz en el mismo plano en lo más alto de la cabeza para poder oír, escuchar y ver sin necesidad de sacar el resto del cuerpo del agua.

Como otros animales, los cocodrilos tienen un tercer párpado, llamado membrana nictitante, que hace que puedan tener los ojos abiertos sin que nada le dañe el ojo incluso estando bajo el agua.

Dependiendo del grado de hibridación los cocodrilos presentan más o menos características de cada una de las especies.

Comportamiento

Al ser animales ectotermos, deberán controlar la temperatura mediante su exposición al sol ya que no pueden controlar el calor metabólicamente. Por lo general por la mañana que están más fríos y no se pueden mover bien, y después de comer, se tumban a tomar el sol para aumentar su metabolismo.

Se piensa que antiguamente, al ser los únicos depredadores carnívoros de la isla sin competencia con carnívoros mamíferos, se habrían convertido en los grandes depredadores, lo que haría que fueran muy inteligentes y que incluso cazaran en grupos como los leones. Actualmente se ha visto también casos de cooperación durante la caza y al alimentarse, y tienen una jerarquía de acuerdo con el sexo, el tamaño y su fuerza.

Se alimenta de peces, aves y pequeños mamíferos de muchas especies, particularmente la jutía (Capromys spp) y la tortuga de las Antillas o Jicotea Cubana (Trachemys decusata). Los juveniles se alimentan de artrópodos y peces pequeños. Los dientes de la parte trasera de la boca son más amplios que los frontales, una adaptación para aplastar a las tortugas que forman parte de su dieta. Se piensa por restos encontrados que históricamente se alimentaban de perezosos gigantes terrestres.

Cada macho tratará de reunir para si la mayor cantidad de hembras y con mucha frecuencia combatirán entre ellos por la posesión de éstas. Los combates son realmente impresionantes: primero, los rivales se amenazan con rugidos, mueven rápidamente la cabeza golpeando con fuerza la superficie del agua y, cerrando bruscamente las fauces, chocan los dientes emitiendo un sonido similar al de un hachazo sobre un tronco hueco. Después se acometen, se agarran por las fauces, giran y se sacuden levantando raudales de agua, hasta que finalmente uno de ellos se retira, vencido y, a veces, mal herido.

Las hembras dependiendo de la disponibilidad de materiales forman un montículo de arena a modo de nido o construyen uno en un hueco, siempre al comienzo de la temporada de lluvias (entre mayo y junio), donde ponen entre 20 y 60 huevos. La razón de que pongan tantos huevos es que el 99% de las crías no sobreviven, principalmente debido a la depredación de los huevos o de las crías por parte de mamíferos, reptiles y aves. También se han dado algunos casos de que ejemplares adultos se coman pequeños, pero no es normal.

Algunos nidos pueden alcanzar más de 1 metro de alto y 2 de ancho en su base. Esto lo hacen para mantenerlos a salvo de inundaciones. Las hojas, ramas y turba contenidas en el nido proporcionan el calor necesario para la incubación de los huevos

Los huevos tienen entre 5 y 7,5 cm y eclosionan a los 58 o 70 días desde que son puestos. Como ocurre en otros animales de sangre fría como las tortugas (véase el ejemplo de la Tortuga Gigante de la Isla Pinta o Solitario Jorge (Geochelone nigra abingdoni)), el sexo de los cocodrilos dependerá de la temperatura a la que hayan sido incubados. Serán machos cuando tengan temperatura entre 30 y 32 º C y hembras cuando las temperaturas estén por encima o debajo de esta.

Algo que caracteriza a todos los cocodrilos y que resulta muy marcado en el cocodrilo cubano es el cuidado que brindan a sus nidos y a sus crías. Durante todo el tiempo que dure la incubación, la hembra permanecerá muy cerca de su nido y se abalanzará ferozmente contra toda persona a animal que se acerque a este.

Llegado el momento de su nacimiento, las crías, que en ese momento miden de 25 a 29 centímetros de longitud, abren un agujero al cascarón del huevo, con un pequeño pico duro que tienen en la punta del hocico, y que poco después desaparece; por el agujero sacan la puntita de las fauces y comienzan a llamar con sonoros graznidos, parecidos a los que emiten los patos.

Al llamado de sus crías, la madre se apresura a destapar la cámara de incubación del nido, toma los huevos entre sus fauces y delicadamente los rompe para facilitar la salida de sus hijitos; después los toma en su boca y los lleva al agua, donde reciben su primer baño. Durante meses la cocodrila escoltará a sus crías y las defenderá.

Viven más de 70 años.

Hábitat

El Cocodrilo Cubano vive en lugares pantanosos de agua dulce, y posiblemente agua salobre.

Distribución geográfica

No tiene una amplia distribución histórica, si no que siempre ha estado restringido a Cuba, y actualmente se le encuentra en dos áreas relativamente pequeñas de Cuba.

Es un cocodrilo de un tamaño mediano que se encuentra en agua dulce en pantanos y otras zonas inundadas, aunque puede tolerar aguas algo salinas.

Su principal distribución está en la Ciénaga de Zapata donde ocupa un área de 360 km2. En el Parque Nacional de la Ciénaga de Lanier situada en la isla de la Juventud está presente en un área de tan solo 35 km2.

Se han visto cocodrilos cubanos en ríos del sur de Sancti Spiritus, donde se consideraba extinguido desde hace dos décadas. María Elvira Dávila, directora territorial de la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna, confirmó a Prensa Latina que los animales fueron vistos en el río Guaurabo, en Trinidad, y en la zona de Tunas de Zaza.

Su distribución histórica también incluía las islas Caimán y las Bahamas, seguramente donde fue introducido y de donde ha desaparecido.

Causas de disminución

Su población ha disminuido en un 80 % en las últimas tres generaciones debido a la pérdida de calidad de su hábitat, a la explotación y a los efectos de la hibridación.

La única población viable estimada se conoce gracias a un estudio de Ramos et al. (1996). Este estudio está realizado en la Ciénaga de Zapata e indica entre 3000 y 3500 cocodrilos. En la Ciénaga de Lanier no ha sido evaluada la población pero se sabe que es mucho más pequeña que la anterior. La población total por lo tanto se estima en unos 4000 ejemplares (Targarona et al. pers. comm.).

En los años 50 comenzó la caza por la piel y la carne, y se incrementó sustancialmente desde los 90 y hasta la actualidad principalmente para vender su carne a los restaurantes para turistas y para su consumo por parte de los consumidores locales. Esta caza ha diezmado fuertemente a sus poblaciones.

La piel se utiliza para bolsos, botas, carteras, maletines y curiosidades

La hibridación se da en Cuba con el Cocodrilo americano (Crocodylus acutus) y aunque se conoce desde hace tiempo no está bien estudiada. Recientes estudios genéticos indican que los ejemplares híbridos están muy extendidos entre los animales libres, e incluso entre los animales de las ciénagas ya mencionadas. El mayor problema de que haya híbridos es que estos son fértiles y pueden tener crías, por lo que va disminuyendo la pureza de la especie.

Tiene que competir por lo recursos (alimentación, territorio…) con una subespecie del caimán de anteojos (Caimán crocodilus fuscus) y con las especies con las que se hibrida.

Medidas de conservación

Hay medidas de conservación directas, incluyendo la cría en cautividad, las reintroducciones de ejemplares y las áreas protegidas. Sin embargo la caza ilegal sigue siendo un problema presente, por lo que son necesarias más medidas más protectoras para acabar con el problema, ya que no se trata de prohibir su consumo, si no de proteger a una especie en peligro crítico.

En 1986 inició sus operaciones la granja de Cayo Potero, en la Isla de la Juventud, desde donde se han soltado en la Ciénaga de Lanier más de 600 cocodrilos cubanos en un esfuerzo por recuperar esa importante población. Actualmente se ven los frutos de ese esfuerzo, pues los ejemplares liberados se están estableciendo en ese territorio y hasta se reproducen exitosamente.

La Ciénaga de Zapata, el mayor humedal del Caribe, acoge desde el 2007 un proyecto encaminado a la preservación del cocodrilo cubano. El programa, en el que colaboran especialistas de varios centros de investigación de la isla, tiene como objetivo salvaguardar la pureza genética de la especie, amenazada por el cruzamiento con el llamado caimán americano.

En Sancti Spiritus ya se trabaja en el manejo especializado para preservar el habitat e incentivar el desarrollo en vida natural de la especie que por más de 20 años había desaparecido de la zona. Además se estudia la creación de una cocodrilera con diversos estanques, para instalar unas 300 hembras que llegarían de los centros de cría.